Capítulo 26 | Parte 2.

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Capítulo 26

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Capítulo 26.

Aún emanaba a nuestro alrededor el olor a sexo mezclado con su exquisita fragancia. Aunque nuestra excitación ya se había calmado, eso no impidió que Adrián y yo continuaramos en nuestra apasionada y tierna burbuja.

— Me quedaría el resto de mis días sólo así... contigo... — Le digo con dulzura mientras sus suaves besos se plasmaban con cariño y ternura en mi labio inferior.

— ¿Mejor? — Me pregunta en un susurro, refiriéndose a mi disgusto de hace un rato.

— Ujum...

Sonríe sobre mis labios, relajado, complacido, con su humor totalmente abastecido de calma. Acaricio su espalda mientras él me mira a los ojos con cierta transparencia.

— ¿Todavía piensas que soy yo el que hace contigo lo que quiere? — Su pregunta retórica está cargada de una ironía sarcástica.

— Qué creas eso, no te quita lo mandón. — Lo abrazo repentinamente, haciendo con él, verdaderamente, lo que me da la gana en el aspecto cursi.

Adrián me eleva en ese abrazo que recibe, haciendo que me siente automáticamente y a horcajadas sobre sus piernas y su entrepierna, sin importar nuestra desnudez. En esa misma posición, agarra las arrugadas sábanas y me cubre con las mismas junto a él.

Por la oscuridad del exterior, podía percibir que aún no eran ni las 8:00 de la noche. Las ventanas acristaladas que cubrían toda la pared del apartamento estaban inundadas por la fresca y tropical noche.

— Necesito descansar un poco. — Me dice con dulzura al volver a recostarse sobre el colchón y las almohadas, pero ésta vez, yo estaba encima de él.

— Claro... — Intento bajarme de sus piernas y de su tonificado cuerpo, pero su brazo presiona mi espalda, haciéndome entender que no me soltaría en toda la noche.

— Cuando digo que necesito descansar un poco, también me refiero a que tú lo harás conmigo. — Presiona un poco mi espalda, guiándome, hasta agacharme sobre su torso y su formado abdomen.

Al quedar expuesta sobre su cuerpo, termina de cubrirnos con paciencia al acomodar mi cabeza sobre su pecho y su cuello. Comienza a acariciar mi espalda con sus perfeccionistas manos.

— Me gusta como hueles cuando hacemos esto. — Comenta en voz baja, respirando pausadamente, relajado.

Río bajito y me remuevo sobre su cuerpo. Poso un dulce beso bajo su barbilla.

— Nunca había pasado las horas tan cómodo y a gusto. — Me dice soñoliento.

Y puedo imaginarlo. La mayor parte del tiempo está ocupado con su trabajo y su futuro cargo.

— Supongo que ya estás acostumbrado a ésta vida, una que también tendré.

— Puedo acostumbrarme a esto también. — Me dice tranquilamente. — Puedo continuar con ésta vida contigo cerca.

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora