-¿Por qué hizo esto? -Esteban, fue el primero en recuperar la cordura y, muy asustado, de un brinco se paró de la cama.
Adán, permaneció en silencio, a momentos veía a Esteban, después agachaba la cara mientras recorría con sus dedos la comisura de sus labios que, todavía tenían el sabor de los labios del muchacho.
-¡Perdóname!... no... no... ¡no sé lo que pasó conmigo! ¡no pude controlarme! Fue un impulso que no pude detener al verte allí tan desprotegido. No lo pensé y me deje llevar -Adán, no alcanzaba a hilvanar una explicación coherente y, solamente daba lo que parecían ser excusas.
-¡¿Se da cuenta de lo que acaba de pasar entre nosotros?! -aunque Esteban, se sentía lleno de mucha confusión, también era verdad que había disfrutado el momento era solo que, no sabía como reaccionar... que Adán, no hubiera bebido antes de besarlo lo confundía más que las veces anteriores. Se preguntaba entonces que sucedía con el hombre que era el papá de su mejor amigo.
-No se que decirte... te veías tan mal... mi cuerpo se movió solo -Adán, repetía los mismos argumentos una y otra vez. Para ese momento Adán, luchaba consigo mismo para no lanzarse nuevamente al muchacho para besarlo... porque internamente era lo que más deseaba y, esa sensación era lo que más lo aturdía.
-¡Esto no está bien! -Esteban, en un momento de dignidad.
-Lo mejor será que no duerma aquí... no sé lo que podría pasar. Me iré a la sala -Adán, salió de la habitación muy rápido, como un asesino que huye de la escena del crimen, pero su crimen iba consigo, en sus pensamientos, pues estaba plenamente consciente que, quien besó a Esteban, fue él-. ¡Qué diablos pasó conmigo! -se dijo cuando llegó a la sala y se dejó caer sobre el sillón recordando nuevamente el beso con Esteban.
Por su parte, Esteban, volvió a meterse a la cama, del lado donde había estado acostado hasta hace un momento Adán. Aún podía sentir el calor corporal de su jefe y, aunque no estaba del todo feliz, había disfrutado el beso, pero el remordimiento que empezaba a sentir era muy grande, sobre todo porque no podía sacar de su mente a Mayra y a Emiliano. Los dos pasaron las horas pensando en lo sucedido hasta que el cansancio y el sueño los vencieron.
Una vez hubo amanecido, Joaquín, se levantó. El anciano tenía por costumbre levantarse con los primeros rayos de sol. Cuando bajó a su sala encontró allí a Adán, quien sí mucho, tenía una hora de haberse quedado dormido. Se acercó sigilosamente y estando lo suficientemente cerca, levantó un poco la voz y le dijo:
-¡Se puede saber que hace usted, aquí!
Adán, pegó un brinco del susto, cayendo al suelo sentado, golpeándose el trasero. Así, adormilado como se encontraba, sin entender bien la situación, respondió:
-Qué pasa
-Pregunté, ¿por qué está durmiendo aquí? -le dice Joaquín, cerca del oído, para terminar de despertarlo.
-Don Joaquín, buenos días, señor... días buenos... si... señor días -Adán, se puso en pie de inmediato, muy firme al darse cuenta quien lo había despertado.
-Siéntese, hombre. le pregunté qué hace aquí, ¿por qué no se quedó en la habitación de Esteban? -Joaquín, le responde con su típico humor, mientras se sienta.
-Lo que pasa es que -recuerda el beso con Esteban-. La cama es un poco pequeña, así que preferí venir a dormir aquí a la sala.
-Yo se lo dije a Isabel, pero ella se empecinó. Sabía que ninguno de los dos podría estar cómodo así.
-No se moleste con ella, al contrario, yo les agradezco lo amables que han sido conmigo aun sin conocerme. Eso es algo que no podré pagarles -se detuvo a pensar por un momento-. Bueno sí... podría dejarles un cheque para que lo puedan cambiar el lunes. Permítame un instante, iré a mi auto por la chequera.
ESTÁS LEYENDO
Adán y Esteban
RomanceEstán por cumplirse veinticinco años desde que Adán y Mayra unieron sus vidas en matrimonio. Durante ese tiempo ellos dos han sido completamente felices: nunca han discutido por nada que no pueda arreglarse con hablar calmadamente y darse un beso. S...