Capitulo 53

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Pov Christian 


-No puedo creer que estés aquí- le dije en su pelo, mientras su familiar olor se apoderaba de mí, el año transcurrido desde que nos habíamos visto pareció esfumarse. Cerré los ojos con fuerza. El día había sido muy estresante y estaba abrumado por el hecho de que ella estuviese en mi puerta. -Que...no entiendo- Di un paso atrás y tomé su cara entre mis manos, buscando su rostro. Era aún más hermosa de lo que recordaba.

-Lo sé- respondió ella, sacudiendo la cabeza ligeramente y enjuagándose las lágrimas de su cara.

-¿Estás bien?- suspiré, cayendo fácilmente en las redes del francés que había hablado exclusivamente durante seis años.

Ella sonrió alegremente, toda su cara se encendió.

-Christian, solo quería decirte que.... ¡Me voy a casar!

-¿Qué tu qué?- respondí incapaz de contener mi sonrisa. Le cogí su mano izquierda, encantado de ver el hermoso anillo que llevaba en su dedo. Lo llevé a mi boca y lo besé suavemente. -Dios estoy tan feliz por ti, Leila

Ella se inclinó y me susurró

-Estoy bien ahora, Christian. Está bien.- Su simple declaración alivió algo dentro de mi pecho, la culpa que había estado cargando todo este tiempo se evaporó con sus palabras. Envolví mis brazos alrededor de ella con fuerza.

-Gracias- suspiré, con mis brazos apretando a su alrededor, disfrutando de la silenciosa liberación, la liberación que tanto necesitaba.

Ella se apartó para encontrarse con mis ojos y su sonrisa se tambaleó, su frente arrugada por la preocupación.

-¿Christian?- buscó en mi cara, seguramente encontrándose con mis ojos rojos y mi agotada apariencia. -Christian, ¿Que te ocurre?- Preguntó con voz de pánico y expresión repentinamente alarmada

Miré hacia abajo brevemente, tragué saliva, dispuesto a negar que mi mente empezó a trabajar en cientos de excusas que explicasen mi estado actual. Pero cuando la miré de nuevo, supe que no tenía sentido mentirle a ella. Leila había sido la única mujer que había querido, la única mujer aparte de Anastasia de la que había estado emocionalmente cerca. Tenía que ser honesto, a partir de ahora.

-¿Por qué no entras?- le dije, dando un paso atrás y acercándome a mi puerta.

Ella asintió y siguió dentro. Vi cómo se sentó en el sofá, mirando vacilante mi apartamento, fijándose en todo y seguramente viendo cosas que ella recordaba.

Me senté junto a ella y me pasé la mano por el pelo, tratando de decidir por dónde empezar.

-Christian, no hace falta que me lo cuentes todo. Yo solo quiero asegurarme de que estás bien- dijo en voz baja, inclinándose hacia delante y colocando su mano sobre mi rodilla.

Sonreí, agarrando su mano con la mía. A pesar de todo lo que había ocurrido entre nosotros, que ella me ofreciese su amistad significaba más para mí de lo que jamás podría expresar.

-Estoy bien- empecé a decir riendo y sacudiendo la cabeza -Bueno, eso es una jodida mentira. No estoy bien"- Me pasé la mano por la cara y me recosté en el sofá. -Soy un idiota, he dejado escapar lo mejor que me ha pasado en la vida por ser demasiado cobarde y no ser honesto con ella- Me detuve de repente, dándome cuenta de cómo debió sonar -Oh Dios, Leila yo...

-No- dijo ella, apartando su mano en señal de protesta. -No sientas que has encontrado a alguien, Christian. No voy a mentirte. Pasé mucho tiempo enfadada contigo, sufriendo y pensando por qué no podías seguir amándome como lo hacías...Pero he seguido adelante. Hemos seguido adelante.- Sonrió, reclamando de nuevo mi mano. -Ahora veo que tenías razón, que solo amar a alguien no es suficiente, que debes esperar hasta que encuentres tu corazón"- Miró su anillo, con una alegría tan palpable que no podía ser contenida. -Lo he encontrado, y él es perfecto

Me miró, no podía dejar de sonreír. Yo sabía exactamente de lo que estaba hablando. La escuché feliz cuando me contó cómo se conocieron, cómo su relación avanzó y cómo ella supo que él era la persona destinada a estar con ella.
Con un suspiro suave y contenido se detuvo.

-Vuelvo a revivirlo una y otra vez- me dijo con una carcajada. -Cuéntame sobre esa mujer que obviamente te ha robado el corazón- Se lo conté todo: la forma estúpida en la que había manejado la situación, lo aterrado que estaba de que ella no quisiese arreglar las cosas, y cómo sabía que Anastasia era la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida. Y como la maravillosa persona que ella era, me escuchó....y se sintió feliz por mí.
Continuamos poniéndonos al día durante un buen rato después de eso. Estar juntos de esta forma era tan natural, como viejos amigos que perdieron el contacto.

-Espera un momento- comencé, dándome cuenta de repente de que no tenía ni idea de cómo había llegado ella hasta aquí. -¿Qué estás haciendo en Chicago? Quiero decir, pensé que todavía seguías en París.

-Lo estaba. Nosotros, Ethan y yo, estaremos en Chicago esta noche. Él está ahora en el bar de abajo haciendo unas cuantas llamadas telefónicas- hizo una pausa, mirándome extrañamente incómoda por un momento. Me incliné hacia delante apretando su mano de forma tranquilizadora. Ella sonrió en agradecimiento antes de continuar. -¿Te gustaría conocerlo?

Para ser honesto, yo sólo quería que esta noche terminase. Después de todo lo ocurrido hoy, bajar abajo y socializar sonaba como la última cosa que quería hacer. Pero mirando a sus ojos y viendo la absoluta felicidad reflejada en ellos hacia mí, sabía que tenía que conocerle y darle las gracias como un hombre responsable.

-Por supuesto- dije en voz baja, sonriendo ante el chillido de placer que se le escapó. -Dame un segundo para arreglarme y bajamos

Ella asintió con la cabeza, poniéndose de pie para mirar alrededor mientras me dirigía a mi cuarto.
Me cambié rápidamente de camisa y me observé en el espejo, me detuve en la puerta volviendo a mirar mi teléfono que permanecía sobre la cama. Mis ojos se posaron sobre la alfombra mientras batallaba conmigo mismo si debía comprobar una vez más si había algún mensaje de Anastasia. Con un profundo suspiro, acorté la pequeña distancia y lo cogí, presionando la pantalla para ver el estado.
No hay mensajes.

Mi mandíbula se apretó y mi estómago se encogió, ya fuese de dolor o de ira, no estaba seguro. Yo sabía que necesitaba tiempo pero ¿Cómo podía simplemente ignorarme?
Arrojé el teléfono a la cama con más fuerza de la necesaria, me volví rápidamente y maldiciendo en voz baja volví a la sala de estar.

Logré una sonrisa cuando la mirada de Leila encontró la mía, y si había notado el cambio de estado de ánimo, ella no lo mencionó. Hablamos de recuerdos que habíamos dejado atrás a medida que nos dirigíamos al ascensor, dejé que su presencia me calmase un poco. Cuando las puertas se abrieron, le indiqué con un gesto que pasase ella primero y presioné el botón para ir abajo.

-Oh- comenzó a decir, agachándose para recoger algo del suelo. -Parece que a alguien se le han caído las gafas.

Me acerqué a ella, clavando los ojos en las familiares gafas que sujetaba.

-Parecen de...- me detuve mientras se las cogía, pensativo mientras consideraba la posibilidad. Las giré sobre mi mano, pasando el pulgar sobre el logo en relieve, sabiendo que lo había visto en incontables veces. Mi pulso se aceleró y mi mente pensó con rapidez mientras seguía inspeccionándolas. No podían ser de Anastasia... ¿o sí? ¿Por qué no las había visto al subir? Pensé en todo lo que me había pasado hoy. ¿Cabría la posibilidad de que hubiera venido a mi edificio? ¿Podría haber decidido... darme una oportunidad?

-¿Christian?

-Oh dios-dije jadeando, sin darme cuenta de que me había movido hasta que el metal frío del interior del ascensor chocó con mi camisa. Mi estómago daba vueltas y todo el aire de mis pulmones se escapó mientras observaba la escena en mi cabeza.

Anastasia venía a verme.
Anastasia me veía con Leila.
Anastasia saliendo tan rápido que no se dio cuenta de que sus gafas se habían caído al suelo.
No.

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Subo este para que aja aqui se aclara todo sobre la visita de Leila, ajajaj es que estoy leyendo los comentarios y quieren linchar a Christian...

Gracias por leer :3 la ailoviu


Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora