Capítulo 12: Devolviendo orgasmos.

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Washington, D.C.

26/diciembre/2016

1:00 pm

-Adara puedes hacer lo que quieras - dijo Abigail con una sonrisa de lado.

-¿Puedo córtale los testículos y hacer que se los trague? - ella ríe tal vez pensando que bromeo, pero mis palabras son tan serias como la muerte.

-Oh, lo dices enserio - asiento lo más seria que puedo - Bueno mientras no muera lo puedes hacer - amo a esta mujer - te dejare a mis guardias de confianza, lo que ellos vean no lo dirán, estarán adentro contigo por si algo sucede. -

-Perfecto - me doy la vuelta para abrir la puerta en donde se encuentra uno de mis demonios, pero Abigail me detiene. -

-Lo digo enserio no lo mates puedes hacer cualquiera cosa menos eso -

-No lo haré lo prometo, además tus guardias estarán aquí por si me tienen que detener.

Ahora si me deja entrar, al dar el primer paso y ver adentro me encuentro con uno de los seres más despreciables del mundo. Respiro hondo y me voy acercando a la silla que está al frente a él. La mirada que me da es de pura sorpresa, pero rápidamente la cambia por una lasciva.

-Pero si es la hermosa Adara. ¿Qué te trae por aquí? - lo examino uno segundos y cuando pienso hablarle dice las peores cosas que podía decirme- ¿Cómo está el bebé? - al parecer el de verdad quiere morir - oh verdad escuche que murió - mis manos están temblado y siento que en cualquier momento saltare a su yugular - ¿era mío? O era de... -

Antes de diga una palabra más estoy levantada de mi silla y le doy con ella en la cara haciendo que se dé con bruces contra el suelo por el impacto. Rodeando la mesa que nos separa me bajo a su altura y miro como su cara refleja dolor. La felicidad y paz que pasan por mi cuerpo deberían de asustarme, pero es todo lo contrario.

-No podías esperar para sacar toda tu mierda. ¿Verdad? - el solo se ríe como el maniaco que es - quiero saber dónde está -

-¿De quién me hablas? - me siento ahorcajadas sobre él y no me preocupo por que pueda tocarme ya que sus manos están esposadas a la mesa - como en los viejos tiempos, si qu... - y como mi paciencia se fue al carajo le propino un puño, otro y después de un rato pierdo la cuenta de cuantos llevo, pero me detengo en el momento que mi muñeca se queja de dolor.

Transpirando y fatigada me quito de encima de él. Al mirar mi mano veo que esta lastimada y que mis nudillos quedaran morados al pasar del tiempo.

-Solo quiero que me digas en donde demonios se encuentra - su cara me hace sentir orgullosa de mi misma.

Tiene un pómulo abierto igual que una de sus cejas y la nariz está peor con los golpes después de que le di con la silla.

-El vendrá por ti maldita perra - escupe un poco de sangre y me mira con puro odio-

-Hubo un tiempo en el que pensé en darte una oportunidad, me decía a mí misma que te la merecías por más que no sintiera nada por ti - su mirada cambia y solo se queda inexpresivo -

-Yo te amaba -

-No, lo tuyo era obsesión no eres capaz de amar a nadie ni a nada - y mi veneno sale a la luz, pero solo le recuerdo la cruda verdad- ¿O se te olvido lo enfermo que me demostraste que estas cuando te di una negativa? ¿O cuando mataste a tu madre? - la carcajada que suelta me hace ir a mis peores recuerdos -

-Mi madre, recuerdo como de mis manos se iba su último aliento, fue hermoso de ver, como suplicaba porque alguien la salvara. ¿Pero por qué hablar de ella si podemos hablar de lo bien que me divertí contigo? -

Sebastián (1.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora