Capitulo 45

5.4K 415 33
                                    

Pov Christian

Llevé mi mano hasta su pelo y lo agarré, acortando la distancia entre nosotros. Mi pulso palpitaba en mis orejas mientras la saboreaba, dejando escapar un pequeño gemido mientras mi lengua acariciaba la suya. Ese sonido fue directo a mi entrepierna. Sus dedos se enroscaron con fuerza en mi pelo, guiándome hacia donde ella quería. Paseé mis manos por sus curvas, encontrándome con piel cálida mientras acariciaba su muslo. Con un movimiento fluido, coloqué su pierna en mi cadera, presionándola contra la ventana.
Acarició con sus uñas mi piel mientras me quitaba la chaqueta con furia, dejando que cayera al suelo desde mis hombros. Jadeó mientras la levantaba ligeramente, recolocando nuestros cuerpos y presionando mi erección contra ella. Mis labios encontraron su cuello, chupando y mordiendo su garganta, sin preocuparme dejarle alguna marca. Ella era mía; su corazón, su mente y su cuerpo. Apartándola del resto del mundo, me acerqué más a ella, sin dejar de besarla mientras daba los cuatro pasos hasta mi mesa. La solté para sentarla sobre la madera y me puse entre sus piernas abiertas.

-Nadie podría separarme de ti- susurró contra mi boca abierta, levantando mi camisa, sacándola del pantalón. -Nunca he querido tanto a nadie...- Jadeó en cuanto deslicé su vestido por sus hombros, exponiendo tanta piel como podía; mis dientes mordisquearon su perfecta y suave piel. -Es como si no pudiera respirar hasta que no estoy contigo.- Su voz era ronca y desesperada. Se deshizo de mi corbata mientras sus palabras rompían el nudo de celos que tenía en el pecho. -Ya no controlo lo que pienso. Todo... todo te pertenece.

Sus dedos comenzaron a desabrochar mi camisa, arrancándola, exponiendo mi pecho a sus fervientes besos, mientras los botones de marfil caían al suelo. Puse mis manos sobre sus caderas, mientras la acercaba a mí, gruñendo cuando sentí el calor a través de su ropa interior. Con dedos temblorosos bajó la mano por mi estómago hasta el cinturón. El sonido metálico del cierre y su respiración frenética nos envolvió. Bajó mi cremallera y mis pantalones se deslizaron por mis caderas, besando mi piel a medida que bajaba.

-Te amo tanto, Anastasia- susurré, guiándola para que se tumbara en la mesa. Por fin estaba cumpliendo mi fantasía: su pelo oscuro esparcido por mi mesa, su precioso cuerpo abierto, y esperándome. Levantó la cabeza y agarrando mi camisa, me atrajo a ella. -Esto, fuera. "- dije gruñendo, levantando su vestido por encima de sus caderas, dejando totalmente a la vista las pequeñas tiras de encaje color marfil.

-Oh, joder... sí,- dijo suplicando. -Por favor.- El sonido de su ruego, tan necesitado, me quitó el aliento. Agarré las delicadas tiras de tela en mi puño, y las usé para acercarla bruscamente hacia mí, chocando la longitud de mi entrepierna contra el encaje mojado. -Sí, sí.- gruñó de nuevo, levantando su mano por encima de su cabeza y tirando el teclado de mi ordenador al suelo.

-Joder, haz eso de nuevo.

Repetí la hazaña; su cuerpo se deslizó hacia abajo sobre la suave madera, chocando contra mí.

-Joder, Anastasia. Todos estos meses, deseando tocarte... deseando que me tocaras. Se lo mucho que te gusta hacerlo. ¿Verdad?"- Agarró mi pelo con más fuerza, acercándome aún más a ella, embriagándome por el sonido de sus gemidos y el de la tela rompiéndose y cayendo al suelo. -No puedo esperar a llegar a casa y romper este vestido- dije jadeando, acariciando su pezón por encima de la tela. -Te quiero completamente desnuda debajo de mí, con tu pelo esparcido por mi almohada y tus preciosos senos saltando mientras te hago el amor.

Presioné la punta de mi miembro contra ella y agarré sus caderas con fuerza, observando cómo entraba toda mi longitud en su cuerpo. Cerré mis ojos y me detuve, deleitándome al sentirme envuelto por ella. Levantó sus caderas, tomándome más adentro y gruñí, saliendo por completo antes de volver a embestirla. Colocó sus piernas encima de mis hombros y se agarró a los bordes de la mesa, para que pudiera embestirla más bruscamente.
Pero no tenía le mente nublada. Todavía sabía que estábamos en mi despacho, que había gente al otro lado de estas paredes. Escuchaba pisadas en el pasillo, el tráfico en la calle y los teléfonos sonando en la distancia. Sabía que debería importarme, pero no era así.

-Nunca estoy lo suficientemente cerca- dije jadeando. -No hay nada más difícil cuando estoy contigo... o... joder... incluso dentro de tí.

Su cuerpo se deslizaba sobre la brillante superficie con cada una de mis embestidas, con el pelo enredado, sujetándose con las manos. Arqueó la espalda, colocando las palmas sobre la mesa y tirando un montón de documentos al suelo, mientras una nube de papeles revoloteaba a nuestro alrededor. El monitor del ordenador se agitó, amenazando con caerse, los bolígrafos rodaron por la mesa, cayendo una a uno sobre la alfombra.
Besé la longitud de sus piernas desnudas, sintiendo como sus sexis zapatos descansaban cerca de mi cabeza, y apreté mis manos sobre su cadera para entrar más profundamente. Gimió cuando aceleré mis movimientos, agarrando mi camisa abierta mientras su cuerpo se golpeaba con el mío.

-Tócate, nena. Quiero verlo.- Mi voz sonaba brusca y desesperada, intentando alargarlo para ver cómo se corría ella primero. Se llevó una mano entre nuestros cuerpos, acariciando con sus dedos mi abdomen mientras encontraba su clítoris. Gruñí, y gruñí mientras veía sus dedos entre su piel desnuda para acariciarse a sí misma, tensando los músculos una vez que cogió el ritmo. Mis brazos temblaban encima de ella y mi pecho pesaba por el esfuerzo. Sentí como mi cuerpo se tensaba en anticipación, mientras el incendio que había estado prolongando comenzaba a extenderse, sintiendo finalmente la perfecta fricción de su interior.

-Christian- susurró, mirándome y clavando las uñas de su mano libre dolorosamente en mi hombro. Esa visión hizo que gritara, concentrándome en su cuerpo. Ella estaba cerca. Tiré bruscamente de su vestido hacia abajo, dejando su pecho derecho a la vista mientras mis ojos hambrientos lo devoraban y mi mano lo agarraba, sintiendo en mis dedos su endurecido pezón. Soltó un taco, arqueando la espalda de nuevo y tensando su cuerpo a mí alrededor. -justo ahí. Christian... justo ahí.

-Joder... ¿Así?

-Sí... Oh Dios- gimió con un susurró. Mi orgasmo comenzó a formarse en mi cuerpo y no iba a ser capaz de alargarlo más. Agarrando el borde de la mesa de manera casi dolorosa, usé toda la fuerza de mi cuerpo para embestirla, mientras mi miembro palpitaba en su interior. Puse una mano sobre su boca, silenciando sus gritos mientras se tensaba y su cuerpo se tensaba a mí alrededor mientras se corría. Con manos temblorosas coloqué sus piernas alrededor de mis caderas y me colapsé en su interior, mientras mis temblorosos brazos ya no eran capaces de sostener mi peso.

Me abrazó y descansé en sus pechos mientras sus brazos rodeaban mi cuello y sus dedos se movían por mi pelo. Su corazón latía con fuerza en mi oído y planté un beso en su piel sudada.

-Ven conmigo a París.- Las palabras salieron solas de mi boca antes de darme cuenta de lo que había dicho: mi corazón se aceleró mientras esperaba su respuesta.

-¿Qué?- sus manos se detuvieron en mi pelo mientras levantaba la cabeza para ver mi cara. Me levanté, apoyándome en mis antebrazos y la miré, apartando mechones de pelo de su frente.

-Deja que te lleve a París. Quiero llevarte a mi café, agarrar tu mano y pasear por el Sena.- Dije excitado. -Por favor, di que sí, Ana.

-Vale- respondió entre risas. -Vamos a París.

Sujeté su cabeza y la atraje hacia mí, sonriendo contra sus labios.

-Te amo.

-Yo también te amo.

-Podemos ir en Navidad, cuando la oficina cierre durante dos semanas. Así todavía podremos vernos todos los días- Su expresión vaciló un poco, mientras sus ojos miraban hacia abajo. -¿Ana?- pregunté, levantando su barbilla para mirarla a los ojos. Antes de que pudiera responder, el sonido del teléfono de mi mesa rompió el silencio. Me puse de pie, subiéndome los pantalones y abrochándome el cinturón, y ayudándola a ella a levantase, antes de descolgar.

-Christian Grey.

-Christian, te necesito arriba inmediatamente.

-Sí,señor.- respondí, con mi atención puesta de llena en Anastasia, mirandocómo se vestía. -Estaré en cinco minutos.-Colgué el teléfono y me giré hacia ella. -Tengoque ir arriba.- Hice una pausa, mirándola escépticamente. -Ana, ¿estás bien? ¿Te he hecho daño,verdad?"

Sacudió la cabeza y se metió en el baño, volviendocon una de las camisas que guardaba siempre allí.

-No, claroque no. Estoy bien. Solo un poco... agotada.- Sonrió, pero yo sabía quepasaba algo.

-¿Estássegura?- incliné mi cabeza para mirarla mejor. Ella asintió. -Vale. Por qué no vas al baño y te arreglasun poco. Yo recogeré esto y subiré a ver que quiere mi padre. Cuando vuelvapodemos irnos a casa y comenzar a planear nuestro viaje.- Me arrimé a ella,pasando mis dedos por su pelo, y sonriendo.

-Estaréesperando.- dijo susurrando, descansando su mejilla contra mí pecho.

Besé su pelo y volvió al baño. Algo iba mal, perono tenía ni idea de qué. Me quité mi camisa rota y me puse una nueva. Recogílas cosas que se habían caído, y me reí mientras recogía la pila de papeles quese esparcían por todo el suelo.
Aparentemente las declaraciones de amor no habíanayudado a apaciguar nuestro descontrol.
Rodeé la mesa y recogió sus bragas rotas, sonriendocuando abrí el cajón para guardarla con las demás. Cuando volviera se loenseñaría, no podía esperar para ver su reacción.

-¿Ana? Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo?- le dijea través de la puerta.

-De acuerdo.-contestó.

Comprobé por última vez mi despacho y después deecharme un vistazo en el espejo que colgaba al lado de la mesa de Anastasia, medirigí al ascensor. Mi mente estaba pensando en llevar a Anastasia a París,enseñarle todo lo que a mí me encantaba y poder verlo a través de sus ojos.Sonreí y sacudí la cabeza cuando las puertas doradas se abrieron, y me dicuenta de que aún estaba sudado.

Salí del ascensor y continué por el pasillo,sonriendo a la asistente de mi padre y saludándola con la mano. Llamé a lapuerta, entré en su despacho y le sonreí.
Pero él no me sonrió.
Supe en ese momento que, finalmente, nos habíanpillado. 

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Holanda, este ya pueden pasar a mi perfil y aja ya publique la otra historia y me cuentan que tal :3   

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora