Parte 3

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Camila Cabello era bisnieta de Patricio Cabello, nieta de Patricio Segundo Cabello e hija de Alejandro Cabello, lo que la hacía ser heredera del grupo Cabello.

El grupo Cabello era uno de los conglomerados más importantes del continente. Contaba con empresas en el sector de Consumo Masivo, Agrícola, Energía, Industria, Servicios logísticos, marítimos y portuarios y por último, Servicios empresariales.

Había nacido en cuna de oro, literalmente, porque su familia se había tomado muy a pecho ese dicho y había mandado a recubrir las barandas del mueble de ese dorado mineral.

La palabra necesidad no existía en su vocabulario. Lo había tenido todo, sin embargo, siempre había tenido ese sentimiento de vacío que se había ido acrecentando con el pasar de sus cortos diecinueve años.

No era la falta de amor de sus padres hacia ella, porque la amaban. Tampoco era falta de amor propio, porque se amaba también. Sin embargo, siempre estaba en busca de nuevas sensaciones y nuevas experiencias, para ver si con suerte, una de ellas lograba saciar ese hueco que sentía en el pecho, pero mientras más buscaba llenarlo, más grande se hacía.

Había terminado con más pena que gloria el colegio, porque no era precisamente la más destacada de todos. Y no porque no fuera hábil, sino porque no asistía al ochenta por ciento de las clases y si no fuera porque su padre se encargaba de hacer jugosas contribuciones a la escuela, definitivamente no le hubieran tomado esas reprogramaciones de exámenes que pasó gracias a la ayuda de Ariana, una de las pocas amigas que tenía.

Ahora que iba en los primeros semestres de la universidad, la situación era diferente porque al no calificarse las asistencias, y únicamente tenerse en cuenta las evaluaciones, le iba mucho mejor. Sin embargo, no le apasionaba en lo más mínimo lo que estudiaba, porque era una carrera que su familia le había impuesto, que venía por tradición, para que pudiera hacerse cargo del Grupo Cabello cuando su padre decidiera tomarse un descanso y ella estuviera lista para asumir el mando.

Ella era siempre de ideas arrebatadas. Le importaba poco lo que dijeran o pensaran los demás, lo que le había traído uno que otro problema con sus padres. Sin embargo, nada la había frenado nunca en hacer lo que quería.

Desde hacía algún tiempo, se había instalado en su cerebro la idea de tomarse un año de descanso para recorrer el mundo. Pero no recorrerlo como hacía su familia en los viajes vacacionales que tenían, sino recorrerlo como haría un chico promedio, hijo de una familia promedio o incluso por debajo de ello: siendo mochilera.

Quería saber qué se sentía vivir sin tener la certeza de tener un lugar para dormir, o si quiera un lugar donde bañarse.

-Karla Camila, he dicho que no- Exclamó su padre con un tono de voz un tanto alto y casi golpeando la enorme mesa del comedor familiar en la mansión Cabello.

- Papá, no te estoy pidiendo permiso, te estoy comentando lo que voy a hacer. Voy a tomar un descanso de la universidad y voy a recorrer el mundo tentando mi buena suerte. Además, cuando termine la universidad, entraré a trabajar a Grupo Cabello, probablemente hasta el último de mis días y no tendré tiempo para nada, así como tú ahora.

Esa última frase resonó en la cabeza de Alejandro y lo dejó pensando. A su derecha Sinuhe todavía no salía del shock en el que las palabras de Camila la había dejado. Su hija mayor de mochilera, recorriendo el mundo, debía tratarse de una muy buena broma.

- Camilita, no te gustaría recorrer el mundo en un crucero, o en un safari o en tren o en cualquier otro medio de transporte que no implique que andarás a la deriva esperando el buen corazón de las personas?- Le dijo Sinu tratando de sonar lo más dulce posible para no generar el rechazo en Camila.

- No, mamá. No quiero nada de eso. Te digo lo mismo que le dije a papá, la decisión ya está tomada.-Dijo Camila, sonando muy determinada en sus palabras.

- Y cuándo saldrías?- Preguntó Alejandro. Las cosas iban cediendo. Punto para Camila.

- Lo antes posible papá. No es una decisión que he tomado ayer porque simplemente llovió y no me gustó el clima de acá. Le vengo dando vueltas a esto desde hace meses, y he venido armando la ruta también. Tú no te preocupes, sabré qué hacer. Puedo mostrarte todo si gustas- Dijo Camila mientras se limpiaba los labios con la servilleta.

La cena transcurrió con normalidad para Camila, quien sentía que se había quitado un gran peso de encima al haber comunicado por fin a sus padres sus planes de viaje/huída. Sin embargo, a Sinu y a Alejandro, la comida les había sabido particularmente extraña, les había sabido a su hija mayor queriéndose abrir paso por el mundo, pero no precisamente como ellos hubieran querido.

En la mansión Cabello había una tradición que se respetaba independientemente del tiempo o de las festividades, y era el hecho de que la familia compartía las comidas juntos, sentados en la mesa. Es así como en el desayuno del día día siguiente, Sinuhe, Alejandro, Camila y Sofía, la hija menor, se encontraban nuevamente sentados en el comedor familiar.

Después de la comunicación de Camila, ninguno de ellos había cruzado palabra. Camila quería romper el hielo, pero decidió permanecer callada, tenía miedo a que finalmente y a pesar de su determinación, la realización de la nueva aventura le fuera prohibida.

- Karla Camila. Si quieres recorrer el mundo va a ser bajo mis condiciones- Habló finalmente Alejandro. Nuevamente usaba los dos nombres para referirse a Camila, lo que le hacía ver la seriedad del asunto. Y sí, ella había tomado una decisión y era mayor de edad, pero ellos eran sus padres y por más independiente que quisiera verse, necesitaba la aprobación de ellos para poder emprender la marcha tranquila.

- Y cuáles son esas condiciones, papá- Preguntó Camila mientras bebía el jugo que le habían servido.

- Llevarás las tarjetas de crédito y te hospedarás en el mejor hotel del sitio en el que vayas - Le respondió Alejandro, empezando así la guerra de miradas para ver cuál se veía más firme.

- No hay forma, papá. Entonces, el viaje no sería de mochilera sino, de turista- Dijo con frustración Camila.

- No, Karla Camila. Tú has dicho que quieres viajar por el mundo siendo una mochilera, y lo que yo entiendo es que es ir de manera itinerante de un sitio a otro casi a pie o rogando por transporte. Si quieres llegar de un destino a otro así, bien. Sin embargo, no mencionaste nada acerca de la permanencia en los sitios en los que te quedarías, así que eso lo decido yo- Dijo Alejandro sosteniendo firme la mirada.

- Pero papá, yo...- dijo Camila mientras hacía un puño con la servilleta en la mano.

- Está decidido. No insistas- la interrumpió Alejandro, mientras continuaba comiendo sus alimentos, restándole importancia al asunto, haciendo que su palabra y sobre todo, sus condiciones, prevalezcan sobre las de su hija.

Obviamente sus condiciones tenían un plan detrás. Probablemente su hija no hiciera caso en cuanto a hospedarse en los mejores hoteles de los lugares a los que fuera. Probablemente ni siquiera respetara la ruta que le había mostrado una noche antes. Sin embargo, el hecho de que ella usara una tarjeta de crédito le daba la posibilidad de rastrear sus movimientos, y así saber dónde se encontraba y poder tener alcance de dónde exactamente estaba.

Que me alcance la vida | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora