Capitulo 23

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Pov Christian

Nuestros cuerpos se movían juntos sin esfuerzo,sudados. Con cada embestida, ella levantaba las caderas, mientras que con suspiernas alrededor de mi cintura, me hacía entrar más profundamente.
Estaba tan perdido en ella que el tiempo parecíaque se había detenido. Nuestras manos seguían entrelazadas sobre su cabeza yella comenzó a apretar con fuerza. También estaba muy cerca, sus gemidos sevolvieron más sonoros, diciendo mi nombre una y otra vez, llevándome al límite.

-Córrete para mí, Anastasia. Quiero sentircomo te corres a mí alrededor. "- Mi voz era rabiosa por la desesperación que sentía. Estaba muy cerca, pero quería esperar por ella.

-Oh dios, Christian-gimió, - Di algo más.

Joder, a mi chica le iba el "dirty talk. "

Espera... acabo de decir ¿"mi chica"?

-Por favor.-El sonido de su voz, rogando, fue suficiente para distraerme de ese pensamiento, y giré mi cabeza para susurrar en su oreja.

-Me encanta estar dentro de ti, mi pequeña provocadora. Voy a hacerlo toda la noche. No vas a poder andar mañana.

Joder, si continuaba con esto, iba a perder. Sus piernas me atrajeron más cerca, y sus manos apretaban las mías con tanta fuerza que casi era doloroso, mientras comenzaba a sentir como se tensaba a mi alrededor. Dejé de lado todo mi control, y profundicé mis caricias,levantándola de la cama con cada embestida. Estaba ya en el límite, y cuando gritó mi nombre, no podía aguantarlo más.

Joder!

-¡¡Oh Dios!!-Amortiguó sus gritos contra su cuello y sentí como su cuerpo se ponía rígido ysus músculos se contraían a mí alrededor. Nada en el mundo era mejor que esto,sintiendo como nos acelerábamos juntos.

Nuestros cuerpos comenzaron a calmarse y puse micara muy cerca de la suya, rozando su nariz.

-Eso ha sido..."-no pude terminar, incapaz de encontrar las palabras. Tenía la boca seca, y mismúsculos dolían.

Estaba exhausto. Deshice el nudo de nuestras manos,
y acaricié sus dedos, intentando que volviera acircular la sangre.

-Lo se.- Dijo riendo contra mis labios.Nos giramos, con su cabeza descansando entre mi hombro y mi cuello. Su cuerpo tembló un poco y bajé la cabeza para mirarla.

-¿Tienes frío?- le pregunté, cogiendo con mis dedos su pelo, todavía húmedo.

-No.-respondió, sacudiendo la cabeza ligeramente.- Solo estoy... abrumada.- La acerqué a mí y nos cubrí con las sábanas.No quería irme, pero no estaba seguro de si ella lo querría.

-Yo también.

El silencio creció entre los dos, y me pregunté sise había quedado dormida. Me separé ligeramente, pero su voz me cogió porsorpresa.

-No te vayas.-Susurró en la oscuridad. El aire se me trabó en la garganta por la sensaciónque me causaron sus palabras. Quería quedarme, pero estaba asustado.

Esto era tan nuevo para los dos, tan nuevo para mí.¿Habían cambiado las cosas entre nosotros? Necesitaba decir algo, pero teníatanto miedo de decir las palabras. ¿Qué éramos el uno para el otro? Estaba cansado, y quería esperar hasta mañana, pero sabía que ahí, en la oscuridad,las palabras eran más fáciles de decir.

-Ana -Estaba sorprendido de lo bien queme sentaba decir su nombre, por como algo tan simple podía ser tan poderoso.Sentí como se ponía tensa, obviamente esperando que dijera que me iba.- Quiero quedarme. Ya no puedo estar alejadode ti.- Hice una pausa, tratando de organizar todo lo que estaba pensando.-Sé que está mal que te desee tanto,pero... nunca me había pasado.- Nunca había sido tan honesto con una mujer.

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora