(+21) (Libro 1 & Libro 2) Alysha N. Doménech Losada, una brillante y aplicada estudiante de medicina que está a punto de comenzar su internado en medicina general. Su vida era tranquila, entre libros y anotaciones, con el novio que siempre había sid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo 69.
— ¡No... quiero... discutir! — Esquivo su mirada y cierro mis ojos, presionándolos.
— ¡Eso debiste pensarlo antes de mentirme!
— ¿¡Y por qué asumes esa mierda!? ¡Jamás te he mentido! ¡Nunca, coño!
Mira mis expresiones y cada gesto que realizo. Estudia detenidamente cada una de mis acciones, pero muy perdido de sí mismo.
— ¿¡Y bien!? — Lo miro directamente a sus ojos, sin parpadear ni una sola vez. Estaba siendo sincera y el pulso no me temblaba ni un poco para demostrar que así era. — ¿¡Se puede saber por qué estás asumiendo que te miento!? ¡Ni siquiera me has dado una explicación de como has llegado a esa estúpida conclusión!
Continúa en silencio; situación que me desespera mucho más. Sin esperarlo, acerca su boca a la mía, sin tocar mis labios. Mis ojos se engrandecen al ver que su ceño fruncido se pronunciaba sobre mí, como si intentara contenerse. Me mira con extrañeza y comprueba si tenerlo a unos milímetros de mis labios no me incomoda.
— ¿Qué sabes de mí? — Pregunta en un susurro glutural al cerrar sus ojos y presionarlos.
— ¿¡Qué tipo de pregunta es esa!? ¿¡Cómo que qué sé de ti!?
— Habla...
Niego con lentitud y parpadeo repetidas veces.
— ¡Habla! — Gruñe en advertencia. — ¡Ya dime de una jodida vez lo que sabes de mí! ¡Maldita sea! — Ruge y le da un puñetazo a las baldosas.
— ¿¡Te has vuelto loco!? — Lo reto. — ¡Deja de gruñirme y gritarme de una jodida vez! — Levanto el dedo índice. — ¡Te lo advierto, Adrián Wayne! ¡Estás excesivamente temperamental por una situación que tú supones, pero que no es así! ¡Ni siquiera sé de que demonios me estás hablando!
Gruñe muy furioso. Se aparta un poco de mí al girarse sobre sus pies mientras agarra su mojado cabello con frustración.
— No es cierto... No es cierto... — Murmura en voz baja mientras tira de sus mechones. — No es cierto... No es cierto...
— No. Basta... — Me acerco y poso mis manos sobre sus hombros. — Basta... Basta... — Intento detener su crisis, pero continúa con su trastorno de repetición.
— No es cierto... No es cierto... No es cierto...
— ¡Adrián, por favor! ¡Estás torturándote mentalmente sin ningún sentido! — Mis manos tiemblan al intentar rodear su cuerpo desde atrás para abrazar su abdomen y posar mi mejilla sobre su trabajada espalda.
Me duele demasiado verlo así y sentirlo sufrido.
— No... No... No... — Niega repetidas veces al tensarse sobre mis brazos que rodeaban su cuerpo. — No... No... No...
