(+21) (Libro 1 & Libro 2) Alysha N. Doménech Losada, una brillante y aplicada estudiante de medicina que está a punto de comenzar su internado en medicina general. Su vida era tranquila, entre libros y anotaciones, con el novio que siempre había sid...
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Capítulo 2.
Después de casi una semana de arduo trabajo, realizando lo que pedían los residentes y superiores, podía disfrutar de mi fin de semana. Era viernes y había decidido ir a tomar unos tragos con Gloria. Cuando terminamos nuestros turnos en el hospital, ella quiso celebrar los primeros días como interna.
Me había puesto un vestido azul cielo. Era sencillo, suelto, corto y veraniego. Tenía un poco de escote en la entrada de mis pechos, pero aun así se veía hermoso y ajustado en esa parte mientras la tela bailaba sobre mi cintura. Mis zapatillas color crema combinaban con mis sencillos accesorios y mi diadema. Mi cabello lacio y negro azulado estaba suelto con ondas naturales.
Gloria se había puesto un vestido color vino muy hermoso. Este iba a juego con unos leggins y unas sandalias negras. Su corto cabello marrón estaba atado en una coleta. Luego de habernos cambiado en uno de los vestidores en el piso de internos, salimos del hospital y nos dirigimos hacia un bar que se ubicaba a unas cuantas calles.
El «SoulAngel» era un bar tranquilo y familiar donde accedían personas de edades variadas; jóvenes adultos y adultos maduros eran los que reinaban en dicho lugar. Era el sitio perfecto para querer compartir un par de tragos con seres apreciados. Sin embargo, el personal del hospital no podía faltar. Personas de enfermería, internos, residentes y superiores venían en busca de unas horas de normalidad para pasar por desapercibidos.
—Te dije que seríamos esclavizadas, pero lo he podido soportar —me comentó Gloria en un tono divertido y le dio un sorbo a su trago—. El residente que dirige mi grupo me está haciendo la vida de cuadritos. Se cree superior a todos. Y para mí es desagradable ese tipo de persona. Es un imbécil —zanjó.
Ambas nos ubicábamos junto a una mesa al final del bar, donde podíamos observar quienes entraban y salían, admirando todas las vistas. Resultaba que Gloria y yo no estábamos en el mismo grupo. A ella le habían asignado practicar con el doctor Damián Del Valle. Sin embargo, yo había comenzado las prácticas clínicas con el doctor Luciano Santiago.
—No es tan malo después de todo, Glory. No fuiste tú la que le derramó el café y le dijo "tonto" al futuro director del departamento de cirugía —le di un pequeño sorbo a mi trago—. No es tan grave tu situación, créeme.
—Nere, al menos no tienes que verle la cara todo el día. Aunque pensándolo mejor, no sería una molestia si yo estuviera en tu lugar —remarcó burlona—. Probablemente, no es una molestia para ti.
Lo cierto era que el doctor Adrián Wayne Milán era extremadamente guapísimo, así que no se lo negué.
—Lo que sucede es que el doctor Del Valle es un cretino y un creído —continuó—. Es un pedante que no tiene sentimientos y que solo le interesa la lógica clínica e intelectual.
