"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres.""Diecisiete"
Capítulo I: Despertar
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Cuando abrió los ojos estaba confuso, desorientado, sumido en un permanente estado de alarma. Lo último que recordaba, y no de forma muy precisa, era ser absorbido por Cell.
Miró a su alrededor. La naturaleza le rodeaba por doquier en todo su esplendor. Pájaros, ardillas, insectos...
Ni rastro de Cell.
Ni tampoco de su hermana, ni de Dieciséis.
Se levantó y comenzó a caminar sin rumbo. Asumió, al cabo de largos minutos, que todo había acabado, y que, de algún modo, Cell le había expulsado.
Pero, ¿qué era lo que había ocurrido exactamente?
Caminó por el bosque con la mente en blanco. Sus recuerdos estaban, en parte, bloqueados.
Llegó a la orilla de un lago rodeado por altas montañas. El cielo azul y límpido se reflejaba en sus aguas como un espejo. Si su mente hubiera estado en condiciones de apreciarlo, le habría parecido un paisaje espectacular. Pero su pensamiento le impedía pensar más allá de la necesidad de orientarse y buscar a su hermana.
Había una manada de alces bebiendo en la orilla. Los observó, ellos no le detectaban, obviamente. No podían.
Alzó el vuelo, asustando entonces a los alces, que se alejaron hacia la espesura, a la carrera.
Oteó la extensión del bosque. Ni siquiera podía ver el final. No había poblaciones, ni villas, ni casas, ni carreteras, ni signo alguno de vida humana.
Carente de expresión, Diecisiete pensó en lo difícil que iba a ser encontrar a su hermana, cuando ni siquiera sabía dónde se se hallaba él mismo.
No tenía sentido volar a ciegas cuando no sabía a dónde se dirigiría. De modo que sobrevoló montañas a poca velocidad y altura, extensiones enteras de bosques de pinos y abetos, y el perímetro completo del lago. Hasta que, finalmente, encontró una señalización.
Aterrizó junto al cartel.
"Usted está aquí", rezaba una inscripción sobre un punto rojo en un plano de un bosque gigantesco con numerosos puntos de interés marcados, pero ninguno útil para permitirle averiguar dónde estaba.
—Aquí, ¿dónde? —murmuró para sí.
Con los ojos entornados, Diecisiete buscaba evidencias que le permitieran ubicarse en el globo terráqueo. El cartel era antiguo y estaba muy deteriorado, los bordes estaban borrados.
Exhaló hondo, sus ojos escrutaron el plano hasta que desistió.
Continuó sobrevolando, despacio, el bosque, buscando otra señalización o el final del mismo. Era inmenso.
Y Diecisiete se estaba aburriendo.
Al cabo de media hora, vio un coche moviéndose a poca velocidad en una pista forestal muy deteriorada.
Aterrizó muy cerca de allí. Podría robar ese coche y continuar por las pistas usando el 4x4... Por lo menos sería más divertido que sobrevolarlo.
Su rostro inexpresivo dibujó una sonrisa maligna cuando salió al encuentro del coche.
El coche frenó y el conductor salió de él lanzándole improperios.
—¿Acaso quieres que te maten? ¡Apártate de ahí!
Diecisiete se acercó como si nada y se paró a dos palmos del conductor.
—¿Qué es este bosque? ¿Dónde estamos? —preguntó, sin perder detalle del coche. Era una camioneta pick up. Le gustaba mucho.
—¿Qué? ¿No sabes dónde estás? —preguntó el dueño de la camioneta.
—No
—¿Cómo has llegado aquí entonces?
—Desperté aquí.
—¿Qué te pasa? ¿Estás drogado?—preguntó. Las respuestas de Diecisiete no le parecían las de una persona en sus cabales— ¿Te arrojaron de un coche? ¡Nos rodean más de doscientas mil hectáreas a la redonda! No puedes haber aparecido de la nada...
Al hombre se le acababa la paciencia. Aquel joven le estaba tomando el pelo y no tenía tiempo para eso.
—Apártate de mi camino o te chafaré como a un gusano —dijo.
Los ojos cristalinos de Diecisiete se entrecerraron, y, antes de que el hombre regresara al habitáculo, el androide le agarró del brazo y se lo retorció.
El conductor de la camioneta cayó al suelo entre gritos de dolor.
—¡Hijo de puta! —masculló, entre dientes.
—Mide tus palabras. Puedes quedarte sin el otro brazo, también —dijo Diecisiete.
El hombre obedeció y cerró la boca. No sabía qué era lo que le daba más miedo, su voz, sus ojos o su actitud extremadamente tranquila.
De repente, desde aquella perspectiva, algo llamó la atención de Diecisiete. Había un bulto voluminoso cubierto con una lona plástica en la caja de carga de la pick up.
Intrigado, caminó hasta la parte trasera de la camioneta, momento que el hombre aprovechó para incorporarse y alargar el brazo sano hacia algo dentro del habitáculo.
El androide apartó un poco la lona. Era el cadáver de un alce muy joven. Mucho más pequeño que los que había visto en la orilla del lago.
Aquel hombre era un cazador furtivo.
Le vio por el rabillo del ojo apuntarle con un rifle a bocajarro justo antes de disparar. La bala de gran calibre rebotó en su cabeza y salió despedida hacia el lateral del camino, incrustándose en el tronco de un árbol.
El hombre soltó el arma, aterrorizado. Diecisiete giró la cabeza lentamente y le agarró por las solapas de la cazadora.
—Si te mato ahora, la diversión se acabaría demasiado pronto —dijo con una sonrisa malévola.
El cazador tragó fuerte y se quedó lívido.
—Tengo una idea mejor —dijo Diecisiete—. Vamos a dar un paseo.
Arrojó violentamente al hombre en el asiento del copiloto y se sentó él mismo al volante.
Lo asió con ambas manos y sonrió. Lo había sabido desde el principio: era un buen coche.
Al final iba a tener la oportunidad de recorrer el parque en 4x4. Se inclinó hacia la guantera, justo delante del copiloto, provocando que el hombre se encogiera en su asiento, y al abrirla, varias balas del rifle cayeron al suelo del habitáculo. En el pequeño compartimento estaba la documentación del coche y además, un plano del bosque.
"Royal Nature Park".
Sólo le faltaba saber dónde exactamente del parque estaba.
Sería divertido orientarse por los caminos y tratar de ubicarse en el mapa. Miró al cazador y sonrió de medio lado.
—Me gusta tu chaqueta...
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Dragon Ball © Akira Toriyama
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Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)
FanfictionDiecisiete despierta solo y en un lugar desconocido justo cuando le reviven las Dragon Balls. Deberá aprender a vivir creyéndose desposeído de cualquier rastro de humanidad y desconociendo que la vida que le aguarda es más grandiosa de lo que cree h...