-Ya está lista mi princesa? Cómo te sientes?- Dijo Mike, disfrazando su preocupación con una sonrisa, acompañado de Clara y Normani.
Normani era la mejor amiga de Lauren desde que eran niñas e iban en la primaria. Era hija única, de padres migrantes y estudiaba gracias a una beca, que le permitía asistir a la misma escuela que Lauren y sus hermanos. Se habían conocido en circunstancias que siempre Normani recordaba con cariño y Lauren, como siempre, trataba de restarle importancia a su corazón noble.
Los demás niños se burlaban de Normani porque su uniforme solía tener algunos parches y sus zapatos no eran precisamente los más nuevos. Y la hora del almuerzo era siempre una tortura para ella, pero no porque no le gustara lo que le mandaran - cuando le mandaban algo- sino, porque los demás niños se encargaban de restregarle en la cara lo que sus padres le mandaban, y siempre se encargaban de tirarle también en la cara, las migajas de lo que ya no querían. Al principio, se echaba a llorar, porque claro, era niña. Pero nunca renegó de su situación ni de sus padres. Era consciente del sacrificio que habían hecho mudándose a un país nuevo, para que ella tuviera un futuro mejor, y mejores posibilidades.
De pronto un día, que para ella sería uno lleno de humillaciones como cualquier otro, una niña de más o menos su edad, la defendió de los demás y se encargó de dar las quejas a los profesores e incluso a la dirección del centro. Tanto ella como sus hermanos habían sido recién transferidos a ese nuevo colegio.
Esa niña se encargó también de ahí en adelante de llevar un almuerzo de más y una lonchera de más. Desde ahí habían sido casi inseparables, las mejores amigas.
Las primeras semanas, el hecho de que Lauren pidiera dos loncheras o dos almuerzos, había pasado casi desapercibida. Si bien al principio a Clara le había llamado la atención el repentino aumento de apetito de su pequeña, lo cierto es que con el paso de las semanas Clara ya no se tragaba el cuento de que su pequeña tuviera mucha hambre.
-Lauren, cariño, tienes que decirme por qué desde hace dos semanas me pides que te mande dos loncheras y dos almuerzos. Yo te los pongo con todo gusto porque sabes que tanto papá como yo no te negamos nada, pero tienes que decirme, mi amor- le había dicho Clara mientras la peinaba y le ayudaba a colocarse el uniforme para llevarla a la escuela.
Y era así como después de pensarlo varias veces, Lauren le había contado a su mamá acerca de Normani, de las burlas de los otros niños, de cómo había dado las quejas a la dirección y de cómo ya los hostigamientos hacia ella habían disminuido. Y era así como Clara había agradecido al cielo por la hija tan maravillosa que le había regalado.
Una vez enterada, Clara había ido al colegio a averiguar más sobre Normani y sobre su familia. Y después de conversarlo con Mike, decidieron contactarlos, y con las disculpas previas de que no querían ofender su orgullo, le habían ofrecido a sus padres un trabajo: Mike al padre de ella en su empresa, y Clara, en el colegio donde trabajaba. Y claro, esa ayuda había propiciado que entre ambas familias se formara una amistad entrañable, casi una hermandad, al igual que entre sus hijas.
Desde ahí, la vida de Normani se había ido recomponiendo. Había cambiado de lugar para vivir y ya no había pasado por las necesidades que había tenido cuando era niña.
Su vida había sido muy feliz, hasta que a Lauren, su mejor amiga, le habían detectado cáncer. A Normani la noticia no le había sentado bien en lo absoluto. De hecho, estaba bastante desmoronada con la noticia al principio, al punto en que no había día en que no sostuviera una conversación con Lauren, sin llorar. Sin embargo, se dio cuenta también de que Lauren trataba de ser fuerte para ella misma, para sus hermanos y para sus padres, y ella no quería ser una carga más para la que Lauren también tuviera que mantenerse fuerte.
-Mani- dijo Lauren abriendo los brazos con cuidado, tratando de ponerse de pie, sin conseguirlo con éxito, pues el mareo que sintió la obligó a volver a ponerse sobre la cama.
Y en ese momento, Normani deseó con toda su alma poder intercambiar ella su lugar, por el de Lauren. Era su mejor amiga y su concepto de hermana, una por la que ella sin duda, daría la vida.
-Laur, no te levantes todavía- Le dijo Normani, acercándose, tratando de abrazarla y dejando un beso en su cabeza.
-Me has hecho falta estos días, Mani- Le dijo Lauren mientras se aferraba a su cuello. La compañía de su mejor amiga sin duda le hacía demasiado bien.
-Lo siento, Laur, he tenido trabajos que presentar en la Facultad, ya sabes... Entre el trabajo y la universidad, casi que se roban todo mi tiempo. Sin embargo, en estos días que no nos hemos visto, he terminado todo, para poder estar contigo y venir a verte- Le dijo Normani, mientras se sentaba al lado de Lauren en la cama.
A un lado, Mike y Clara veían la escena con ternura, felices de que Lauren contara con una amiga como Normani, que le ayudara a hacer más llevadero su paso por la enfermedad.
-Papá, mamá, me alegra verlos. Ya podemos irnos? Qué dijo el doctor?- Preguntó Lauren ansiosa.
-Lo de siempre, amor, que hay que esperar y tener paciencia- Le dijo Clara, mientras le acariciaba el cabello.
-Vamos a tener mucha paciencia, princesa- Le dijo Mike mientras se sumaba a las caricias de su esposa.
Lauren les sonrió, deseando que su paciencia fuera incluso tan grande, que le alcanzara para contagiarle un poco a sus padres. Ella sabía que aunque se mostraban fuertes y esperanzados ante ella, el temor a perderla los hacía llorar prácticamente todas las noches.
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Que me alcance la vida | Camren
FanfictionLauren pensaba que tenía toda la vida por delante, incluso habiendo sido diagnosticada con un extraño tipo de cáncer. Camila estaba en busca de algo que le diera sentido a la vida que tenía, que consideraba aburrida. - ¿Por qué no me dijiste acerc...