Capítulo 12: "Un día antes de la fiesta de aniversario"

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Un mes ha pasado desde los últimos sucesos, un mes desde que Esteban comenzó a trabajar como asistente de Adán y sucedió el incidente de la bodeguita... Es una mañana como cualquier otra en casa de Adán, el permanece aún dormido. Mayra, quien ya se encuentra despierta, se acerca a su marido y le susurra al oído para despertarlo.

—¡Buenos días, dormilón! —le dice en cuanto ve que Adán abre los ojos.

—¡Buenos días, mi amor! —Adán, somnoliento, observa el reloj y se da cuenta que todavía es muy temprano—. Mayra, cielo, ¿qué haces despierta a esta hora? Aún es muy temprano.

—Lo que sucede —Mayra lo besa en los labios— es que amanecí, hoy más que nunca, feliz de ser la esposa del hombre más maravilloso que existe en este mundo, hombre al que amo cada día más y que, sin importar lo que suceda, cada día me convenzo más que lo mejor que pude hacer fue entregarle los últimos veinticinco años de mi vida.

—¿Cómo has podido soportarme por tanto tiempo? —le pregunta Adán, ruborizado.

—No tengo la más mínima idea. Por eso deberías erigirme un monumento —los dos ríen.

—Ningún monumento te haría justicia, Mayra —Adán besa a su esposa—. ¿Y esa bandeja con comida que está allí? ¿Es para mí?

—Sí. Es que me dieron ganas de un desayuno para dos en la cama.

Mayra se mete a la cama, y se acomoda junto a Adán, coloca la bandeja con el desayuno en medio de ellos dos y, manteniendo una sonrisa en los labios, comienza a darle la comida en la boca a su marido. Adán se siente halagado con el detalle de Mayra, y se nota en su cara.

—Mi amor —dice ella—, imagino que ya tienes todo listo para mañana, tal como habíamos quedado.

El rostro de Adán cambia su expresión por completo, y permanece callado, escuchando a su mujer.

—Como quedamos hace como un mes, yo me encargué de hacer la lista de invitados y de asegurarme que a cada uno le llegara su invitación. Tú insististe en hacerte cargo del resto, y yo accedí. Para mañana, que es nuestra fiesta de aniversario, tiene que salir todo perfecto.

Adán sintió estremecer todo su cuerpo. El caso de la aseguradora, durante el último mes, le había consumido tanto tiempo, que había olvidado la fecha de su aniversario. Y, lógicamente, no tenía nada listo.

—No lo tomes a mal —añadió Mayra—, no te había querido preguntar nada porque como estabas tan metido en el juicio contra la aseguradora, pero ya que ese caso lo ganaste, y que mañana es la gran fecha, no podía postergarlo más. Dime, Adán, ¿está todo listo para mañana?

Adán se puso pálido. Sí le decía a Mayra que se había olvidado de su aniversario y que no tenía nada preparado, corría el riesgo de morir allí mismo.

—Mi amor, ¿por qué te quedas callado? —ella clavó sus ojos en él— Adán, ¿acaso hay algo que deba de saber? —preguntó muy molesta.

—¡Sí, mi amor! ¡Por supuesto que todo está listo! —respondió Adán de repente—. Me había quedado callado porque... pues... la comida está tan deliciosa, que la estaba saboreando como es debido. Tú, lo único que tienes que hacer, es asegurarte de confeccionar la ropa que usaremos mañana. Ya hiciste tu parte, yo ya hace la mía, no hay nada más de que preocuparse. En cuanto llegue a mi oficina, personalmente, llamaré para confirmar que todo esté en orden. Puedes irte tranquila a la boutique, yo tengo todo bajo control.

La intuición femenina es algo muy peligroso, y Mayra tiene una intuición muy afilada. Eso lo sabe Adán de sobra. Sin embargo, quien sabe cómo, consiguió despistar a su esposa, y esta le creyó.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora