Capítulo 29: "Diego"

5.5K 576 524
                                    

—¡Buenos días, Sandra! —Esteban, saluda a la secretaria de su jefe.

—¡Buenos días, Esteban! 

—¿Está mi jefe, ya en su oficina?

—Sí. Tiene unos quince minutos que llegó.

—Voy a entrar a verlo

Esteban, entra a la oficina de Adán, y lo encuentra muy concentrado, revisando algunos documentos.

—Licenciado Losory. ¡Buenos días!.

—Esteban, que formal... ¡Buenos días!.

—¿Cómo amaneciste?

—Acostado y en perfecto estado.

—Que... bueno

—Licenciado, recuerda el caso del Señor Hernández.

—¿El dueño de la empresa portuaria que se encuentra en el extranjero?

—Ese mismo.

—¿Qué sucede con él?

—Antes de salir de mi casa, recibí una llamada del asistente del Señor Hernández. Me dijo que llega hoy a la ciudad, y que quiere concertar una reunión con usted, para revisar algunos aspectos sobre el contrato de trabajo que tiene firmado con nosotros.

—¿Hoy?... ¿A qué hora?

—A las diez de la mañana, en un restaurante del centro de la ciudad. ¿Hay algún inconveniente?

—Yo no puedo reunirme con él. Justamente para hoy, tengo una reunión muy importante relacionado al caso de la Aseguradora Camil.

—El problema es que, viene exclusivamente para verlo a usted y, al parecer, solo por hoy, puede estar aquí en la ciudad. Suplicó verlo, pues dijo que era de suma importancia.

—Esteban, ¿qué tan empapado estás del contrato que tenemos con el Señor Hernández?

—Lo conozco lo suficiente.

—Se me ocurre algo: Ve a esa cita en representación mía; escucha que es exactamente lo que desean revisar del contrato y trata de solventarlo, te doy completa autoridad de tomar decisiones. Solamente si fuera alguna situación que consideres que es demasiado delicada, te comunicas conmigo. 

—Está bien. Yo me hago cargo. Con permiso.

—Esteban, espera.

—¿En qué más puedo servirle Licenciado Losory? —Esteban, le responde de manera fría.

—No... en nada más. Puedes retirarte.

—Nos vemos. 

Esteban, se va para su oficina, y se comunica con el asistente del Señor Hernández para confirmar la reunión. Alista algunos documentos que considera que le serán de utilidad y se dispone a salir para cumplir con la cita. Se sube a un taxi de sitio el cual ha llamado previamente. Durante el trayecto, los nervios lo comienzan a embargar. Se imagina al asistente de Hernández, como un hombre mayor, con un aspecto intimidante y una actitud chocante... Nada más alejado de la realidad pues, al llegar al restaurante, se encuentra con un atractivo muchacho de su misma edad, de ojos verdes, cabello lacio y una sonrisa perfecta que, casi lo hace derretirse en ese momento.

—¡Buenas noches! —Saludó Esteban, bastante embobado.

—¿Buenas noches?... ¡Buenos días! ¿no? 

—Sí, perdón... ¡Buenos días! —Esteban, reacciona y trata de recuperar la compostura.

Al muchacho le causa mucha gracia el error que cometió Esteban; este se sonroja y, recibe otra sonrisa que, por poco, lo hace perder el equilibrio.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora