Capítulo 47: Piel de gallina.

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17/abril/2017

Mi alegría no dura mucho. Mientras abrazo a Blake el dolor en mi vientre se hace más insufrible de lo que ha sido. Me separo de él y al ver mis piernas... la sangre las decora. Mi pecho se oprime he intento hablar, vincular una palabra de ayuda, pero solo puedo ver como el color rojizo se vuelve más y más abundante. Miro el ostro de Blake y parece hablarme, pero ninguna palabra puedo comprender, solo veo como sus labios se mueven con lentitud y su expresión consternada. El aire comienza a faltarme y una corriente que vuelve mi piel de gallina me traspasa. Mi cabeza comienza a dar vueltas y aunque intento que mis ojos no se cierren, ellos pueden más que mis mandatos. Y sin poder detener lo que sucede y sucederá, mis ojos se cierran por completos.

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Por favor no me dejes te lo imploro... Si vuelves a mí... no me abandones. No me dejes, no me dejes.

Una voz se escucha a lo lejos, pero al mismo tiempo demasiado cerca. Ya he estado en esta posición, lo sé, lo puedo sentir. El desespero de querer abrir los ojos, de sentir la inmunidad de tu cuerpo. De tener el cerebro trabajando en ida y vuelta intentando despertar los sentidos. No despertare hasta que mi cuerpo así lo quiera. Al menos se por esa parte que no he muerto, pero el despertar y descubrir que...tal vez mi bebé no este, me hace reconsiderar mi pequeña felicidad de no haberme ido. Siento como la inconsciencia total vuelve y no peleo contra ella.

Una molestia en mi mejilla me hace consciente por un segundo, pero el sueño me vuelve a arrastrar.  La molestia en mi mejilla vuelve y eso me da toda consciencia. Sin importarme cuán pesados mis párpados se sienten abro los ojos. A la primera no lo logró, pero lo sigo intentando. La imagen ante mi es borrosa y vuelvo a cerrar los ojos para aclararla. La segunda vez veo mejor, ninguna luz molesta viene a mí y en donde sea que me encuentre está opaco.  Un pinchazo en mi mejilla me hace virar el rostro y la persona que se ilumina ante mí gracias a la pequeña lámpara, me impresiona al punto de no darle importancia al dolor que se crea en mi cabeza.

- James – Mis palabras fueron rasposas y aunque fue difícil las dije con todas mis fuerzas. Intento sentarme, pero una mano de él se postra en mi hombro. Niega y me sonríe.

Comienza a escribir algo en una libreta y es cuando veo su aspecto. Tiene puesto un pantalón de pijama su torso se encontraría descubierto si no fuera por la enorme malla que rodea su abdomen. Sigo mi paso y no tardó por volver a detenerme en otra de sus heridas. Su cuello tiene otra malla y su rostro tiene unos golpes que ya parecen estar curándose. Recuerdo que así mismo fue como estaba la última vez que lo vi. Pero el volver a hacerlo y verlo consciente es lo que creó ese sentimiento de emociones mezcladas. Deja de escribir, voltea el cuaderno y me lo muestra. Insistente en que lo lea. 

"No, no te has muerto. Sí sé que soy igual de hermoso que un ángel, y comprendo tu confusión.
Te niego por ante todo que llorares, por qué perra llorare y con un demonio que será más por el puto dolor. No por ti. ¿De acuerdo? No por ti, solo por el dolor que siento. Así que no llores. PD: El pequeño ángel está a salvo al igual que Rachel" Lo miro, se encuentra negando y mirándome acusatoriamente. Suelto una risa y sin en realidad importarme dejo que las lágrimas que se han acumulado en mis ojos, salgan. Hace un sonido de molestia y después se toca el cuello haciendo una mueca de dolor. Comienza a escribir otra vez y no tarda mucho para que me encuentre leyendo. "Eres una perra, no llores maldita que tampoco te puedo abrazar. Apiádate del alma de un inválido." Eso último me hace mirarlo otra vez, pero esta vez con más detenimiento. Y ahora es que noto la silla de ruedas en la que se encuentra sentado. La mirada que le lanzó es más que suficiente para que el vuelva a comenzar a escribir. "La falta de oxígeno en mi cerebro ha creado algunos problemas en mi cuerpo. Pero nada que no esté dispuesto a trabajar, fuerte, para remediarlo. El médico dijo que puedo volver a la normalidad. Así que no me rendiré. Tampoco es como si deseara quedarme del tamaño de hobbit que son Rachel y tú." La sonrisa en su rostro es radiante. No comprendo cómo luce tan alegre aún con todo. Pero el luce más feliz que nunca y eso es algo que me hace devolverle un intento de sonrisa.

Sebastián (1.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora