Capítulo 32: "Graduación" -Primera parte-

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Terminal de buses, cuatro de la mañana...

-¡Por cuánto tiempo más nos hará esperar ese hijo tuyo! -exclama un exasperado Joaquín, mientras camina de un lado a otro-. ¡Ya tenemos más de media hora de estarlo esperando aquí! -revisa insistentemente su viejo reloj.

Por su parte, como siempre, una paciente y serena, Isabel, intenta tranquilizarlo sin conseguir mucho que digamos.

-¡Joaquín, tranquilizate! y por tu vida, ¡Ya siéntate! -se para, lo sujeta del brazo y lo hace sentarse-. Si la última vez que, estuvo en casa, le hubieras aceptado el celular ese que quiso comprarte, ya le hubiéramos podido avisar que llegamos una hora antes de lo previsto.

-¡Celular! ¡estás loca, mujer! Para que iba a querer yo un artefacto de esos. Ni que supiera cómo se usan. Después, voy a andar como todos en Sivitaz, que usan esas cosas; jorobado, como si estuviera enfermo de la espalda.

-Joaquín, que exagerado eres -la anciana ríe.

-Ríete todo lo que quieras, pero el otro dia hable con don Efigenio, el de la ferretería, y me contó que ya no sabía que hacer con su hijo. Pasa pegado todo el día a ese aparatejo, metido en... "el feisbu"... luego, que ve vídeos raros en una cosa que me dijo que se llama "yutur"... y otra cosa que me dijo que se llamaba "guastap"...

En ese preciso instante, de pura casualidad, Esteban, llegó a la estación. Quedó muy sorprendido al ver a sus papás.

-¿Por qué tardaste tanto? -Joaquín, lo regaña.

-Papá, se supone que a las cinco estarían aquí.

-¡Joaquín! -Isabel, interviene-. No lo regañes... Y tú, hijo, ven a darme un abrazo.

-Me da mucho gusto verlos a los dos. Pues si ya están aquí, vamos a mi casa para que descansen. A medio día, saldremos a comer fuera, y a que conozcan la ciudad. Por la tarde regresaremos a mi casa para prepararnos para la noche.

-Vamos a mi casa para que puedan descansar, después saldremos a comer fuera y regresaremos por la tarde para prepararnos para la noche.

Tal como Esteban, le dijo a sus papás, al medio día, los tres salieron a almorzar. Esteban, los llevó a comer a "La Rockola". El par de ancianos quedaron fascinados con el lugar y, Esteban, no escatimó en gastos para poder complacerlos. Mientras esperaban que les trajeran su comida, Esteban, recibió una llamada de Adán. Se disculpó con sus papás con el pretexto de ir al baño y se retiró lo más posible para poder contestar:

-¡Hola, Licenciado!

-¿Licenciado? ¿Después de lo de ayer?

-Es broma, Adán. ¿Cómo estás?

-Bien... Pensado en ti.

Esteban, no pudo evitar sonrojarse. De hecho, Esteban, es de ese tipo de personas al cual es sumamente sencillo hacer que se sonroje. Una simple mirada o una palabra tierna es capaz de hacerlo ponerse rojo de la cara.

-Adivina a dónde vine a comer a mis papás.

-No lo sé.

-A "La Rockola".

Adán, sintió un hormigueo en el estómago al escucharlo.

-Como me gustaría poder estar allí con ustedes.

-Pues mi papá, no deja de preguntar por ti. Creo que le simpatizaste.

-¿Le simpatice?... Pasó regañandome todo el tiempo, e incluso me amenazó con un machete. Dime, ¿así expresa tu papá la simpatía por la gente? ¡No me extraña que nadie lo visite!

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora