Capítulo 40 | Parte 2.

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Capítulo 40

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Capítulo 40.

Una fuerte jaqueca se apodera de mi cabeza sin piedad al escuchar murmullos. Una voz que se me hace muy conocida inunda mis sentidos auditivos. Presiono los ojos con pesadez y me remuevo, sintiendo calidez en mi cuerpo y cómo me hundía en un suave colchón.

Abro los ojos. Parpadeo repetidas veces al intentar entender qué estaba pasando. Toso instintivamente al cubrir mi boca, mirando a mi alrededor. No sabía si estaba soñando o en una habitación parecida a la de un palacio.

"¿Dónde estoy?" Pensé al achicar los ojos y admirar el lugar.

Es más que evidente que éste lugar es absurdamente lujoso. Un gran candelabro negro con luces blancas y brillantes que colgaban del mismo, alumbraban la habitación de forma brillante, impoluta, y exquisita. El colchón estaba sobre una cama acolchada y moderna. Las sábanas negras eran de seda, y me cubrían hasta la cintura.

El dolor de jaqueca vuelve a ser latente y me toco la frente con cierta molestia. Sigo escuchando la voz a pesar de que no sé de dónde proviene.

Unas puertas de enormes alas acristaladas llaman mi atención al sentir cómo la brisa de la costa entra con armonía. Al fijarme con más atención, automáticamente, abro la boca con impresión al darme cuenta de que, literalmente, desde mi posición, podía admirar el mar.

"Creo que estoy soñando." Pensé con impresión.

Uno de mis sueños siempre había sido vivir cerca del mar, aunque sea para admirarlo desde la distancia, pero esto iba más allá de mi realidad.

"¿Por qué desperté precisamente en una lujosa habitación con el mar frente a mis narices?"

De repente, veo una silueta que me resulta muy familiar. Adrián entra por la puerta acristalada de enormes alas mientras habla por teléfono con preocupación. Sus ojos verdes se engrandecen al verme.

— Papá, hablamos luego. — Cuelga al instante.

Se detiene a una distancia lejana y considerable, mirándome con suma atención.

Entonces, me doy cuenta de lo que está sucediendo y de la situación que estoy viviendo con él en estos momentos.

— ¡Tú! — Lo señalo y frunzo el ceño, molesta. — ¿¡No has entendido que no quiero verte!? — Miro a mi alrededor con inseguridad. — ¿Qué estoy haciendo aquí? — Me levanto de la cama y él se tensa, poniéndose en alerta con cada mínimo movimiento de mi parte. Lo miro fijamente, escrutándolo con la mirada. — Me metiste en tu casa, pero no sólo te conformaste con eso, sino que también me metiste en tu habitación... — Asumí al presionar mis labios.

— Sufriste un episodio vasovagal. — Me dice, atento.

Abro los ojos por la leve impresión de esa nueva información. Ahora entiendo el por qué de mi fuerte jaqueca. Trago saliva, sin saber qué decir a eso. Él analiza mi expresión, como si no hubiera entendido lo que ha dicho.

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora