Capítulo 48 | Parte 1.

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Nothing On You - B.O.B. feat. Bruno Mars ♪

 Bruno Mars ♪

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Capítulo 48.

El martes estaba resultando bastante entretenido. El Doctor Santiago; el residente que me dirige, nos había asignado algunos casos en el piso de emergencias, y debo decir, que han salido bien y a última hora los he podido trabajar bajo control.

Me senté en una camilla vacía que se encontraba en uno de los pasillos del piso de emergencias. Me recosté, tratando de tomar un breve descanso. No había parado de trabajar y de estar presente en casos como: asmas crónicas, dolores con espasmos abdominales y heridas abiertas.

Sin importarme quien pasara o no, cubrí mi rostro con mi abrigo mientras me acomodaba mucho mejor sobre la camilla. En unos minutos más, me había dormido. 

🔹

Escuchaba murmullos a mi alrededor. A pesar de que veía todo oscuro, las voces se me hacían reconocidas.

Escuchaba murmullos a mi alrededor. A pesar de que veía todo oscuro, las voces se me hacían conocidas.

—Doctor Del Valle, déjela. Posiblemente, tuvo una mañana cargada —reconocí la voz de Kenneth—. La vi trabajar toda la mañana sin parar.

—Lo sé, solo me sorprende que se haya quedado dormida en pleno pasillo —la voz de Damián parecía tener una pizca de gracia—. De todas maneras, infórmele lo que le dije a usted. Quizá le interese el caso y no se va hasta mirarlo por completo.

—¿De qué está hablando? —preguntó Kenneth con curiosidad.

—No se haga, señor Hall —Damián rio con sarcasmo.

Con pesadez y cansancio, aparté mi abrigo de mi rostro, tratando de que mi vista se volviera a acostumbrar a la claridad. Percibí cómo Damián se alejaba del pasillo y observé con dificultad que Kenneth se encontraba sentado en el borde de la camilla, junto a mis pies. Jugaba con los cordones de mis Converse.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, reincorporándome—. ¿Y el doctor diablo? Escuché a Damián. No lo he visto y ya extraño sus sarcasmos y sus ridículas manías.

—Bueno —sonrió al continuar jugando con los cordones de mis Converse—, tenía que atender un caso reciente. Parece que es apendicitis.

Levanté mi espalda levemente, prestando atención a mi amigo.

—¿Sí?

— Sí. De hecho, de eso quería hablarte. — Me senté junto a él. — Pero estuviste en los sueños de morfeo durante... — Miró su reloj. — Calculo que durante media hora. — Sonrió con suficiencia.

—Sí, bueno, hace un rato que había terminado mi turno, pero permanecí aquí por si me necesitaban.

—Entiendo —sujetó mi mano con dulzura—. Una vez que te acostumbras a esta vida, a este trabajo, es difícil irse a descansar pensando que aún podrías servir para algo. Es el síndrome que sufrimos todos los internos aquí.

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora