19. Sí, quiero

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Había arruinado completamente su maquillaje, pero le daba igual, aquello fue el mejor regalo que podía tener para el día de su boda, acercó la carta hacia su pecho y respiro con nostalgia, la besó delicadamente y la guardó nuevamente en el sobre, entonces vio el crisantemo amarillo, lo sacó y lo miró con una sonrisa.

Andrea: mamá...-su hermana entró y Andrea dejó la carta dentro de un cajón.

Patricia: mírate, tu maquillaje, ¿Qué le paso?

Andrea: nada Soledad, me dio un discurso sobre la vida y el matrimonio que me hizo llorar-se secó las lágrimas.

Patricia: ven, yo te lo arreglo-Patricia llevaba un vestido largo de color rosa claro, tenía una abertura que dejaba ver su pierna derecha hasta el muslo, escote con forma de corazón y accesorios de color negro. Ambas se sentaron en la cama-estas hermosa, Andrea.

Andrea: gracias, tú también lo estás-retocaba la base del maquillaje.

Patricia: sabes que te quiero mucho ¿Verdad?-ambas se miraron y sonrieron.

Andrea: claro que lo sé tonta, yo también te quiero, eres mi hermana por encima de todo y de todos.

Patricia: siento todo lo que ha pasado anteriormente entre nosotras.

Andrea: no saques el tema, está más que olvidado Patricia, hoy es un día de felicidad en el que me haces más falta que nunca-Patricia terminó de maquillarla con un ligero brillo rosa en los labios y le dio un abrazo.

Patricia: te deseo lo mejor hermanita, sé que serás feliz.

Andrea: muchas gracias.

Patricia: bueno vámonos, Samuel debe estar esperándote en la iglesia-Patricia salió mientras Andrea se levantó, cogió su ramo de flores y en él coloco el pequeño crisantemo que su madre le envió en la carta. Salió a la sala y allí la esperaba su padre sonriente, el cual no dudo en abrazarla.

Ignacio: estas hermosa, como siempre lo soñé, mi vida-se separó para admirarla y sus ojos se cristalizaron-mi pequeña Andrea-ella se emocionó también.

Andrea: muchas gracias papá-entonces Ignacio le ofreció su brazo y ella lo tomó, ambos salieron del rancho y se metieron en el coche nupcial, un coche de exquisita antigüedad adornado con flores blancas y gasa blanca a su alrededor que le daba un toque vintage, todos en el rancho del Junco se pusieron rumbo a la iglesia.

Samuel: vamos allá-Samuel estiraba el traje el cual lucía impecable pero realmente nervioso, estaba en la iglesia y ya todos los invitados estaba llegando, desde sus grandes amistades en la ciudad al igual que las amistades de Andrea, hasta los rancheros más poderosos de los pueblos vecinos, por supuesto no faltaron los Montalvo, que se acercaron a felicitarlo fríamente para posteriormente a colocarse en su sitio. Los minutos pasaban, ya todos estaban sentados y el sacerdote ya estaba ocupando su puesto, entonces comenzó a sonar la marcha nupcial, a lo lejos pudo distinguir a Ignacio bajando del coche y ayudando a bajar a Andrea.

Ignacio abrió la puerta del coche en el que iban con una sonrisa y le ofreció la mano a su hija para salir del coche, con cuidado de no pisar su vestido de novia, Andrea salió y cerró la puerta agarrándose al brazo de su padre, todo el pueblo estaba allí presenciando el esperado enlace del que tanto se habló durante tanto tiempo, en la distancia, en las sombras, Cayetana observaba a su familia deshecha en lágrimas de felicidad, sus hijas estaban hermosas sobre todo Andrea que lucía bellísima, Patricia ya era toda una mujer espectacular y hermosa y que decir de su marido... siempre le había sentado de maravilla el traje, ojalá pudiese estar allí con ellos y compartir esa felicidad, si no fuese por su pasado... ahora podría estar disfrutando del día más especial para su hija...

Primero entraron Patricia y Soledad que sonrieron al novio y se colocaron en sus asientos, todos giraron la cabeza para ver como poco a poco Andrea e Ignacio entraron en la iglesia al ritmo de la marcha, todos observaron lo hermosa que estaba la novia, pero ella solo tenía ojos para admirar a Samuel que estaba parado en el altar con su traje, lucía perfecto, entonces los ojos de Samuel se cristalizaron ante la belleza de Andrea que caminaba vestida de un blanco impecable hacia él, Ignacio y Andrea llegaron al altar bajo la mirada de todos los invitados que comentaban la hermosura de Andrea, Ignacio se desprendió del brazo de Andrea y cogió su mano, llegó el momento de despedirse de su pequeña y dejarla volar del nido, cogió la mano de Samuel y la unió a la de su hija.

Ignacio: aquí te entrego a mi hija Samuel, para que la cuides y le des toda la felicidad que se merece, no me falles-ambos cruzaron sus miradas e Ignacio besó a los dos para retirarse a su asiento.

Sacerdote: estamos hoy reunidos para asistir a la unión en santo matrimonio de Samuel Gallardo León y Andrea del Junco Belmonte que han decidido unirse para siempre ante Dios nuestro Señor-comenzó con una lectura de la biblia, todos miraban atentamente y prestaban atención a las palabras del sacerdote-Habéis venido a la casa de Dios para que el Señor consagre vuestro amor. Ahora, Cristo, al bendecir el amor que vosotros os profesáis, os enriquecerá y fortalecerá, por medio de otro sacramento, para que podáis ser mutuamente fieles y asumir las responsabilidades propias de la vida matrimonial. A fin de que la sinceridad de vuestro propósito quede de manifiesto delante de toda la Iglesia, os interrogare en su nombre-hizo una breve pausa-¿Sois plenamente libres para contraer matrimonio?

Samuel y Andrea: Sí, lo somos-contestaron ambos.

Sacerdote: ¿Os comprometéis a amaraos y respetaros durante toda vuestra vida?

Samuel y Andrea: Sí, nos comprometemos-se sonrieron.

Sacerdote: ¿Os comprometéis también a colaborar en la obra creadora de Dios, asumiendo vuestra responsabilidad en la comunicación de la vida y en la educación de los hijos de acuerdo con la ley de Cristo y de la Iglesia?

Samuel y Andrea: Sí, nos comprometemos.

Sacerdote: manifestad entonces vuestra decisión de contraer matrimonio estrechándoos la mano y expresad ante Dios vuestro consentimiento matrimonial-Samuel y Andrea unieron sus manos mientras se miraron con una sonrisa-Samuel Gallardo León, ¿Quieres recibir por esposa a Andrea del Junco Belmonte y prometes serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola durante toda su vida?

Samuel: sí, quiero-dijo alto y claro, Andrea soltó una risita.

Sacerdote: Andrea del Junco Belmonte, ¿Quieres recibir por esposo a Samuel Gallardo León y prometes serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo durante toda su vida?

Andrea: sí, quiero-contestó dedicándole una mirada

Sacerdote: los anillos-murmuró el sacerdote a Ignacio, este sacó una pequeña cajita y se los entregó al sacerdote-bendice señor estas alianzas signo de la fidelidad que se deben y que sirvan para recordarles el amor que los une. Por Jesucristo nuestro señor, amén-el cura bendijo los anillos y le entregó uno a cada uno.

Samuel: yo Samuel Gallardo León te entrego a ti, Andrea del Junco Belmonte, esta alianza en signo de mi amor y fidelidad por ti-Samuel deslizo la alianza sobre el dedo anular de Andrea y una lágrima de ella descendió por su mejilla en señal de felicidad.

Andrea: yo Andrea del Junco Belmonte te entrego a ti, Samuel Gallardo León, esta alianza en signo de mi amor y fidelidad por ti-Andrea hizo el mismo gesto que Samuel y deslizó la alianza en el dedo de Samuel. Ambos respiraron perdiéndose en la mirada del otro.

Sacerdote: entonces, por el poder que me ha sido otorgado por Dios y la Iglesia yo los declaro marido y mujer, que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre, puedes besar a la novia-Samuel sonrió plenamente feliz y cogió la cara de Andrea entre sus manos, se acercó lentamente hacia ella y unió sus labios con los de ella en un suave beso, todos aplaudieron emocionados, Ignacio, Soledad y Patricia lloraban de felicidad mientras que Leonardo Montalvo no podía ocultar su descontento ante la unión de los novios, una vez finalizada la ceremonia todos salieron a la espera de que los recién casados hiciesen lo mismo, cuando lo hicieron les echaron pétalos de rosas y también arroz, mucho arroz, ambos estaban felices por su unión y no dejaban de darse muestras de cariño delante de los invitados.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora