Capítulo 46: "¿Confesión?"

3.6K 453 332
                                    

Adán condujo hasta su casa pensando en sobre que hacer con la tan inesperada propuesta que le había hecho Eduardo. Ser el Presidente del Colegio de Abogados era el sueño de toda su vida y, sería como la corona de su carrera profesional, pero por otro lado estaba ahora el amor que sentía por Esteban, las promesas que le había hecho y que no quería romper.

Por ir sumido en sus pensamientos no se dió ni cuenta del momento en el que llegó a su casa. Parqueo su auto y se bajó, pensó tomarse el resto del día para meditar y hablar con Mayra en la noche, cuando ella regresara de "Eva", su boutique. Pero cuál fue su sorpresa que, al entrar a su casa, Mayra estaba allí. Por alguna razón no estaba trabajando como de costumbre.

-¡Adán! -le dice ella, sorprendida, al verlo entrar.

-Hola, Mayra -responde él, de manera torpe.

-¿¡Qué haces aquí!?, creí que regresarías hasta dentro de algunos días.

-Sí, bueno... termine lo que estaba haciendo un poco antes de lo esperado, y por eso tuve que regresar. ¿Pero tú que haces aquí?, no es algo común que no te encuentres trabajando en "Eva" a estas horas -señala al reloj en la pared.

-En realidad no hay mucho para explicar, simplemente no amanecí con ánimos de ir a trabajar y por eso me quedé, pero es que esta casa sin mis hijos y sin ti es tan aburrida que al final cambié de opinión. De hecho en este preciso momento iba de salida.

-¿Dónde se encuentran Emiliano y Lucía?

-A ver: Emiliano se fue de viaje con Azul y sus padres. Y Lucía está en la universidad y después dijo que se iría al cine con unos amigos.

-¡Vaya! nuestros hijos han crecido mucho.

-¡Sí!... ¡Pero no te quedes allí parado en la puerta como si fueras un desconocido! pasa y siéntate que debes estar agotado por el viaje.

Adán comienza a caminar, cuando Mayra le dice:

-Adán, por favor -Adán va cargando su maleta-. Deja la maleta allí, ¡no tienes porque cargarla! Ahora doy la orden para que alguien del servicio la suba a nuestra habitación.

-...

-Dime, ¿ya desayunaste? -le pregunta con dulzura.

-No. No he comido nada.

-¡No se diga más! te prepararé algo para que comas.

-Pero, ¿no te estabas yendo para la boutique?

-Pero eso era solamente porque estaba sola. Ya que llegaste a casa, entonces mejor me quedo. Además, mientras en la boutique se encuentre Jaime, tengo la tranquilidad de que todo marchara en perfecto orden. Así que, Licenciado Losory, deje de hablar y permítame consentirlo un poco -lo toma de la mano y lo conduce al comedor de la cocina.

-Mayra -hace una breve pausa-. Yo quiero hablar muy seriamente contigo.

-Dime, Adán, de qué se trata.

Adán intenta hablar, pero una especie de nudo en su garganta le impide articular palabra alguna, las manos le sudan y escalofrío recorre su espina dorsal.

-¿Qué sucede, Adán? -pregunta Mayra, extrañada al ver que su esposo no habla.

Cuando Adán por fin logró tener algo de valor para comenzar a hablar, su mente le hizo una mala pasada y recordó la llamada con Zachrisson y al final no dice nada. Mayra al ver esto, toma la delantera y comienza a hablar:

-Adivina con quien tuve una plática muy "particular" hace poco.

-No lo sé, dime con quién.

-Con Cándida, la esposa del Señor Hernández, tu cliente.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora