Parte 1

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Aquella mañana Lauren miraba la vida pasar a través de la ventana de su habitación, mientras esperaba que los efectos de la quimioterapia pasaran y pudiera ir a casa. Era la segunda sesión que recibía y los mareos le hacían sentir nostalgia de las resacas que nunca tuvo y de las que sus amigos tanto hablaban.

Nunca gustó de beber o de fumar, dos requisitos casi indispensables si quieres ser un chico que encaje. Sin embargo, a Lauren le importaba todo menos encajar, aunque su carácter y forma de ser hicieran que a pesar de que no tuviera vicio alguno, encajara perfectamente en casi todos los grupos o sectores que había en la secundaria y luego, en la universidad, que por cierto, muy distinta a la escuela no le resultaba.

Toda su vida había sido lo que usualmente se denomina una chica modelo. Era el orgullo de sus padres, Mike y Clara, y el modelo a seguir para sus hermanos menores, Christopher y Taylor.

Desde niña siempre fue destacada en todo lo que hacía. Su padre se encargaba de presumir entre sus amigos por tener a la hija más inteligente de todas, aunque lógicamente Lauren pensaba que exageraba. Sí, ella se consideraba inteligente, pero tampoco gran cosa, lo usual. Pero claro, pensaba que para los padres, cualquier cosa pequeña que sus hijos hacen, resulta ser toda una hazaña.

Su madre era profesora, y tal vez eso la había ayudado a aprender cosas antes que los demás, aunque por supuesto, su madre decía que el mérito era todo de ella: "Cariño, no creo que todos los niños de tres años pidan a sus padres que les enseñen a leer para poderse leer sus cuentos ellos mismos y no esperar a que haya alguien dispuesto a hacerlo", le repetía su madre, cada vez que Lauren intentaba no darle mucha importancia al hecho de que aprendió a leer con tres años y sobre todo, que fue ella misma quien le pidió a su madre que le enseñara a hacerlo, para así poder leer todos los libros que estaban en el estudio de Mike. Él era un gran apasionado por la literatura, amor que por supuesto, le había heredado.

En su familia siempre hubo mucho respeto y comunicación. Siempre miraba con adoración la relación que sus padres tenían, Mike y Clara habían estado juntos desde que él tenía diecinueve años y Clara, veinte. Lauren pensaba que era mucha fortuna poder encontrar al amor de tu vida, pero sobre todo, encontrarlo tan joven.

Mike fue el primer enamorado que Clara tuvo, y Clara fue la primera relación significativa de él. Tan significativa que no dudó en proponerle matrimonio al terminar la Facultad y contar con un trabajo estable en uno de las mejores constructoras del país, y que posteriormente le habrían dado el empuje y la experiencia necesaria para poder gerenciar su propia empresa, que poco a poco se abría paso y apuntaba a ser una de las más importantes a nivel nacional a largo plazo.

En cada deseo de cumpleaños o en cada estrella fugaz que pasaba, Lauren siempre pedía un amor como el que tenían sus padres, uno transparente y puro. Uno a base de comprensión y unión, uno que le hiciera vibrar el corazón al oír las llaves en la puerta, incluso después de quince años de matrimonio. Sin embargo, hasta ahora las dos relaciones que había tenido se habían encargado de mostrarle precisamente aquello que no quería para una historia de amor.

Primero fue Luis. Todo un encanto hasta que embarazó a una enamorada que tenía en paralelo a la relación que tenía con ella. "Lo siento, te quiero pero ella está esperando un hijo mío y tengo que hacerme cargo". Lauren lloro por un par de semanas, pero en el fondo agradeció por no ser ella quien estuviera embarazada a los dieciséis y de un chico que todavía no terminaba la secundaria.

Luego vino Brad, un cretino de cuerpo entero. La presionó tanto para tener relaciones sexuales con ella que, ante sus reiteradas negativas, terminó esparciendo el rumor de que tanto él como sus compinches de vandalismo, se habían acostado con ella, teniendo cada uno un turno. Rumor que se encargaron de rectificar y disculpar, después de todas las acciones legales que había tomado Mike tanto contra ellos, como contra sus padres y contra la escuela, amenazando con acabar con ella si no eran expulsados, lo que finalmente sucedió con los cinco chicos, pues antecedentes tenían y de sobra.

Que me alcance la vida | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora