Capítulo 33: Confianza a ciegas.

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14/febrero/2017 

Me encuentro en una encrucijada. Entre la espada y la pared, no sé a qué mirar. Si a su rostro o a su ya muy conocido miembro.

- ¿Adara, me estás escuchando? – Y ese es el momento en el que vuelvo a la tierra.
- Yo... ¡tápate! – me levanto del suelo y le tiro la primera almohada que alcanzó.
- Esa si es una bienvenida al estilo Adara- dice después de que la almohada diera contra su rostro- me has visto miles de veces así, ¿Cuál es el problema ahora?
- Scarlett está aquí, podría pasar en cualquier momento. – eso solo es una parte del por qué le he tirado la almohada. Necesito concentración y con él en esas circunstancias no lo lograre.-
- Eso se puede arreglar de inmediato.

Se pone a caminar directo a la puerta y le pone el seguro. Y debo admitir, para torturarme más, que obtengo una buena vista de su trasero. Se da la vuelta e inmediatamente miro para otro lado, tratando de disimular el hecho de que prácticamente lo estaba violando con la mirada.

¡Demonios compórtate mujer!

Sin mirarlo sé que se detiene al lado mío. Demasiado cerca para el bienestar de mis alocadas hormonas, el día de hoy.

- Estás mojando el suelo. – le digo ya que en el momento que veía su trasero note que estaba mojado. 
- Digo lo mismo de ti. 
- ¿Por qué no llevas toalla, Sebastián? – ignoró el doble sentido de sus palabras y me atrevo a mirarlo a los ojos.

Acción difícil de ejecutar, ya que mis ojos solo quieren seguir el recorrido por el que me dirigiría su pecho. Es como si hoy la vida quisiera jugar con mi fuerza de voluntad. Para ver hasta dónde puedo llegar, siendo tentada hasta mi máxima gota de auto control. Y para colmo, parezco gato en celo.

- Por qué al parecer, no le pago lo suficiente a mi empleada para al menos colocar toallas. – dice mientras se pasa una mano por el cabello, peinándolo hacia atrás.

En ese momento noto, que además de estar mojado como el resto de su cuerpo. Su cabello está mucho más corto.

Demonios se ve comestible.
Deja tus pensamientos caníbales para otro momento estúpida.

- Adara he estado días sin tener sexo y si no dejas de mirarme así. Creo que habrá una anatomía de mi cuerpo, que necesitará atención. – Él tiene que estar bromeando.
- Pero si tú eres el que está enseñando su cuerpo con orgullo. – digo y en molestia entrelazo mis brazos en mi pecho.
- ¿Se supone que no esté orgulloso de mi cuerpo?
- No te hagas la diva ahora. No puedes tentar así y pensar que no te miraré. – veo como abre su boca listo para hablar, pero lo detengo inmediatamente consciente de que está no es la prioridad en la que debo de estar pensando. – Al diablo con tú cuerpo, ¿Por qué no estás en la cárcel?
- Al diablo mi cuerpo no, me mato por tenerlo así- sube su barbilla con orgullo y mis pensamientos son instintos asesinos, las diferentes maneras de como ahorcarlo.
- Hablo enserio- digo y dejo un suspiro salir.
- El que nada debe, nada teme nena- recorre los pocos pasos que nos separan y toca un mechón de mi cabello, que se ha soltado de mi cola de caballo.
- ¿Que quieres decir con esa actitud? – Quiero escucharlo decir lo que llevo días esperando.
- Kai podrá ser un puto, pero sabe dejar su pene para después. Encontró evidencia que deja claramente que soy inocente. – sorprendiéndonos a los dos, me lanzo a sus brazos. Aferro mis piernas en sus caderas y lo mismo hacen mis manos en su cuello.

Estoy tan pasmada de mi comportamiento, que no me he separado de él y solo me mantengo abrazándolo. Ahora consiente de lo que estoy haciendo, me intentó soltar de él, pero me lo impide al estar sosteniéndome por trasero.

- Está si es la bienvenida que quería- En los segundos de mi extraño arrebato de afecto. Olvide por completo su desnudez. Pero algo volviéndose duro contra mi pelvis, me trae devuelta a la realidad.

Sebastián (1.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora