Capitulo 35

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Pov Christian

Más tarde, esa misma noche, me senté en la mesa de la sala de juntas con mi padre y mi hermano. Mi padre estaba encantado con tenerme en casa, pero mucho más con que Anastasia y yo nos lleváramos bien.

-Christian, no puedo decirte lo orgulloso que estoy de que por fin hayan aparcado sus diferencias. Ya te lo digo, el trabajo va a ser mucho más llevadero para los dos.-

-No podría estar más de acuerdo, papá. -contesté, ojeando la carpeta que tenía ante mí.

Odiaba mentirle a mi familia, pero sobre todo, no podía soportar la sensación de que mi hermano sabía algo. Claudia me había dado su palabra de que no diría nada, pero Elliot tenía una manera de ver las cosas que preferiría que no lo hiciera. El haber sido un deportista tonto en la universidad, lo convertía ahora en un hijo de perra inteligente.
Había ignorado cuatro de sus llamadas y dos mensajes mientras estaba fuera, y la mirada que me echó en cuanto entré en la reunión me dijo que no iba a poder evitar esa conversación durante más tiempo.

-Bueno,- comenzó, repiqueteando sus dedos contra la mesa. -¿Va a venir Anastasia?- Levanté la mirada, frunciendo la vista. Que te Jodan Elliot.

-No.- contesté firmemente. -La señorita Steele se encontró a una amiga en el aeropuerto, y creo que iban a salir esta noche.- Continué mirándolo, sabiendo que no iba a atreverse a decir nada delante de nuestro padre. Nuestro encuentro de miradas fue interrumpida por la entrada de un cliente en la sala, y rápidamente volvimos a nuestros negocios.

Una hora más tarde, me senté al fondo de la oscura sala, observando una presentación, contento de haber desaparecido de la vista de mi hermano. Mi móvil vibró y mi corazón se aceleró, deseando que fuera ella. No había devuelto mi mensaje, y mentiría si dijera que no estaba preocupado. Intentado aparentar desinteresado, cogí el teléfono de mi bolsillo y lo miré.

Srta. Steele: Todavía puedo sentir tus caricias.

Dejé el teléfono sobre la mesa e hice todos mis esfuerzos para no dejar a la vista ninguna expresión de asombro en mi cara. Cuando estuve seguro de que nadie miraba, tecleé de nuevo y re leí el mensaje. Joder. Miré la hora y me pregunté cuando tiempo más tendría que estar aquí. Intentado aparentar desinterés, escribí rápidamente un mensaje de respuesta y volví a meter el móvil en mi bolsillo.

Christian: Todavía puedo saborear tus labios.

Tres minutos más tarde, sentí vibrar mi bolsillo otra vez.

Srta. Steele: Echo de menos tu tatuaje.

Eché la cabeza hacia atrás y la apoyé en la pared, repitiéndome a mí mismo esas palabras. Echaba de menos mi tatuaje. Mierda. Dios, ni siquiera sabía cómo responder a eso.

Christian: Echo de menos verte. Me preocupaba no saber nada de ti. ¿Todo bien?

No podía creer lo nervioso que estaba. ¿Qué pasaba si ella había cambiado de idea?

Srta. Steele: Lo siento. No tenía volumen y me quedé dormida. Alguien me tuvo despierta toda la noche.

Joder. No sabía que sentimiento era más grande; alivio al saber que no había cambiado de idea o lujuria mientras recordaba la manera en que ambos nos mantuvimos despiertos. Reprimí un gemido y me ajusté los pantalones.

Christian: No puedo disculparme. Lo volvería a hacer una y otra vez si me dejaras.

No pude evitar sonreír, y cuando levanté la mirada vi a mi hermano inclinado, mirándome desde su silla. *******, Esto iba a ser un problema. Segundos más tarde, me llegó otro mensaje. Lo miré diciéndole que se metiera en sus asuntos y apartó la mirada.

Srta. Steele: Creo que me podría gustar.

Casi se me cae el móvil. Hice una mueca al saber que ya tenía planes para esta noche, mi padre ya me había pedido que visitara a mi madre. Tomando aire, escribí una respuesta.

Christian: Tengo que ir a casa de mis padres esta noche. ¿Puedo llamarte cuando termine?

Srta. Steele: Definitivamente.

Christian: Quiero verte mañana

Mi dedo acarició la tecla de envío. Yo estaba preparado para eso, pero ¿ella? Necesitaba esto, lo necesitábamos. Cerrando mis ojos, mandé el mensaje y esperé. Segundos más tarde, el teléfono vibró en mi mano.

Srta. Steele: Yo también quiero verte.

Oh, gracias al jodido cielo. Eché la cabeza hacia atrás y exhalé profundamente. Ella quería esto. Empecé a trazar un plan en mi cabeza.

Christian: ¿En mi casa? Te haré la cena.

Srta. Steele: Me encantaría. ¿Puedo hacer una petición?

¿Una petición? Me reí cuando pensé que probablemente le daría cualquier cosa que ella me pidiera. Respondí rápidamente.

Christian: Lo que sea.

Srta. Steele: Ponte vaqueros.

¿Qué? ¿Quería verme con vaqueros? Sacudí la cabeza mientras le respondía.

Christian: Vaqueros, eh? Hecho. ¿Puedo hacer una petición?

Srta. Steele: Lo que sea.

Sonriendo, pensé en sus largas piernas y mi mano deslizándose sobre ellas.

Christian: Ponte un vestido.

Srta. Steele: ¿Un vestido, eh? Mmmm... Hecho. Oh, y no te afeites.

Me quedé mirando el móvil en mi mano, recordando los sonidos que hacía cuando acariciaba la parte interna de su muslo con mi cara, y sentí como se ponía dura otra vez. Iba a ser una noche muy larga.

Christian: Todavía estoy en la reunión. Te llamo en un par de horas. ¿Trato hecho?

Srta. Steele: Trato hecho.

Dudé un momento antes de escribir mi respuesta, pasando mi dedo por el botón de envío, preguntándome si estaba haciendo lo correcto.

Christian: Te echo de menos, Ana.

Srta. Steele: Yo también te echo de menos.

Ella también me echaba de menos. Pasando mi dedo por la pantalla, re leí sus palabras, anticipando el momento en que la vería de nuevo.    

Mi SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora