Capitulo 31

5.4K 427 8
                                    


Pov Anastasia

Continué allí tumbada, aferrada a su almohada mientras mis ojos comenzaban a pesar.

Quería esperar por él. Sabía que había sido una tonta, pero necesitaba sentir su cuerpo caliente al lado del mío, y sus fuertes brazos a mí alrededor. Bostecé y sonreí al imaginármelo mientras me abrazaba, susurrando, diciendo que todo esto era real y nada cambiaría por la mañana. Antes de darme cuenta, mis ojos se cerraron y me volví a quedar dormida.

Un poco después, me desperté de nuevo, y de nuevo estaba sola. Me giré un poco y miré la hora. 3:14. ¿Qué? Buscando en la oscuridad, me puse lo primero que encontré y caminé hacia el baño.

-¿Christian?- No tuve respuesta, llamé suavemente. -¿Christian?- . Un gruñido sonó al otro lado de la puerta.

-Vete.- Su voz era ronca y hacía eco en las paredes del baño.

-¿Christian, estás bien?

-No me siento bien. Vuelve a la cama, estaré bien.

-¿Puedo traerte algo?- pregunté.

-Estoy bien, Por favor, vuelve a la cama.

-Pero...

-Anastasia- gruñó obviamente molesto por mis preguntas.

Vale. Me di la vuelta, no muy segura de lo que hacer, combatiendo contra una inquietante y extraña sensación. ¿Podía ponerse enfermo? En un año, solo lo había visto algo constipado. Era obvio que no quería que me quedara husmeando en la puerta, pero no había manera de que pudiera volverme a dormir. Caminando hacia la cama, estiré las sábanas y me dirigí al salón de la suite. Cogí una botella de agua del mini bar y me senté en el sofá.

Si él estaba enfermo, quiero decir realmente enfermo, no habría manera de que coger ese avión en un par de horas. Sabía que estaba mal y me sentía horrible por pensar eso, pero no pude evitar sentir algo de felicidad por eso. No teníamos que irnos. Por ahora no.

Me sentí más calmada, aunque todavía un poco culpable, y encendí la televisión, cambiando los canales. Infomerciales. Una película mala. Nick at Mite. Ahh... el mundo de Wayne. Me eché hacia atrás en el sofá, colocando las piernas debajo de mí y me preparé para esperar. A mitad de la película, escuché el agua correr en el cuarto de baño.

Me puse de pie y escuché el primer sonido en casi una hora. La puerta del baño se abrió y salté del sofá, cogiendo otra botella de agua antes de entrar en la habitación.

-¿Te encuentras mejor?- le pregunté preocupada.

-Sí, mucho mejor. Creo que necesito dormir. "- contestó mientras subía a la cama, enterrando su cara en la almohada.

-Qué... ¿qué te ha pasado?"- puse una botella de agua en la mesilla de noche y me senté en el borde de la cama, a su lado.

-Es el estómago. Creo que ha sido el sushi.- Sus ojos estaban cerrados e incluso en la débil luz que venía de la sala de estar, pude ver que tenía muy mala cara. Se dio ligeramente la vuelta, pero lo ignoré, y puse mi mano sobre su pelo, y la otra en su mejilla.

Su pelo todavía estaba húmedo y su cara pálida, y a pesar de su reacción inicial, se relajó con mi tacto.

-¿Por qué no me despertaste?- le pregunté suavemente, apartando unos cuantos mechones mojados de su frente.

-Porque la última cosa que quería que vieras, era a mí vomitando.- respondió casi gruñendo. Puse los ojos en blanco y le di la botella de agua.

-Podía haber hecho algo. No tienes que ser tan machito.- le dije provocando, aliviada cuando volvió a mirarme.

-No quería despertarte.- Me miró por un momento, antes de volver la vista abajo.-Tenemos un vuelo dentro de un par de horas y necesitas dormir.

-No- insistí, sacudiendo la cabeza y arropándolo con las sábanas.- No nos vamos a ningún lado. Necesitas descansar, y yo me encargaré de todo lo demás.- Me sorprendí cuando no me lo discutió, y asintió con la cabeza. -Bien, gracias por no ser un terco. "

Murmuró algo y se dio la vuelta, durmiéndose casi al instante. Cogí mi BlackBerry y la llave de su habitación. Estaba a punto de salir al pasillo cuando me di cuenta de lo que llevaba: su camisa de la pasada noche. Solo su camisa. No podía ir hasta su habitación para coger su maleta vestida así. Revolví mi equipaje hasta encontrar un par de shorts que usaba para dormir y me los puse. Con suerte no habría nadie en el pasillo a esta hora. Miré arriba y abajo el largo pasillo antes de salir y corrí hasta su puerta. Dios, ¿por qué me siento como si acabara de cometer un crimen? Rápidamente abrí su suite, recogí su ropa, la metí en la maleta y volví a mi habitación, haciendo una lista mentalmente de las cosas que iba a necesitar. En estas cosas era buena; actuar bajo presión y trazar planes. Afortunadamente, esta era la distracción que necesitaba hoy para mantener mi mente ocupada.

En cuanto entré en la habitación, dejé su maleta sobre la mesa y llevé su ropa conmigo hasta el dormitorio. El sonido de su profunda respiración me alegró y no pude resistir pasar los dedos por su pelo, y besarle la frente. Se estiró un poco y di un paso atrás, no queriendo despertarlo. Dejé su ropa en el baño, y cogí lo necesario para trabajar.

Cambiar nuestro vuelo se volvió más difícil de lo que originalmente pensaba. Entre una reunión que no se podía cambiar en tan poco tiempo y un montón de vuelos reservados, nuestra única opción era volar esta misma noche. Cambié la reserva del vuelo y recé para que él tuviera razón, y su malestar solo fuera por algo que había comido. A las 8:30 ya había programado todo de nuevo, había hablado con el hotel acerca de nuestras habitaciones e incluso había llamado a Grace para descubrir algunas de las cosas favoritas de Christian cuando estaba enfermo.

Tal y como había sospechado, la última vez que lo había mimado con pollo con fideos y polos de helado, todavía llevaba pañales. Estaba encantada de escucharme, y tuve que tragarme la culpabilidad que sentía cuando me preguntó si él se estaba portando bien. Le aseguré que todo iba bien y que solo estaba sufriendo un virus estomacal. Le dije que mañana por la mañana estaríamos en casa, y que por supuesto, él la llamaría.

Lo escuché moverse un par de veces, al pasar por las diferentes habitaciones, pero en las siguientes horas, sus viajes se hicieron menos frecuentes. Fui a comprobar cómo estaba a menudo, asegurándome de que no tenía fiebre, o si cogía frío, y que estaba bebiendo, pero de alguna manera, le concedí su espacio. Estaba especialmente agradecido por ello.

Quería ofrecerle comodidad, y pasar hasta el último minuto a su lado, pero también entendía que no quería parecer débil frente a mí.

Con una lista de cosas que me había dado Grace, entré en la oscuridad del dormitorio para cambiarme y comprobarlo por última vez antes de irme. Me sorprendí cuando lo encontré sentado en el borde de la cama con sus ojos clavados en el suelo. Parecía sumergido en sus pensamientos, pero en cuanto entré levantó la cabeza y se encontró con mis ojos, y la comisura de su boca formó una sonrisa. Atravesé la habitación, y me paré justo delante de él. Lentamente, levantó la mano y la puso en mi cintura. Nos quedamos en silencio mientras su pulgar trazaba pequeños círculos en mi abdomen y su otra mano se movía hasta mi cadera. Delicadamente me acercó a él, clavando sus ojos en donde estaban sus manos.

-Me gustas con mi camisa"- dijo lentamente. Los bordes de su boca se elevaron más.

-Gracias- susurré.- A mí también -El silencio de la habitación nos envolvía, solo se escuchaba el sonido de sus dedos acariciando la tela, y nuestra suave respiración. Miró hacia arriba finalmente, y mi pecho dolió en cuanto vi lo cansado que estaba. Acaricié con cuidado su pelo, apartándolo de su frente. Me encantaba la sensación de su sedoso pelo entre mis dedos.

-Gracias, Ana.- Sus palabras eran sinceras y gentiles, y las acepté sin preguntas, dejando que ambos disfrutáramos de este momento juntos. Sus manos parecían temblorosas cuando acarició la espalda, y luego me rodeó con sus brazos completamente. Me puse entre sus piernas, y con mis brazos lo abracé mientras él descansaba su cara en mi estómago. Suspiró profundamente y me incliné, besando su pelo. No querría irme jamás.

-De nada- Le dije suavemente mientras apoyaba mi mejilla en su cabeza.- ¿Te encuentras mejor?

-Mucho mejor.- respondió.

-Pareces tan cansado- susurré mientras pasaba mis dedos por su pelo, hasta su nuca. Su cuerpo pareció relajarse y sonreí al saber que estaba empezando a aprender a reconfortarlo.

-Lo estoy- respondió asintiendo y bostezando.

A regañadientes, me aparté y puse mis manos en su cara.

-Necesito bajar a una tienda, así que quiero que sigas durmiendo.- Pude ver que estaba a punto de protestar, y sacudí la cabeza.- Por favor. Ya me he encargado de todo. Todo lo que tienes que hacer es descansar. ¿Hay algo que quieras que te traiga antes de irme?"

-No... solo voy a dormir... o a vomitar. Dejo que adivines.

-Bueno, gracias por compartirlo conmigo. - Me reí, sin querer irme de allí todavía.

-¿Me prometes que te volverás a poner mi camisa cuando volvamos a casa?- Sus dedos juguetearon con los botones. Mi estómago dio un brinco cuando usó la palabra "casa"

-Bueno... si eso te hace sentir mejor.- le dije encogiéndome de hombros.

-Así es.- Sonrió ampliamente y las mariposas de mi estómago se intensificaron. Dios, esa sonrisa siempre me hacía temblar. Con piernas temblorosas, me aparté de él y me fui a cambiar, consciente del hecho de que él estaría observando todos mis movimientos.

Recogí mis cosas y me metí en el baño, vistiéndome rápidamente con un par de pantalones de yoga y una camiseta con chaqueta a juego. Me recogí el pelo y opté por las gafas en vez de las lentillas. Cuando volví al dormitorio, dejé su camisa doblada sobre la cama y lo observé mientras me ponía mis zapatillas deportivas. Parecía que se había dormido otra vez, y tuve que reunir fuerza para no caminar hacia él y besarlo. Quizás sería una buena idea. Dejé su teléfono móvil al lado de la cama, asegurándome de que el tono estaba en vibración, y con un último vistazo, salí rápidamente de la habitación.

No me costó mucho encontrar una tienda y comprar todo lo que necesitaba. En veinte minutos ya estaba de vuelta en el hotel. Me sobresalté con el sonido de móvil en mi bolso y lo cogí, pensando instantáneamente en Christian necesitando mi ayuda. Miré la pantalla del teléfono y no me sorprendió mucho ver el nombre de Carrick en vez del suyo. Tragué saliva y me preparé para hablar con él.

-Anastasia-Su exuberante voz sonó a través del aparato y me debatí entre estar feliz porescucharlo o preocupada por que pudiera ver a través de mí.

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora