Capítulo 39: "Ephebus" -Segunda parte-

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Mientras bailan, Esteban, le dice a Adán:

—Eres un mentiroso.

—¿Por qué me dices eso?

—No bailas tan mal.

Adán se ríe, lo abraza y le dice al oído:

—Lo que pasa es que me dejo llevar por ti... 

—¿Te la estás pasando bien?

—Me la estoy pasando tan bien, que no me cambiaría por nadie más en este mundo.

—Eso es muy tierno, amor.

—A tu lado me siento tan cómodo que, incluso, sale una parte de mí que no conocía... y eso me agrada —lo besa en los labios—. Aunque sigo pensando que hay gente que nos ve raro, pero sabes, no me importa. 

Esteban se ríe.

—Si quieres podemos irnos.

—¿¡Irnos!? —le dice Adán—. Cuando ya le agarré el ritmo a la música... ¡aquí nos quedamos hasta que amanezca!

—¿Seguro?...

—¡Por supuesto! Tienes una idea de cuántos años llevo dedicado solo a trabajar. Creeme, esta noche es como reencontrarme con un yo que había olvidado que existía. Además, que mejor que estar en tu compañía. 

—Me transmites toda esa alegría.

—Tú provocas toda esta alegría. No lo olvides.

Adán y Esteban  continuaron bailando. De pronto, en un visaje que dio Esteban al lugar, entre toda la gente que bailaba se le figuró ver  al muchacho que lo había estado molestando hace un momento en el jardín. La expresión en su rostro cambió e, incluso, perdió el paso.

—¿Qué te sucede? ¿Por qué te detienes?

—Nada amor, nada —Esteban, comienza a temblar.

—¿Por qué me mientes? Hace un rato también estabas actuando extraño.

—¡Tranquilo! Creo que los tragos me marearon un poco. Es todo.

—Voy a hacer como que te creo.

—Me esperas un momento, quiero ir al baño.

—Voy a acompañarte.

—No es necesario. Mejor pide otras bebidas más.

—No dices que ya estás mareado por beber.

—Bueno, no quiero irme de aquí, medio mareado —le sonríe.

—Esta bien.

Adán, no se queda convencido con lo que le dijo Esteban, pero tampoco quería arruinar la noche. Pensó que, tal vez, solamente eran exageraciones suyas... ¿o no?

Cuando Esteban entró al baño, se topó con que estaba vacío. De algún modo lo hizo sentir un poco tranquilo el hecho de que no hubiera nadie más.  Se dispuso a orinar en uno de los mingitorios, al fondo de aquel cuarto. Tras un momento, escucha como alguien entra por lo que decide darse prisa y salir. Pero, cuando termina lo suyo se da cuenta que sigue estando solo en el baño. Creyó que todo era producto de su imaginación así que no le puso demasiada importancia. Mientras se está lavando las manos, alcanza a ver reflejado en el enorme espejo que allí se encuentra, un bulto que sin mediar palabra lo toma por la espalda y lo encierra dentro de uno de los sanitarios. Se llevó tremendo susto, cuando se dió cuenta que, quien lo había metido y, arrinconado contra la pared, era Jordy, el muchacho que lo había estado acosando desde que llegó.

—¡Hola! ¡qué gusto volverte a encontrar! —le dijo. Esteban le sintió aliento alcohólico. Casi vomita. 

Por más que le insistió que lo soltara, parecía no escucharlo. Por el reducido espacio donde se encontraban, Esteban, comenzó a sentir ansiedad terrible, provocada por la situación y, por la claustrofobia que padece. Sus peticiones de que lo soltara de nada servían, el tipo parecía completamente ido, posiblemente, también, había consumido algún tipo de estupefaciente.

Adán y Esteban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora