Capítulo 4 | Parte 1.

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Capítulo 4

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Capítulo 4.

Me miré en el espejo de mi habitación, pensando si elegí bien mi vestuario para la tarde y noche en la cena. Me había puesto una blusa abotonada de seda color crema que resaltaba mis pechos. También tenía una falda negra de tubo que terminaba sobre mis rodillas. Mi vestimenta iba a juego con unos tacones sencillos. Mi cabello estaba suelto, con un grueso mechón de pelo en forma de diadema trenzada. Mi maquillaje no era extravagante, pero sí recatado y elegante. Sin embargo, opté por tener los labios rosados.

Miré la hora en el reproductor de música que reposaba sobre la mesita de noche mientras terminaba con mis últimos toques. Mi madre entró a mi habitación y me sonrió con orgullo y emoción.

—¡Estás preciosa, hija!

—Gracias, mamá. ¿No crees que exagero un poco con los tacones? Digo, no es que sean exageradamente altos, pero no estoy acostumbrada a llevarlos.

—Deberás acostumbrarte —se sentó sobre el borde de la cama—. Si vas a ser una gran doctora tendrás que usar vestuarios elegantes para las ocasiones.

—Ciertamente, mamá.

Amaba demasiado a la gran mujer que era mi madre. Lo cierto era que siempre la mantenía al tanto de mis acontecimientos. Pero claro, sin llegar a los detalles. Sin embargo, yo portaba un carácter y un físico muy parecido al suyo a diferencia de mi padre.

Ella era una mujer de estatura media, con su piel tiernamente bronceada. Su cabello hermoso y grueso era de un color negro azulado. Sus ojos eran marrones, aunque muy expresivos al igual que los míos.

Éramos mujeres con curvas. Las típicas puertorriqueñas que vivíamos orgullosas de lo que portábamos. Podía entender a mi padre y la razón por la cual vivía enamoradísimo de ella, aún después de muchos años de casados.

—Cariño, ¿llegarás muy tarde? —me preguntó con curiosidad.

—Aún no estoy segura, mamá. ¿Por qué?

—Bueno, si demoras, ya estaré durmiendo. Así que te aviso con antelación que el lunes tengo cita para una consulta con el médico cirujano que me operará. Él me informará en ese momento el día de la cirugía.

«Al fin lo habíamos conseguido», pensé con cierto alivio y más esperanzada que nunca.

A mi madre le encontraron en su seno derecho un tumor mamario maligno. Por suerte, se lo habían detectado a tiempo. Llevábamos casi tres meses gestionando los procesos con el papeleo para que un buen médico cirujano lo extirpara del área afectada.

Al parecer, mi mamá ya lo había encontrado. Eso era un gran alivio para mi familia y para mí. La admiraba demasiado, porque después de saber lo que ocurría, ella jamás perdió la fe, ni se dejó vencer por las emociones negativas. Según mi madre, lo negativo no era una desgracia, sino una prueba de lucha para obtener una victoria. Y eso era lo que estaba a punto de ocurrir...

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora