Pov Anastasia
-¿Es la hora?- me preguntó. Solo pude responder asintiendo. Se sentó, estirando las piernas, pasando sus manos por su pelo.
-Voy a darme una ducha y a prepararme. "- Mi voz estaba vacía, sin vida, sonando extraña incluso para mí. El ambiente era pesado y sofocante.
-Yo iré a mi habitación y haré lo mismo.- Me di la vuelta y volví al baño, cerrando la puerta.
Cerré los ojos y apoyé la frente en las frías baldosas, escuchando como se levantaba para vestirse y se acercaba al baño. Escuché algo acariciar desde el otro lado, y no pude imaginar que estaba poniendo su mano en la puerta que nos separaba. Escuché como suspiraba y daba un paso atrás. Escuché el clic de la puerta y cerró la puerta.
El silenció que me rodeaba era definido y me di cuenta de que estaba sola. Era incapaz de reprimir el llanto que se acumulaba en mi garganta mientras mis rodillas caían al suelo.
Las lágrimas corrían por mis mejillas al darme cuenta de que el hombre que amaba acababa de irse. Intenté alejarlo de mí. Intenté recordarme a mí misma de que no jugaba limpio y que no era bueno para mí, que no estaba disponible y que nunca sería mío, pero no funcionó. En algún punto, le había dado mi corazón y sabía que ahora no podría recuperarlo.
Todavía entumecida por el dolor, comenzaron a pasarse imágenes por mi mente. Sobre todo, su sonrisa en el aeropuerto. Su voz, cuando me dijo que me deseaba. Lo precioso que era verlo encima de mí. Su risa, y como jugaba para provocarme.
Un último recuerdo estaba por encima de todos los demás, algo trivial que cualquier otra persona no le vería el sentido. Cerrando los ojos, dejé que la imagen de una habitación a oscuras me llenara la mente. Dejé que su voz, diciendo mi nombre, me invadiera, recordando como susurraba contra mi piel, mientras me abrazaba en la cama.
Escuché un golpe en la puerta y me puse de pie, alisando mi falda antes de salir. Tomé aire, abrí y allí estaba él en el pasillo, tan perfecto como siempre en un maravilloso traje oscuro con corbata. Su pelo estaba desordenado, y claramente se había olvidado de afeitarse. Sus ojos se encontraron con los míos, y estrechó la mirada al ver mi apariencia, dándose cuenta de que algo iba mal. Me aparté para que pasara, y cuando su cuerpo rozó el mío, sin pensarlo, lo empujé contra la pared y retorcí su corbata en mi mano, atrayéndolo a mí. Mis labios encontraron los suyos y se congeló, sorprendido por mi reacción. Mi otra mano subió por su pecho y se aferró al pelo de su nuca. Su cuerpo comenzó a relajarse y cuando mi lengua alcanzó la suya, gruñí. En lo profundo de mi mente, sabía que estaba siendo manipuladora. Esto era algo desesperado para mantenerlo aquí conmigo. Incluso con la vergüenza ardiendo en mi interior, era incapaz de parar. Choqué mis caderas contra las suyas, sintiendo un escalofrío al notar su entrepierna dura contra mi estómago. Mis manos se movieron hasta su cinturón, acercándolo justo donde lo necesitaba.
-Nena- dijo gimiendo, casi sin aliento, apartando su boca de la mía. -Nena, no tenemos tiempo para esto. "
-Me importa una mierda. Te deseo. "- Soltó un taco y enredó su mano en mi pelo, volviendo a poner su boca en la mía bruscamente.- Oh dios, Christian. Te necesito.- Rodeé su cintura con mi pierna. Su mano bajó por mi cuello hasta agarrar mi pecho con fuerza, haciendo que jadeara. Nos movimos por la sala hasta que sentí mi espalda contra la pared. Cogí su mano y la moví hasta mi muslo.- Dime que me deseas. "
Apartó sus labios de los míos y me miró, dejando su mano sobre mi muslo, agarrándolo y elevándolo hasta su cadera.
-No tienes ni idea de lo mucho que te deseo, Nena.- Se apretó más a mí mientras sus dedos jugueteaban con mi liguero. Ladeó mi cabeza, dejando mi cuello al alcance de sus hambrientos besos.
-Hazme el amor, Christian. Por favor. "- Sentí como gruñía contra mi cuello, y jadeé cuando sentí sus dientes clavarse ligeramente en mi piel. Sus dedos subían y bajaban por mi muslo hasta mis bragas. No pude evitar gemir cuando sentí como agarraba la delicada tela con sus dedos. -Solo una vez más. Por favor.
Su cuerpo se tensó, y de repente me preocupé por el salvaje palpitar de mi corazón contra mi pecho. Apartó la cabeza de mi cuello, y me miró.
-¿Qué?- susurré sin aliento.- No pares.- Me incliné hacia delante y choqué mis labios contra los suyos, solo para apretarme más a él.
-Anastasia, para. "- dijo suavemente. Sentí como dejaba de apretar mis bragas, deslizando su mano por mi pierna, separándose de mí. -Nena, ¿qué estás haciendo?"
Miré hacia abajo, sin querer encontrarme con sus preciosos ojos.
-No sé de qué estás hablando. "- Incluso para mí, esas palabras sonaron a mentira. Puso sus manos a ambos lados de mi cara, obligándome a mirarlo los ojos.
-Escúchame, Anastasia. Quiero de ti algo más que esto. Y cuando subamos a ese avión, todo lo que hemos tenido aquí vendrá con nosotros. Te lo prometo. "- Mis ojos buscaron su cara y solo vi sinceridad. -¿Me crees? Je suis à toi. Yo. Soy. Tuyo.- Quería creerle, más que nada en el mundo.
-Sí -Apoyó su frente contra la mía, y cerré los ojos.
-Te lo prometo, Anastasia. "
-Y yo soy tuya.
Esbozó la sonrisa más bonita que había visto y me besó los labios. Mi corazón gritaba por decirle que lo quería, pero mi cabeza no me dejó. ¿Era esto todo lo que podía tener con él?
Mientras pensaba en eso, me di cuenta de que si esto era todo lo que podía darme, estaría encantada de aceptarlo.
Se apartó de mí y arregló mi vestido antes de arreglar su traje.
-¿Estás lista?- Asentí y sentí sus dedos acariciar mi mano antes de cogerla. -El botones va a subir por nuestras maletas.- dijo. Asentí otra vez mientras nos dirigíamos a la puerta. Tomé aire profundamente, preparándome para lo que nos esperaba. Apretó mi mano cuando abrió la puerta, y la llevó hasta su boca, besándola suavemente.
-Je suis à toi.- dijo una vez, y ahora lo entendí.
Lo seguí hasta la entrada principal, y entonces su mano dejó la mía.
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Mi Secretaria
FanfictionLa historia original es de Bere Pico, adaptada por mi Christian Grey es un capullo HERMOSO, con clase. En este punto de su vida lo tiene todo; dinero, coches y mujeres. Anastasia Steele es su guapísima secretaria, y durante nueve meses, él ha he...