Pov Christian
Pánico. La emoción que me estaba embargando a medida que corría hacia mi despacho solo podía describirse como puro pánico. No podía creer que volviera a cometer el mismo error. Estar solo, con ella, en esa pequeña prisión de metal; su olor, sus gemidos, su roce; volví a sucumbir a su poder. Debería haberme calmado y tranquilizado cuando salí, incluso mantenerlo bajo control, pero cada parte de mí estaba atrapada. Esa mujer tenía un control sobre mí como nada que hubiera experimentado antes.
Finalmente, en la relativa seguridad de mi despacho, me derrumbé en el sofá de cuero.
Me incliné hacia adelante, con los codos sobre mis rodillas, y me agarré el pelo con fuerza, deseando calmarme y que desapareciera mi erección.-¡Joder!- exclamé. Las cosas iban de mal en peor, y lo sabía.
Lo sabía desde el primer minuto en que ella me recordó, en la reunión de esa mañana, de que no había manera de que yo pudiera pensar en algo coherente mientras estuviera en esa jodida sala de conferencias. Y ya me podía olvidar de volver a sentarme en esa mesa.
No podría ser capaz de sentarme allí sin recordar cómo me sentía al tenerla abierta ante mí mientras me la tiraba. Entrar allí, y verla inclinada sobre la ventana, inmersa en sus pensamientos, era suficiente para hacer que mi entrepierna temblara. Pero en cuanto se dio la vuelta, y vi ese vestido color chocolate tan sexy y la manera en que se ruborizó cuando la pillé fantaseando, se me puso dura del todo.Me inventé esa mierda de que la reunión iba a ser en otra planta, y por supuesto lo discutió. ¿Por qué siempre tenía que llevarme la contraria? Así que, como el capullo que soy, le hice un apunte sobre quién estaba al cargo de todo. Pero, ¿funcionó? Maldita sea, no. Como cualquier otro argumento que discutíamos, me lo echó en cara. Pero no de cualquier manera; ella insinuó que mi "actuación" había sido poco satisfactoria.
Desde luego ella no pareció quedarse insatisfecha la otra noche, sobre la mesa, o contra la ventana, o en el rellano. Joder. Esto no estaba ayudando.
Así que finalmente entró en la sala de reuniones, y yo ya estaba preparado. De ninguna jodida manera iba a dejar que ella tocara la mano de Elliot, cuando le enseñó esos botones, incluso sabiendo que realmente no debería hacerlo delante de ellos, solo podía pensar en mi oportunidad para tocarla.
Y ella, claramente, estuvo ardiendo de rabia durante toda la presentación, y salió de la sala pitando. Se pensaba que tenía derecho a encararse conmigo. Pero entonces llegó ese jodido ascensor...
Di un pequeño respingo cuando escuché un ruido sordo fuera de mi despacho, que me sacó de mis pensamientos. Luego otro. Y otro. ¿Qué demonios estaba pasando ahí fuera?
Me levanté de la silla y caminé hacia la puerta, y cuando la abrí me encontré a la señorita Steele tirando carpetas contra la mesa con más fuerza de lo necesario. Crucé los brazos y me apoyé contra el marco de la puerta, observándola por un momento. La imagen de ella, tan nerviosa, no era la mejor manera de aliviar las palpitaciones de mi entrepierna.-Señorita Steele, ¿puedo verla en mi oficina? Ahora- Giró la cabeza para ver, y frunció el ceño ligeramente.
-Por supuesto, señor Grey- dijo descaradamente, pero con ese tono de voz tan dulce, que hacía que me hirviera la sangre, mientras entraba pavoneándose en mi despacho. Cerré la puerta con un portazo y caminé hacia ella.
-¿Le importaría decirme cuál es su problema?"
-¿Por qué no comprueba su bolsillo, señor?- dijo con aire despectivo, y puso sus manos bruscamente sobre mi pecho, tirándome hacia atrás, haciendo que aterrizara en el sofá, mientras se sentaba a horcajadas sobre mis piernas. Sus labios chocaron contra los míos en un asalto furioso, y sentí como se me ponía dura mientras gemía contra mi boca.
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Mi Secretaria
FanfictionLa historia original es de Bere Pico, adaptada por mi Christian Grey es un capullo HERMOSO, con clase. En este punto de su vida lo tiene todo; dinero, coches y mujeres. Anastasia Steele es su guapísima secretaria, y durante nueve meses, él ha he...