Capítulo 4: "Un viaje inesperado"

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ALGUNOS DÍAS DESPUÉS...

Iba Adán, durante la mañana, en su auto, de camino al trabajo. De pronto, a lo lejos, observó a alguien que le resultó familiar. Desaceleró un poco la marcha de su auto para poder fijarse de quien se trataba. Cuando estuvo lo más cerca posible, se percató de que se trataba de Esteban, quien venía caminando sobre la acera, al otro lado de la calle. Adán intentó saludar al muchacho sacando su mano por la ventanilla, pero Esteban venía escuchando música por unos audífonos. Y sin importar que tanto se esmeraba, Adán no conseguía hacerse notar por el amigo de su hijo.

Entonces, en un arrebato, decidió frenar su auto de golpe, causando con esto que los automovilistas que venían detrás de suyo le bocinaran muy molestos. A Adán no le importó, simplemente los ignoró. Se bajó de su auto y cruzó la calle de manera imprudente, con la única intención de no quedarse con las ganas de saludar a Esteban.

—¡Hola! —le dijo después de salirle al paso.

—¡Hola!, ¿cómo está, señor? —Esteban respondió al saludo muy sorprendido.

—¿A dónde vas? —le cuestionó

—Voy de camino para su casa, Emiliano me pidió que llegara para estudiar un rato, y después nos iremos juntos a la Universidad.

—Oye, aprovechando que te encuentro, sería mucha molestia el pedirte que no menciones con nadie el incidente en el parqueo del bufete. Yo, por mi parte, no lo hice. Veras, si Mayra se llega a enterar... bueno... yo no la pasaría muy bien que digamos.

—No tiene de que preocuparse. De mi boca no saldrá una sola palabra sobre ese asunto.

—¡Muchas gracias! Bueno, y que dices si vamos por aquí cerca y nos tomamos un café.

—Eso me encantaría, pero no puedo. Traía los audífonos puestos porque venía hablando por teléfono con Emiliano. Él ya sabe que voy en camino, y me pidió que me diera prisa.

—¡En otra ocasión tendrá que ser! —respondió Adán con una mirada un tanto triste.

—Adiós, señor.

Adán vuelve a cruzar la calle de manera imprudente. Y al llegar a su auto se encuentra con un policía, el cual le entrega una multa por parquearse en un lugar prohibido.

Un rato más tarde Adán llega a su oficina. Su secretaria le entrega el listado de pendientes del día. Entre los pendientes que tenía, estaba el continuar trabajando en el caso de la aseguradora. Sin embargo, el cúmulo de trabajo pendiente por hacer era excesivo y se sintió abrumado de inmediato. Comenzó a revisar algunos documentos, pero mientras lo hacía, se detuvo a recordar, de nuevo, el tiempo que había pasado junto a Esteban en La Rockola. Pensó en lo mucho que se había divertido. En ese momento, cayó en cuenta de que hacía mucho tiempo que no pasaba tiempo de calidad con su familia. Y como ya estaba cerca la celebración de su aniversario de bodas con Mayra, pensó que era un buen momento para dejar el trabajo de lado y tomarse unas pequeñas vacaciones junto a su familia.

Llamó a su secretaria a su oficina, y le pidió que informara a todos los empleados que tenían el fin de semana libre. Además, le pidió que cancelara cualquier reunión que tuviera el sábado o el domingo y que las reprogramara para el lunes siguiente. Sin dar mayor explicación, salió como bala de su oficina. Mientras iba en su auto, marcó a su esposa al celular.

—Hola, mi amor, ¿y ese milagro que me llamas a estas horas del día?

—Voy de camino a Eva, por ti, para llevarte a almorzar.

—¿Y eso? ¿a qué se debe?

—¡A que desde este momento inicia la celebración por nuestro aniversario!

Quince minutos más tarde llegó a la boutique de su esposa, quien ya lo estaba esperando en la entrada del lugar. Se bajó del auto, la saludó con un beso y le abrió la puerta del auto para que ella se subiera, y la llevó a su restaurante favorito.

—Adán, ¿te sientes bien?

—¡Mejor que nunca!

—Esto es tan repentino.

—Lo que sucede, Mayra, es que estamos próximos a cumplir veinticinco años de matrimonio, y la verdad no me he arrepentido un solo día de haberte elegido a ti como mi esposa —le tomó una mano y se la besó.

—Yo tampoco, Adán. No sabes cuanto extrañaba que hiciéramos cosas como esta, como cuando eramos novios y no se necesitaba un motivo para salir y pasar tiempo juntos.

—Pues, entonces prepárate, que el resto del día lo pasaremos juntos...

No fue hasta entrada la noche, cuando volvieron a su casa. Al entrar, encontraron platicando en la sala a Emiliano y su novia y a su hija Lucía.

—¡Qué bueno encontrarlos a los tres aquí! —dijo Mayra muy emocionada.

—¡Buenas noches Adán y Mayra! —Azul de inmediato fue a saludar a sus suegros.

—Qué ocurre, mamá, te veo muy emocionada —le dice Lucía.

—Hijos, lo que ocurre es que su padre y yo les tenemos una sorpresa: preparen sus cosas, mañana muy temprano salimos de viaje para la casa en la playa.

—¿¡Hablas en serio!? —exclama Emiliano un tanto dubitativo.

—Sí, completamente. Por supuesto, Azul, tú también estás invitada. De hecho mientras veníamos de camino para acá llamé a tu madre y le pedí permiso. Al llegar a tu casa solo debes arreglar una maleta para el fin de semana, y listo.

—Esta bien, Mayra, ¡muchas gracias!

—Papá, mamá, iré a dejar a Azul a su casa. Regreso al rato. —dijo Emiliano.

—No te tardes mucho, por favor, para que tú también prepares tu maleta.

—Sí, mamá. Eso haré.

Emiliano y Azul salieron de la casa... sin embargo, apenas unos instantes habían pasado cuando, de manera inesperada, Emiliano volvió a entrar a la casa.

—Oye, papá, ¿hay algún problema si invito a Esteban para que vaya con nosotros a la casa en la playa? —le preguntó a su padre.

—Mayra, ¿tienes tú algún inconveniente con que nuestro hijo invite a su amigo a acompañarnos?

—De mi parte no hay ningún problema. Solo te pido que, si vas a invitar a tu amigo, lo llames desde ahorita. De sobra tienes entendido lo largo que es ese viaje, así que debemos salir muy temprano de la ciudad.

—De hecho, ya le llamé y dijo que sí —contestó Emiliano —. Gracias a los dos. Regreso al rato —se va nuevamente.

—Entonces, si ya lo había hecho para que nos pide permiso, ¡este muchacho! Lucía, hija, ¿me ayudas a preparar las maletas? Estoy segura de que tu hermano no va a regresar a tiempo.

Mayra y Lucía dejan solo a Adán, quien, con una sonrisa pícara dibujada en rostro, piensa:

—Parece ser que este fin de semana será muy interesante...

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