RELATO CORTO: "Cómo se conocieron Mayra y Adán"

3.1K 258 35
                                    

Nací y crecí en "Epribe", al lado de mis padres, siendo su único hijo. Como cualquier muchacho, mis primeros estudios los realicé en el pueblo cercano a la casa en la playa. Nunca me hizo falta absolutamente nada, mi papá siempre fue un hombre que cumplió sus responsabilidades de marido y esposo a cabalidad. Desde que era muy niño, siempre lo escuché decirme que su sueño más grande era que cuando yo creciera, buscará una buena buena mujer con la que pudiera casarme, y una vez la tuviera, me quedará al frente de la finca. Por una razón que desconozco, mi madre nunca pudo volver a embarazarse, por lo que, como su único heredero, quería que yo continuara con su legado, pero mis planes eran otros: Yo deseaba salir y conocer que había afuera, más allá del muro de piedra que rodeaba nuestro hogar... quería encontrar mi verdadero lugar en el mundo.

La vida en "Epribe", siempre me resultó muy aburrida, no se me permitía hacer muchas cosas. Siempre llegaba a la escuela acompañado por un empleado y otro empleado era el encargado de recogerme a la salida. Los fines de semana iba en compañía de mis padres a la iglesia. Tampoco se me permitió tener amigos, mi padre siempre me repetía que todos aquellos niños y niñas no eran más que simples compañeros, que no era necesario que tuviera una relación cercana con ellos, debido a que ninguno estaba a mi nivel. Jamás comprendí con exactitud lo que aquellas palabras significaban, pero a mi corta edad me molestaban, y me molestaban mucho.

Mi madre era hermosa, pero de un carácter sumiso. Jamás se atrevió a contrariar ninguna de las órdenes de papá, aunque no estuviera de acuerdo con ellas. Mi padre no trataba mal a mi madre, pero yo sabía que en el fondo ella no era realmente feliz.

Al cumplir la mayoría de edad culminé mis estudios preparatorios. Fue en ese momento cuando las cosas se pusieron muy pesadas en mi hogar, fue allí cuando tuve el coraje suficiente para hacerle saber a mi padre que no quería quedarme a vivir en "Epribe" por siempre, que deseaba irme y encontrar mi lugar en este mundo. Y aunque no sabía con exactitud que lugar era el que buscaba, mis deseos por encontrarlos eran tantos que sabía que en el camino lo descubriría.

El haber tenido la gallardía de contradecir de esa forma a mi padre me trajo muchos enfrentamientos con él. Diario discutíamos sobre el asunto. Sus amenazas fueron muchas, me dijo que regresaría arrastrándome, suplicando su perdón, cuando hubiera fracasado, pero yo le juré que, a pesar de lo que me decía, me convertiría en alguien sumamente importante en esta vida, que no me importaba no tener su apoyo y que de alguna forma lo conseguiría. Y fue así como un día empaqué mis cosas y me mudé a la ciudad.

Con los ahorros que tenía alquilé una pequeña habitación en una casa de huéspedes, no era lujosa, pero tenía lo necesario para mí. De inmediato me dispuse a buscar empleo, compré un periódico y seleccioné algunas ofertas que estaban allí publicadas. Una de aquellas ofertas era para trabajar como asistente de cocina, en un pequeño restaurante dentro del aeropuerto, donde tuve la fortuna de ser contratado; empezaría a trabajar al día siguiente.

Cuando me estaba retirando del lugar, me di cuenta de que un grupo de personas habían formado un pequeño tumulto. La curiosidad me ganó y me acerqué a ver que estaba ocurriendo. Me abrí paso entre la gente y al llegar frente a todos, mis ojos contemplaron a la mujer más hermosa que jamás habían visto antes, pero solo la pude observar por un instante, pues un tipo envuelto en un traje negro se la llevó de inmediato. Me entristecí, pues creí que jamás la podría volver a ver. Durante los siguientes días procuré estar al pendiente por si aquella joven volvía a aparecer, pero muy a mi pesar, no sucedió.

A los dos años desde que me mudé a Gazebo, recibí la noticia de que mi padre había muerto víctima de cáncer en el estómago. Fue un golpe terrible para mí no poder estar con él en sus últimos momentos de vida, pero eso fue porque el nunca me perdonó mi decisión. Pero bien dicen que no hay mal que por bien no venga, con la muerte de mi papá, recuperé la relación con mi mamá. A partir de ese momento nos volvimos sumamente cercanos. Como nunca. Ella se volvió mi principal apoyo hasta que, un año después, ella también falleció. Me sentí inmensamente solo y decepcionado de mí, porque habían pasado tres años y yo seguía sin saber cuál era mi camino.

Y, como si el destino hubiera querido jugar a mi favor o ahora tuviera ayuda divina, el día que regrese a Gazebo, después de haber enterrado a mi madre, te ví nuevamente en aquel aeropuerto...

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora