Capitulo 24

6K 439 7
                                    

Pov Anastasia

La consciencia comenzó a vencer a mi sueño, e intenté evitarlo. No quería despertarme.

Estaba calentita, cómoda y contenta.

Dios, esta era la mejor cama de hotel de la Historia.

Vagas visiones de mi sueño se paseaban detrás de mis ojos cerrados mientras me acurrucaba en la sábana más cálida y con el mejor aroma donde había dormido jamás.

Algo cálido se presionó contra mí, y mis ojos se abrieron de golpe para ver una cabeza de pelo alborotado en mi cara.

Cientos de imágenes destellaron en mi mente en ese segundo, mientras la realidad de la pasada noche retumbaba en mi cerebro. Joder... era real.

Mi corazón se aceleró en cuando levanté la cabeza ligeramente para ver al guapísimo hombre agarrado a mí. Su cabeza descansaba sobre mi pecho, su perfecta boca estaba abierta parcialmente, haciendo que su aliento caliente chocara contra mis pechos desnudos. Su largo cuerpo estaba tumbado a mi lado, con nuestras piernas entrelazadas y sus fuertes brazos me rodeaban con fuerza.

Se había quedado.

La intimidad de nuestra postura me golpeó con tanta fuerza que casi me quita el aliento. La avalancha de sentimientos me abrumó, haciendo que mi estómago se encogiera y mi pecho doliera. No solo se había quedado; estaba aferrado a mí. Nunca en mi vida había vivido un momento tan poderoso, y luché para poder respirar y no entrar en pánico. Era completamente consciente de que cada centímetro de nuestros cuerpos se tocaba. Sentía su aliento acariciando mi piel, y el poderoso latido de su corazón contra mi pecho. Mis dedos ardían por recorrer su piel. Mis labios dolían para presionarlos contra su pelo.
Era demasiado. Él era demasiado.

Algo había cambiado esa noche, y no estaba segura de sí estaba preparada para lidiar con eso. No sabía lo que ese cambio podría implicar, pero estaba ahí.
En cada movimiento, en cada caricia, en cada palabra y en cada beso; éramos uno solo. Me estremecí un poco al pensar en eso. Ningún hombre me había hecho sentir de esa manera, como si mi cuerpo hubiera sido hecho para encajar con el suyo.

Había estado con otros hombres, pero nada comparado con esto. Me sentía como si me hubiese dejado llevar por una fuerza de la naturaleza, completamente incapaz de cambiar el curso. Era terrible, aunque de alguna manera estaba bien; y no estaba segura de sí podría seguir luchando contra eso.

Cerrando mis ojos con fuerza, intenté sofocar la sensación de pánico que estaba creciendo en mí. No me arrepentía de lo que había pasado. Había sido intenso y precioso, pero necesitaba unos minutos para mí antes de encararme con él.

Puse una mano en su pelo, y la otra en su espalda, y me las apañé para girarlo y apartarlo ligeramente de mí. Comenzó a revolverse y me congelé, abrazándolo y deseando en silencio que se volviera a dormir. Murmuró mi nombre antes de volver a respirar, y salí de debajo de él.

Sonreí para mí misma; ¿estaba soñando conmigo? ¿Sabía que todavía estaba aquí?

Observé como dormía durante un momento, mientras el pánico desaparecía, y una vez más me quedé muda simplemente por su belleza.

Todavía durmiendo, sus facciones eran tranquilas, muy diferentes a las que yo estaba acostumbrada. Su pelo estaba desordenado, sin duda se había pasado las manos durante toda la noche. Un mechón caía sobre su frente, y con mi dedo se lo eché hacia atrás. Unas pestañas largas, pómulos perfectos, labios gruesos y la ligera barba que cubría su mandíbula, completaban la cara más perfecta que había visto en un hombre.

Su cuerpo era delgado y musculoso, con una línea de pelo que recorría su pecho y desaparecía debajo de la blanca sábana enredada en sus caderas. En contra de mi voluntad, mi cuerpo respondió por instinto ante el hombre que tenía tumbado ante mí. Necesitaba salir de allí.

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora