Capitulo 16

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Pov Christian

Era un idiota. No había otra manera de explicarlo. Allí, de pie, mirando a Claudia, las palabras salieron solas. Había sido un error. Podía ver a la señorita Steele mirándome por el rabillo del ojo; y al ver el dolor y el shock en su cara me hizo sentir como si me hubieran golpeado el estómago. Podía imaginarme como se sentía. Acababa de compartir con ella una de las experiencias sexuales más intensas e increíbles de mi vida, y me había referido a ello como un error. Dios, incluso yo quería darme una patada en el culo.

-Error ono, tiene que parar ahora. "- Las palabras de Claudia me sacaron de mispensamientos.- ¿Qué pasa si hubiera sidoGrace? Y Christian, eres su jefe ¿Te has olvidado de eso?"- Esa afirmaciónsolo profundizo la vergüenza que sentía por mi comportamiento.
¿Me estaba aprovechando de ella? Volví a pensar ennuestros numerosos encuentros, y me aliviaba de alguna manera pensar que ellahabía sido una participante activa en todo esto, pero ni así conseguía calmarmi culpa.
-Mira, los dos son adultos y no sé qué estápasando aquí. Pero sea lo que sea, no pueden permitir que Carrick lo descubra."
Mi padre. Con todo lo que había ocurrido, no mehabía parado a considerar las consecuencias si él nos hubiera descubierto. Nosolo sería una profunda mierda para mí; para la señorita Steele seríadevastador. Había visto de primera mano cómo se llevaba con mis padres, y estetipo de situación dañaría esa relación sin reparación posible. Mis padres eranbuena gente, amables, y sabía que nunca se lo tomarían muy severamente, peroeso no cambiaba el hecho de que estarían profundamente disgustados... connosotros dos.

Sabía que Anastasia estaba teniendo la mismabatalla interna que yo. Pero todavía no estaba preparado para su respuesta encuanto al dijo.

Un minuto...pensé en ella como... ¿Anastasia?

-Eso no será problema. "- dijo,mirándome de una manera que me hizo retroceder ligeramente.- Aprenderé de mi error. Si me disculpan.-Antes incluso de poder pensar en una manera de detenerla, se dio la vuelta ybajó las escaleras.
-¿Has perdido el juicio, Christian?- elintentó por susurrar fue en vano. Me giré rápidamente para mirarla en cuanto supuño golpeo mi bíceps.
Claudia!"-, le grité, frotando el puntodolorido mientras la miraba.- ¿Quédemonios te pasa?"
-¿Desde cuándo están con esto? Tengo la sensación de que esta no hasido la primera vez.- No quería que se metiera en esto, especialmente,aquí.
-Claus, tequiero, pero esto no es asunto tuyo. "-Sus ojos se abrieron más y abrió laboca.
-¿Que no es asunto mío?- espetó enfadada.- Bueno, si querían mantenerlo en secreto,no deberían haber follado en el baño mientras toda tu familia estaba escalerasabajo. "
-No voy a seguir discutiendo esto contigo. "- dije, finalizando la conversación.- Y te pido por favor que esto se quede entrenosotros. No quiero que nadie se involucre.
Ella continuó mirándome, pero no respondió. Decidíque ya había hablado demasiado y me giré para irme, pero me detuvo poniendo unamano sobre mi antebrazo.
-Realmenteeres un cretino a veces. Lo sabes, ¿verdad?"- Sin esperar una respuesta,pasó por mi lado para volver a la cena. Mientras bajaba el primer peldaño, sevolvió para mirarme.- Y por el amor dedios, arréglate el pelo. "
Fruncí el ceño, pero automáticamente me pasé lamano por el pelo, peinándolo con los dedos mientras bajaba las escaleras detrásde ella.
En cuanto salimos al jardín, me sentí abrumado porla necesidad de estrangular a Jack.
Estaba sentando, inclinado hacia ella, con unaexpresión de preocupación en su cara, preguntándole si se encontraba bien.

¿Lo estaba?

Antes de que me pudiera sentar, ella dijo que no seencontraba bien y que ya había sido suficiente por hoy. Estaba a punto deofrecerme para acompañarla cuando Jack se puso de pie. Jodido Hyde. Me loestaba poniendo muy fácil para odiarlo.
Puse la excusa de una importante llamada deteléfono, y los seguí en silencio, esperando en la puerta. Mi pecho se llenócon una rabia animal mientras los observaba juntos, y el aire dejó mis pulmonescuando vi que se cambiaban los teléfonos. Eso quería decir algo; iba a verlootra vez, incluso después de lo que habíamos hecho. Solté un taco entre dientescuando él se acercó y besó su mano, colocando un mechón de pelo detrás de suoreja. La misma oreja que yo acababa de besar y susurrar. Jack se quedó de pie,observando como ella se iba antes de volver a la casa. Nuestros ojos seencontraron y juro que me estaba desafiando. Eso era. Tenía que hacer estobien.
Esa noche dormí fatal. Me tiré sobre mi enorme camadurante horas, observando las luces de la ciudad desde mi ventana; losrecuerdos de esa noche se repitieron una y otra vez en mi cabeza. Mi plan habíadesaparecido delante de mi cara, pero todavía no podía lamentarme por las cosasque nos habíamos hecho el uno al otro. Estaba mal, era complicado y enrevesado,y estábamos jodidos, pero todo eso no quitaba que fuera increíble. Sacudí lacabeza, pensando que al decir que era increíble, me quedaba corto.
La luz del sol comenzó a impregnar la ciudad,reflejándose en el cromo y el cristal de los edificios. Me levanté de la cama aregañadientes y me dirigí a la ducha; si me daba prisa, podría correr un pocoantes de quedar con Tasha para firmar los papeles de la donación.
Nunca trabajaba los domingos, pero cuando ella mellamó la pasada noche y me explicó la situación de su viaje, acepté. Enrealidad todo lo que quería hacer era conducir muy lejos para alejarme de misproblemas tanto como pudiera, pero como siempre, el trabajo era lo primero. Elresto podría esperar.
A las 10:30, quedé con Tasha en la puerta de unpequeño bistró en el centro de la ciudad, y nos saludamos con cortesía. Mifamilia conocía a la suya desde hacía años, y ella organizaba las obrasbenéficas más influyentes para niños autistas de todo el país.
Era guapa e inteligente, y aunque éramos grandesamigos, nunca nos interesamos el uno por el otro de manera romántica. Mantuvela puerta abierta para dejarla pasar, y la guie hasta nuestra mesa,asegurándome de apartar su silla. Mi madre me había educado para ser un caballero,no importaba lo mucho que parecía que llevaba ignorándolo.
Estuvimos bromeando acerca de nuestra relación,cuando de repente sentí que estaba siendo observado. Levanté la cabeza, y miestómago dio un vuelco cuando me encontré con los ojos de la señorita Steele.Enseguida apartó la mirada, molesta por haberla pillado, y habló con su amiga.Cuando sonó el teléfono de la otra chica, se excusó y se dirigió a la parte deatrás del restaurante. Antes de planear algo, le dije a Tasha que volveríapronto.
Asintió con una pequeña sonrisa y un guiño, y mepuse de pie para seguir a la señorita Steele a través del restaurante.
Dios, estaba muy sexy, vestida de fin de semana,con unos pantalones de yoga, negros y ceñidos y una camiseta blanca. Llevaba elpelo recogido en una coleta, y mientras caminaba delante de mí no pude evitarmirar su perfecta cola, recordando la última vez que lo había visto dispuestopara mí.

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora