Cuando Esteban, hubo quitado el cinturón a Adán, comenzó a besarlo nuevamente. Por su parte, él comenzó a recorrer el cuerpo de su joven amante con la punta de sus dedos. La pasión entre ellos creció hasta desbordarse totalmente. Los dos deseaban consumar su amor y llevarlo a otro nivel. Para Esteban, no cabía ninguna duda, quería entregar su primera vez a Adán. El calor que sentían por dentro amenazaba con derretirlos incluso hasta los huesos. Por sus venas recorría algo similar a la lava de un volcán y, cualquier vacilación que hubieran podido tener en el pasado se evaporó como agua en un día muy caluroso de verano.
Esteban, en un arrebato de pasión tumbó sobre las sábanas rojas de su cama a Adán, y le quitó el saco, el cual lanzó con fuerza por los aires. ¿Es fuego acaso eso que los está envolviendo a ambos?... parece ser que sí, pero en realidad son las sábanas que los han envuelto como si quisieran ser las únicas testigos de lo que allí estaba sucediendo.
Cuando Esteban, le quitó la camisa a Adán, pudo observar un pecho muy bien definido y trabajado por el ejercicio, cubierto de vellos, que lo hicieron sentirse aún más excitado. Comenzó a besarle las tetillas. Para no tener experiencia, parecía ser que el muchacho sabía perfectamente como calentar a su amante. La inmaculada piel de Esteban, brillaba por el sudor que, para ese momento, los había cubierto a ambos. Su laxa melena lucía para ese momento más revuelta que de costumbre. Adán, ardía de deseo estando entre las piernas de Esteban, quien a momentos dejaba escapar de entre sus labios pequeños gemidos que se encargaba de callar, besándolo con mucha pasión.
Ninguno de los dos podía comprender a cabalidad lo que sentía y, en un intento desesperado de apagar aquella quemazón en su interior, de a poco a poco se fueron quitando la ropa el uno al otro hasta que, lo único que separaba su desnudez, era la ropa interior que aún permanecía sobre sus pieles. Esteban, abrió sus párpados, sus pupilas quedaron por completo dilatadas al ver el cuerpo casi desnudo de Adán. Pasó las manos por su cuello, tocando hasta la más pequeña de las gotas de sudor que brotaban sin cesar bañando su piel. Pero la quemazón no se detenía, la ropa interior de su jefe era algo que le estorbaba así que, en un hábil movimiento con las manos se la arrebató casi jalada, exhibiendo así, al fin, su sorprendente cuerpo totalmente desnudo al aire que con el choque de una brisa fría que se colaba por la ventana, le puso a Adán la piel como gallina.
Cuando Esteban, palpó por primera vez el sexo de Adán entre sus manos, sintió una presión que le oprimió el pecho, tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para lograr que sus pulmones absorbieran un poco más de aire, y no las porciones tan insignificantes que le hacían sentir como si se estuviera asfixiando. Cuando su cuerpo logró calmarse unos segundos, permitiéndole pensar con algo más de claridad, su seca garganta se abrió para atrapar con suma delicadeza entre su lengua y sus dientes el miembro viril de Adán que, para ese momento, estaba duro como una roca. Al principio sintió como si se atragantara y fuera a vomitar, pero de manera paulatina fue consiguiendo el ritmo adecuado hasta conseguir mantenerlo cada vez más tiempo dentro de su boca. Adán, le marcaba el paso a seguir sujetándolo por el cabello, el cual se volvía a momentos lento y, a otros, un poco más veloz.
Cuando Esteban, sintió no poder más, se lanzó de espaldas contra su cama. Sus manos traviesas comenzaron a frotar sus propias tetillas mientras mordía su labio inferior. Para Adán, aquella escena fue sublime, tanto así, que se detuvo para poder grabarla en su mente. Fue allí cuando él también, en un movimiento desesperado con sus manos, arrebató la última pieza de ropa que aún cubría el cuerpo de Esteban.
Sintió como la entrepierna del muchacho ardía como si de un hierro caliente se tratara. Clamaba frenéticamente por atención. De inmediato, Adán, se dispuso a calmar las ganas que sentía hacía él. Sus dedos recorrieron sin un rumbo específico por aquel estómago plano, y por unos segundos se detuvo a juguetear un poco con su ombligo hasta que, sus dedos resbalaron hacia el perineo del muchacho, el cual se dedico a acariciar de manera sutil. Esteban, no podía contener tanto placer que estaba sintiendo, y Adán al verlo sentía arder aún más sus ganas.
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Adán y Esteban
RomanceEstán por cumplirse veinticinco años desde que Adán y Mayra unieron sus vidas en matrimonio. Durante ese tiempo ellos dos han sido completamente felices: nunca han discutido por nada que no pueda arreglarse con hablar calmadamente y darse un beso. S...