CAPÍTULO ESPECIAL: "Adán y... ¿Rafael?" -Primera Parte-

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Hola, mi nombre es Adán Losory, y quiero contarles una parte muy importante de mi pasado. Es una parte que hasta hoy nadie conoce, por lo que les suplico me guarden el secreto. Esta historia comienza hace veintiocho años, durante mi primer día de trabajo como asistente de cocina, en aquel restaurante:

Ese día llegué muy puntual a mi trabajo, incluso antes de que abrieran el local. Unos minutos después llegó el dueño del lugar. Se sorprendió al verme ahí tan temprano, pues por lo general los demas empleados llegaban una hora después. Me felicitó por eso y me instó a seguir así.

Abrio el restaurante. Mientras el ordenaba algunos documentos, yo me dispuse a hacer el aseo del lugar. Tal como dijo, una hora después, los primeros empleados llegaron. Todos se sorprendieron de encontrar el restaurante ya limpio.

En lo que yo limpiaba la cocina, llegaron los otros dos asistentes de cocina, eran un par de hermanos, Cabe y Alín eran sus nombres. Traté de ser amable, pero los dos me trataron con indiferencia. Y tampoco me ayudaron con el aseo, cosa que no me importó.

Llegaron los primeros clientes, y con ellos las primeras ordenes. Todos los demás empleados ya habían llegado también, el unico que hacia falta era el chef. Cabe y Alín tomaron las ordenes y se pusieron a cocinar. Yo traté de ayudar, pero ellos no me permitieron hacer nada. Así pasaron unas dos horas, yo permanecía sentado en la cocina sin hacer nada. Eso me fastidió, por lo que fui con el dueño y le pedí que me diera alguna tarea. Su respuesta fue que debia ayudar en la cocina, que para eso me había contratado. Por lo que muy a mi pesar tuve que regresar a la cocina y conformarme con hacer nada.

Cuando el reloj marcó la una de la tarde, en vista de que el chef no había llegado a trabajar y que no habían comenzales, el dueño dió la orden de cerrar el negocio. Todos se apresuraron a quitarse los uniformes y se fueron. En un abrir y cerrar de ojos los unicos allí, eramos nosotros dos. El dueño me conto que siempre era así, por eso el abria y cerraba siempre el restaurante. Me dijo que sino me iría. Yo le respondí que lo ayudaría a cerrar. Y así lo hice, ordenamos todo y cuando ya nos disponíamos a salir, recordó que necesitaba llevarse algo de la bodega, por lo que me pidió que lo esperara un momento.

Como no había provado bocado en todo el día, mi estómago comenzó a gruñir, por lo que, aprovechando que nadie me veía, entre a la cocina y me serví un poco de lo que Cabe y Alin habían preparado. Dí un bocado con gran entusiasmo, pero aquello sabía horrible, de inmediato se me revolvió el estómago y tuve que salir corriendo al baño. En ese momento comprendí el porque habían habido tan pocos clientes, y el porque el dueño había decidido cerrar temprano.

Fuí al baño directo a vomitar. Después de hacerlo me sentí un poco mejor. Mientras me lavaba las manos y la cara, escuché unos ruidos extraños que venían de la cocina (habia un baño para empleados en un trasfondo de la cocina). Pensé que era el dueño, le hablé y no obtuve respuesta. Con temor salí para ver que sucedía. Casi me voy de espaldas cuando ví a un hombre tirando la comida por el lavabo.

El tipo tenía un aspecto muy desaliñado, casi como el de un indigente: el cabello largo por debajo de los hombros, tenía puesta una camiseta negra estampada con los logos de varias bandas de rock que se escuchaba por aquella época. Sus pantalones eran también negros, con forma tubular y estaban rotos. Además, llevaba puestas un par de botas que casi llegaban a sus rodillas. Aquel sujeto no dejaba de quejarse de lo mal que sabía la comida.

De pronto se me quedó viendo y antes de que pudiera reaccionar, ya me había arrinconado contra la pared mientras me amenzaba con una navaja. Sentí un aliento alcoholico venir de él, sus ojos color café se clavaron sobre mí, y algunos de sus cabellos pelirojos golperaon mi rostro, mientras me preguntaba quién era yo y qué estaba haciendo allí.

Fue un gran alivio para mí, cuando de pronto el dueño del restaurante entró a la cocina y le ordenó que me soltara. El dueño lo llamó por su nombre, aquel tipo tan extraño se llamaba Rafael.

Para complacer a todxs aquellos #Adyeslover que han querido saber la respuesta a aquella pregunta que Adán se negó a responderle a Esteban, a todxs ustedes les dedico estos capítulos donde al fin conoceremos esa parte de la historia de la juventud del Licenciado Losory. Que lo disfruten ¡Lxs quiero!

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora