Capítulo 42: Una probada del cielo.

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3/abril/2017

7:43 am

Un ruido de una alarma irrumpe en mi sueños. El sonido vuelve a irse así que lentamente siento como vuelvo a ser arrastrada por el cansancio. Mi paz no dura demasiado y la alarma se escucha de nuevo. Cansada me levanto. Veo de dónde proviene el sonido y es del lado de Sebastián. La alarma de su teléfono vuelve a detenerse, pero hace su aparición con el tiempo más corto que la vez anterior. Me subo encima del Sebastián que duerme con todo y ruido, pero cuando siente mi peso se levanta confundido.

- ¿Que estás haciendo? – su voz suena más ronca de lo normal. Se sienta conmigo aún encima de él y su erección matutina hace aparición. Lo miro sorprendida, pero él no tiene ninguna expresión, pervertida o burlesca en su rostro.
- Tú alarma está sonando y ahora es que noto que debo alistarme para el trabajo. – intentó salirme de encima de él, pero me sostiene de las caderas.
- Espera. – coloca sus manos adentro de mi gigante camiseta de dormir y al sentir el frío de sus manos en mis costados, suelto una carcajada. – Has estado últimamente sonriendo mucho. Al igual que has estado llena de pintura. – Toma un mechón de mi cabello y noto que tiene pintura azul. – Al parecer eso te hace feliz. – Me sonríe y no sé si es mi propia emoción, pero la veo como una de sus sonrisas más radiantes que me ha dado.
- La pintura me hace feliz, Scarlett me hace feliz y...- me toma un segundo en encontrar la valentía y dejar las palabras salir. - Tú también me haces feliz.

Sus ojos me miran estudiandome e intentó no lucir más nerviosa. Sonríe un poco más y vuelve a posar su manos en mis costados. Intentó separarlo por instinto de la corriente de cosquillas que me causa, pero él es más rápido y para cuando me doy cuenta.  Estoy debajo de él. Aprisionada por su cuerpo.

- Por esta razón prefiero quedarme en mi apartamento. Me harás llegar tarde. – Lo empujó un poco, pero no logró nada.
- Por esta razón te encanta quedarte en mi apartamento y llegar tarde. – me da un beso en mi mejilla, siguiendo su camino por mi cuello.

Hace una pequeña presión con sus dientes en esa área y suspiro sin poder contenerlo. Sus manos en mis caderas comenzaron a deslizarse hacia abajo agarrandose de mi braga, llevándosela en el proceso. Lo ayudo a quitarmela, no pierde el tiempo y también me quita la camiseta. Se aproxima a mi rostro y me besa. Me hace rodear sus caderas con mis piernas y al sentir la fricción de su pantalón de changal directo en mi centro doy un respingón. Dejándole vía libre a su lengua, está hace su toque al instante con la mía. Se unen en un abrazo armonioso y pasivo. En algunos momentos la comenzó a sacar y acariciar con ella mis labios. Los mordió y después les dio un trato más delicado. Su mano derecha comenzó a descender con una caricia leve desde mi mejilla. Cuando paso por mi person volvió este duro. Dolió un poco al tenerlos sensibles, pero un dolor placentero. Su toque no se detuvo, continuó por mi muslo, después me hizo abrir mis piernas. Toqueteo levemente la parte interna de mi pierna y cuando está por llegar a tocar mis labios deja de besarme. Coloca su frente sobre la mía y acaricia con turtuosa lentitud. Cierro mis ojos sin notarlo y me restriego contra su mano pecaminosa.

Siento como su dedo corazón y el índice dan rotaciones frotando mi clitoris. Puedo sentir unas pequeñas corrientes atravesarme y contraigo mis músculos internos haciéndolos más intenso. Sebastián acelera sus movimientos, sintiendo una corriente crecer en la boca de mi estomago, suspiro, agarro su muñeca con fuerza y desesperación. Dejo en claro que estoy por llegar. Gimo alto y cuando estoy por llegar a sentir el fuego él lo detiene todo. Estoy por quejarme pero me calla, colocando sus dedos en mi boca. Los muerdo molesta y el sonríe, burlándose de mí berrinche. Después los chupo, saboreo el sabor que he dejado en ellos y su sonrisa se borra sin dejar de mirarme a los ojos, luego mira directo a mis labios y como sus dedos desaparecen en ellos, puedo sentir como su ereccion sigue en aumento.

Sebastián (1.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora