Capitulo 44

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Pov Christian

Cuando llegamos al parking y nos bajamos, le prometí a mi hermano que lo vería más tarde en una reunión.

-¿Hambrienta?- le pregunté, señalando mi coche.

-Mucho.- dijo entre risas.

Le abrí la puerta, observando cómo se sentaba en el asiento, prometiéndome a mí mismo que me comportaría correctamente. Íbamos a reuniones y comidas siempre juntos, así que no estaba particularmente preocupado por las apariencias. No hubo ni un momento aburrido en la conversación mientras nos dirigíamos a un restaurante italiano en la periferia de la ciudad. Sostuve su mano todo el tiempo, disfrutando del simple hecho de poder tocarla, y aliviado por el roce de su pulgar, trazando círculos perezosos en mi mano.
En cuando aparqué, apagué el motor y me giré hacia ella.

-Gracias por venir.

Sonrió ampliamente, mientras yo me consumía pensando lo mucho que la adoraba.

-Me agrada tenerte para mi sola durante un rato.

Nos quedamos sentados en el coche, bajo la sombra de un gran roble. Los indicios del verano nos rodeaban; hierba brillante, flores coloridas, grupos de gente disfrutando del sol. Pero lo único que yo veía era ella. Sus ojos volaron hasta mi boca, mientras mis dedos acariciaban el delgado tirante derecho de su sujetador.

-No puedo creer lo mucho que te deseo ahora mismo, "- dije, con voz grave. -¿Se acabará esto alguna vez?- Deslicé mi mano por su pelo, sujetando su nuca y atrayéndola a mí mientras mi pulgar acariciaba la suave piel de su garganta.

-Espero que no.- Susurró contra mis labios entreabiertos, y cerré los ojos para saborear su cálido aliento en mi lengua. Acorté la distancia y presionó su boca contra la mía, tomando delicadamente mi labio superior entre los suyos. Gemí ante la urgencia que ese besó mandó a todo mi cuerpo, endureciéndome al instante y maldiciendo el hecho de que mi coche no tuviera asiento trasero. Me aparté, presionando mi frente contra la suya, y sintiendo bajo mi pulgar, como su sangre fluía con rapidez.

-Me encantaría que nos quedáramos aquí sentados y besarnos todo el día, pero si quieres comer conmigo antes de mi próxima reunión, tenemos que salir ahora de este coche.- murmuré rápidamente. Se rio y besé su pelo, sonriendo por el familiar olor a naranjas. -Espera aquí.- le ordené. Salí del coche y caminé hasta su puerta, para abrirla. Le ayudé a salir y una vez más, admire la manera en que ese maldito vestido se apretaba a su cuerpo. Coloqué mi mano en su espalda de manera posesiva mientras caminamos hacia el restaurante.
Había reservado una pequeña y apartada mesa al fondo del comedor, y aparté su silla para que ella se sentara.

-Nunca había estado aquí- murmuró mientras leía el menú.

-A mí me encanta. Vengo aquí siempre que necesito escapar de la ciudad- añadí, sin necesidad de leer mi menú.-Tienen el mejor ossobuco que he tomado fuera de Italia.

Sacudió su cabeza, sonriendo.

-Nunca lo he probado.

-Bien, puedes probar del mío.- Le ayudé a elegir y continuamos nuestra conversación del coche.

-Vale- comenzó, mirándome de manera apreciativa mientras me quitaba la chaqueta del traje y la colgaba en el respaldo de mi silla. -¿Vacaciones familiares favoritas?

Estiré el brazo y alcancé su mano en la mesa, entrelazando nuestros dedos.

-Uhmm... Esa es difícil. Tuvimos la oportunidad de viajar un montón, pero creo que mis mejores recuerdos son de cuando pasamos el verano en nuestra casa de la playa; juegos en la arena, aprender a nadar en el mar. Ser simplemente un niño. ¿Y tú?

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora