Capítulo 41: "¡Te amo!"

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—¡May-ra! 

—Contestame, Esteban, ¿qué haces con el celular de Adán, mi marido?

—Es que, es que... lo que sucede es... verá, lo que pasa... bueno...

—¿Por qué estás balbuceando? Respondeme.

Esteban, está casi en shock por tener a Mayra, del otro lado del teléfono, pero para su suerte, de repente, se le ocurrió que responderle:

—El Licenciado Losory se encuentra en este momento reunido con un cliente del bufete, están tratando temas muy importantes y por eso me dio su celular para que yo atendiera las llamadas que pudiera recibir.

—Y, ¿por qué estás tú acompañando a Adán?

—El me dijo que como su asistente, debía venir y acompañarlo.

Un poco más calmada, Mayra, continúo la conversación con Esteban:

—Seguramente esto te parecerá un poco extraño, pero quiero preguntarte algo, y quiero que me respondas con total y completa honestidad, ¿puedo contar con eso de tu parte?

—Sí —responde un poco dubitativo—

—En verdad Adán y tú, ¿están en un viaje de trabajo?

—No la comprendo —traga saliva por lo inesperado de la pregunta que le estaban haciendo.

—No quiero ponerte en una situación incómoda, comprendo que como asistente de Adán le debes tu lealtad, pero quiero que me respondas con la verdad, te prometo no decirle que tu me contaste.

—Exactamente que quiere saber.

—¿Adán, está con otra mujer en ese viaje?

—...

—Respondeme, Esteban, ¿está con otra mujer?

—No, señora Mayra, estamos en un viaje de negocios, únicamente.

Por eso dicen que no hay peor castigo que la propia conciencia. En ese momento, Esteban, se fue a dar de frente con la enorme pared de sus culpas: se sintió muy mal al mentirle pues, Mayra, en ningún momento se había portado mal con él, sino todo lo contrario. El dejo de dolor que se percibía en la voz de aquella mujer fue algo que entró por sus oídos a taladrarle directamente el corazón.

—¡Gracias, Esteban!

—Por qué me agradece.

—Acabas de quitarme un gran peso de encima con lo que me dices, me dejas muy tranquila. Como debes de saber, las cosas entre Adán y yo no han estado nada bien últimamente, incluso hoy se me metió la idea de que me estaba siendo infiel... Yo sé que todo esto lo he provocado con mi actitud, pero ahora puedo esperar tranquilamente su regreso de ese viaje para poder conquistarlo de nuevo.

—Piensa hacer eso.

—Lo haré. No quiero perder al hombre de mi vida, al padre de mis hijos, mi amigo, mi compañero de muchas aventuras, mi amante... mi todo. Tú aún eres muy jóven, pero estoy segura que cuando encuentres una hermosa chica de la cual te enamores y te cases comprenderás mi determinación... los seres humanos somos seres muy básicos, nos dejamos fácilmente dominar por nuestros impulsos, pero amar es combatir, y yo pienso dar pelea. Adán muchas veces intentó acercarse a mí y yo lo rechace por mi estúpido orgullo, ahora es mi turno de demostrarle que lo sigo amando como siempre... no, en este tiempo separados he aprendido a amarlo aún mucho más.

 El silencio invadió por completo la mente de Esteban, únicamente podía escuchar, atentamente, todas y cada una de las palabras que Mayra pronunciaba. Por dentro se le estaba partiendo el alma, se sentía culpable por el dolor que ella estaba sintiendo. Se reprochaba que siempre supo que todo aquello estaba mal, pero era la primera vez que su pecado le tentaba el alma. Por su mente pasaron todas las veces que le habló a Adán sobre el asunto con "madurez". Se dio cuenta de que esa madurez era frágil, que había llegado a su punto de inflexión y que estaba por quebrarse. Así que tuvo que hacer un gran esfuerzo para no soltarse en llanto y quedarse descubierto ante Mayra.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora