Capítulo 14: Puto barato, lengua larga.

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Washington, D.C.

27/diciembre/2016

6:00am. 

Unos labios dejando besos por mi espalda me levantan exaltándome, no ayudando a como he pasado la noche con mis pesadillas. Me doy la vuelta desesperada y asustada, lista para sacar de encima a quien sea.

-Mujer, tranquila -  se me había olvidado por completo Sebastián, que ahora se encontraba encima de mí, tratando de detener los golpes que desesperadamente le lanzaba. – creo que debí aprender de la primera vez. – este hombre es de otro universo, en vez de salir corriendo pensando que soy una loca, solo se ríe, como si fuera normal mi comportamiento. 

-Lo siento – trato de tranquilizar mi respiración y de no demostrar mi pánico, pero creo que ya es muy tarde – no estoy acostumbrada a que me levanten así – el solo asiente con su sonrisa todavía plasmada, no sé qué es lo que le hace tanta gracia - ¿Podrías soltarme ahora?  - él ha estado sosteniendo mis manos en todo este momento. –

-Si, por supuesto – cuando me suelta me siento acomodándome mejor en la cama.

Y como no pasaba en mucho tiempo, me cubro con la sabana sintiéndome inconforme con mi cuerpo.

-¿Qué hora es? – de las ventanas solo entra poca luz lo que me hace pensar que es muy temprano y él está completamente vestido.

-Son las seis de la mañana, si te preguntas porque estoy vestido es porque tengo que tomar un vuelo, hoy regreso y quería despedirme. –

-Bueno...pues adiós – no quise sonar cortante y menos como una perra, solo quiero ponerme algo que cubra mi cuerpo, además de solo una estúpida sabana e ir al baño a vomitar.

-Bueno, no tengo mucho tiempo – dijo mientras miraba el reloj que tenía en su muñeca para después mirarme quizás esperando algo – ¿Estás bien? –solo asiento.

El también asiente, para después acercarse y tratar de darme un beso, pero muevo mi cabeza haciendo q sus labios queden en mi mejilla.

-Como al parecer te estás arrepintiendo de lo que hicimos, me iré por qué no tengo el tiempo para dialogar contigo ahora-

Me quedo en silencio no por qué no quiera contestarle y negar todo lo que ha dicho, si no por qué siento que si abro la boca dejaré salir todo el vómito que está haciendo que mi garganta duela al retenerlo. El suelta un profundo suspiro y se da la vuelta creo que listo para irse.

-Hagamos algo, cuando llegues de tu viaje, me llamarás si quieres seguir con lo que hicimos. - 

-Lo haré – le afirmo porque solo se ha quedado mirándome, esperando por mi respuesta-

-Eso espero- no sé lo que está pasando por su mente, pero solo veo confusión en su mirada antes de que salga de la habitación para después escuchar la puerta de entrada ser cerrada.

Corriendo entro al baño y me dejo caer en el suelo frente al inodoro dispuesta para dejarlo salir todo. En el mismo momento que acomodo mi cabeza y abro la boca la primera arcada viene y todo lo demás fluye solo, lo siento todo de nuevo, el dolor, el ardor, las lágrimas fluyendo y el asco que siento por mi propia piel. Después de unos minutos en que todo lo que comí esta semana parece haber salido de mi sistema, me cepillo la boca para quitar todo rastro y sabor y al mirarme en el espejo me veo como la persona que estuvo a punto de morir no solo una vez si no tres veces, pálida, inestable y fuera de control.

-Tú fuiste la que quiso verlo, no dejes que te controle nunca más –

Me repito eso unas cuantas veces más para después dirigirme a la ducha, en el momento que siento el agua caer sobre mí, tomo la esponja y me restriego con ella demasiado fuerte para dejar mi piel roja y con un poco de dolor. Solo puedo ver las imágenes una y otra vez.

Sebastián (1.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora