(+21) (Libro 1 & Libro 2) Alysha N. Doménech Losada, una brillante y aplicada estudiante de medicina que está a punto de comenzar su internado en medicina general. Su vida era tranquila, entre libros y anotaciones, con el novio que siempre había sid...
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Capítulo 25.
Al mirarlo a los ojos, me dedicó una sonrisa de complicidad y besó mi mano que todavía tenía agarrada. Podía oler y reconocer ese aroma que ya tenía grabado en mí.
—No estoy ebria, sí un poco achispada —incliné mi dedo pulgar y le guiñé un ojo.
Adrián volvió a sonreír con gracia, removiéndose en la silla.
—Supongo que eso está bien —suspiró complacido—. Entonces, ¿llegué a tiempo? —me preguntó y se mordió el labio inferior discretamente al esperar una respuesta.
«¿Qué debía decirle? Nere, estuviste todo el jodido día esperando para volver a verlo y ahora que lo tenías frente a tus ojos, ¿no sabías qué decirle?».
—Creo que no, doctor —vuelvo a sujetar mi trago en sus narices—. Llega tarde al igual que sus mensajes —le doy un sorbo a mi bebida, sintiéndome valiente.
Su expresión cambió de manera neutral.
—Lo siento. He tenido algunos percances en estas últimas horas.
—¿Tiene que ver con tu padre? —solté con curiosidad. Su mirada hacia mí era curiosa, pero él parecía no querer decir nada.
—Algo así. ¿Cómo le fue el día de hoy en el «Hospital Johnson Memorial»? —evidentemente, trataba de evadir el tema de manera inteligente.
—Todo ha marchado bien —suspiré—. Pensé que realmente no vendrías a Miami.
—Le había dicho que era imprescindible que viniera aquí, jovencita.
—¿Por qué? Eres cirujano. No tienes que pasar nuevamente por este tipo de procesos. Esto no tiene nada que ver con tu especialidad, así que deduje que estás aquí por tu padre.
Él asintió y elevó los largos dedos de su mano derecha en un gesto elegante para que nos sirvieran nuevas bebidas.
—¿Ahora sí quieres un trago? —le sonreí mientras negaba con la cabeza.
—Lo necesito. Para lo que quiero hacer lo necesito —su mirada era destellante.
Tragué hondo con disimulo. El cantinero nos sirvió los nuevos tragos y vi que Adrián lo agarró con elegancia, dándole un leve sorbo. Sentía tantas curiosidades por preguntarle, así que decidí darle otro sorbo a mi bebida.
