Capítulo 44: "Tristeza, miedo y enojo"

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Los gritos de lamento y de dolor de Isabel se escucharon muy fuerte por todo el hospital.

—¡Esa fue mi mamá! —dijo Esteban muy asustado.

—¿Qué pasaría? —le responde Adán.

—No tengo idea —se escucha que Isabel grita de nuevo.

—¡Otra vez! —exclama Adán.  

Esteban sin dudarlo sale corriendo para averiguar que fue lo que ocurrió. No le importa no tener la autorización de algún médico, o dejar a Adán allí parado, lo único que le interesa es ir hacia donde se encuentran sus padres. Aquel pasillo, con cada paso que daba al correr, lo fue sintiendo cada vez más largo. Al irse acercando los gritos de Isabel se escuchaban mucho más fuertes. Hace un enorme esfuerzo para ignorar los pensamientos que llegan a su mente, pensamientos que son francamente muy oscuros. Al llegar a aquella habitación se detiene frente a la puerta, respira hondo para poder tranquilizarse y, tratando de convencerse a sí mismo, se repite varias veces que "todo estará bien". Al entrar a aquella habitación, lo primero que sus ojos alcanzan a ver es a su madre, llorando sobre el cuerpo de Joaquín.

—¡Mamá! —dice con la voz un tanto quebrada, pero Isabel parece no escucharlo. Tuvo que hablarle tres veces para que la anciana reaccionara.

Isabel se pone de pie junto a la cama, se seca un poco las lágrimas y sin voltearlo a ver le dice:

—Esteban, acércate.

Con un paso lento le obedece a su madre y se va acercando poco a poco hasta quedar junto a Isabel. Los ojos de Esteban se posan sobre el cuerpo de Joaquín. En silencio empieza a recordar todos y cada uno de los buenos momentos que vivieron juntos. A la par de eso se comienza a reprochar todo el dolor que debió haberle ocasionado cuando se marchó de Sivitaz sin decir nada. El no sabe cuál debe ser su reacción ante aquella situación. Vuelve a tomar aire, y con una mirada totalmente inexpresiva dibujada en su rostro, comienza a hablar con Isabel:

—Papá se ha ido.

Su madre, al escucharlo decir aquella frase tan simple intenta abrazarlo, pero él da un paso hacia atrás, y no se lo permite.

—Iré con el doctor para informarle lo que sucedió —se da la vuelta y sale de la habitación. Tras cerrar la puerta al salir, el muchacho se detuvo por un momento, sintió sus ojos comenzar a lagrimear, pero rápidamente se las secó; no quería mostrarse débil y llorar. 

Esteban, con paso muy lento, vuelve a recorrer aquel pasillo, sintiéndolo el doble o el triple de largo que la primera vez. A la mitad del camino ve pasar junto a él, al doctor y una enfermera quienes habían escuchado los gritos de Isabel e iván a ver lo que estaba ocurriendo. Continuó su camino sin siquiera intentar decirles nada. 

Mientras tanto, Adán esperaba impaciente que Esteban regresará. Se sentía muy ansioso y preocupado, temía lo peor, pero había preferido esperar noticias... En cuanto vio que Esteban se asomó por el pasillo corrió para encontrarlo.

—Chiquito, ¿qué pasó? ¿cómo está Joaquín?

—...

—Esteban, ¿qué sucede?

—Mi... mi... —hace una pausa y toma aire—. ¡Mi papá está muerto!

—¡Qué! —Adán, visiblemente afectado.

—Supongo que era algo lógico por la gravedad de las heridas que tenía.

Adán también hace el intento de abrazarlo para consolarlo, pero al igual que con Isabel, Esteban da un paso hacia atrás para evitarlo.

—Amor...

—Por favor, Adán, quiero que me ayudes con todo el papeleo que hay que hacer. Cuando venía caminando hacia aquí vi pasar al doctor, así que lo más probable es que, para este momento, está levantando el acta de rigor.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora