Capítulo 30: "El otro anhelo"

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Pasó el tiempo desde los últimos acontecimientos ocurridos. En el bufete, entre Adán y Esteban, el tema de los besos entre ellos no volvió a ser tocado, y su relación se redujo a ser estrictamente laboral. Adán, como había prometido a Joaquín e Isabel, se encargó de dar su apoyo a Esteban, para que pudiera dedicarse a sus estudios; flexibilizando sus horarios de trabajo para que pudiera dedicarse a terminar su tesis y posteriormente, aprobar sus exámenes públicos y privados. Junto a Emiliano; Esteban, aprovechó la oportunidad que Adán, le estaba dando. Consiguiendo los dos, notas satisfactorias.

A partir de que, Esteban y Emiliano, recibieron la noticia de haber aprobado sus exámenes finales, tendrán que pasar quince días para que se lleve a cabo su fiesta de graduación.

Emiliano, de inmediato llamó a Mayra y Lucía, para contarles. Mayra, se sintió muy emocionada y orgullosa de su hijo. Le dijo que estaría de regreso en Gazebo, el día de la graduación. También le dijo que los trajes que él, Adán y Esteban, usarían esa noche, saldrían de "Eva", su tienda.

Esteban, por su parte, solicitó a Adán, un permiso especial para ir a dar la noticia, de manera personal, a sus padres en Sivitaz. Además, de poder pasar con ellos unos días y dejarles un dinero que tenía ahorrado, para que estén presentes en su graduación. Adán, accedió gustoso a la petición.

Faltan dos días para la fiesta de graduación, Emiliano y Esteban, fueron a "Eva", a medirse los trajes que utilizarían. El primero en probarse y elegir traje fue Emiliano; a él, le gustó un traje en color gris brillante, abajo del saco llevaría una camisa blanca, y una corbata negra. Un pañuelo rojo complementaria el conjunto, dándole un aspecto muy sobrio y elegante, pero sin dejar de ser juvenil.

El siguiente fue Esteban, quien, después de probarse varios trajes se decantó por un traje en color azul marino con un saco, con una solapa pequeña en color negro. El conjunto se completa con una camisa color beige y un corbatín negro. Esteban, salió del probador para pedir la opinión de su amigo sobre el traje que acababa de elegir, pero cuál fue su sorpresa al no ver a nadie. Comenzó a buscarlo sin éxito. Al único que encontró fue a Adán, quien lo veía fijamente.

-Te queda muy bien ese traje -le dijo.

-¡Gracias! -apenas si pudo responder por la pena.

-Si estás buscando a mi hijo, se acaba de ir.

-¿Cómo que se acaba de ir?

-Lo típico: Azul, lo llama y él sale corriendo hacia ella, sin importar dónde esté o que esté haciendo. ¿Tenían algo planeado ustedes dos?

-Se suponía que, aprovechando que usted me dio la tarde libre, íbamos a almorzar juntos después de probarnos los trajes.

-Pues yo venía entrando cuando el iba saliendo y me pidió que te avisara.

-A todo esto, ¿por qué está usted aquí?

-Vine a lo mismo que tú. ¿Me ayudarías a elegir mi traje?

-Yo no estoy seguro de poder elegir algo que le guste.

-Por lo que yo estoy viendo, me da la impresión de que tienes buen gusto. El color de ese traje resalta mucho el color de tus ojos. Se te ven mucho más bonitos que de costumbre.

-Mis ojos no son bonitos -le responde sonrojado-. Son cafe, como los de la mayoría de las personas.

-Permíteme que te corrija; ¿quién te ha dicho que lo bonito de unos ojos radica en su color? Lo verdaderamente bonito de unos ojos, es que tengan una mirada transparente, y tú, tienes una que permite ver lo bonito de tu alma.

Nadie había dicho un halago tan bonito a Esteban, antes. El muchacho, se sintió feliz.

-¡Muchas gracias! -respondió ruborizado.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora