Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)

7. Compasión

"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."

"Diecisiete"

Capítulo VII: Compasión

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De cuclillas junto al tramo de los rápidos, Diecisiete escuchaba los aterradores chillidos que emitían los alces en sus enfrentamientos. La época de celo estaba en su apogeo e, incluso, podía verles pelear desde el lugar en el que estaba apostado.

Pero, los días habían sido tranquilos y Diecisiete no había capturado a ningún furtivo. Esto era a la vez un éxito y un fracaso. Un éxito para los Rangers, ya que, en el Decovisa se había registrado el menor número de muertes de alces, a manos de los cazadores, de los últimos dos años.

Y ella era quien registraba la información.

Pero era un fracaso para Diecisiete, porque el hecho de no descubrir furtivos significaba que su aburrimiento iba in crescendo.

Aunque, por otro lado, no tener encontronazos con ellos ni descubrir cadáveres de alces muertos por sus armas, quería decir que no tenía que contactar con ella para informarle.

Había estado evitando por todos los medios encontrarse con ella, incluso evitaba acercarse al Observatorio. Y eso que en alguna ocasión había oído el motor cuatro tiempos del quad de la científica moviéndose por el bosque.

No podía perdonarle que pusiera fin a su diversión con los contrabandistas. Sólo tenía que hacerle caso. ¡Pero no!

Echó su sombrero hacia delante para tapar sus ojos de los rayos del mediodía... Eran los destellos propios del sol previo a una tormenta: sus rayos se colaban a través de las nubes, como si las hiciera estallar.

Se incorporó en su escondite, convencido de que la zona estaba despejada de cazadores, y al hacerlo, llamó la atención de un macho alfa que bebía en la orilla.

Eran muy territoriales, sobretodo cuando tenían que defender su harén de los demás candidatos. Y aquel enfrentó a Diecisiete sin rastro de temor.

Diecisiete se mantuvo impasible cuando el alce caminó hacia él, con la cabeza casi tocando al suelo, en un gesto claramente amenazador. Pero cuando el animal estuvo delante, una sola mirada gélida de Diecisiete bastó para que desistiera en su intento de retarle. El alce dio la vuelta y se marchó trotando.

Era tan sencillo como eso. Los seres vivos reaccionaban siempre adecuadamente a las señales de peligro, así había sucedido siempre, que él recordara.

Cualquiera se doblegaba ante sus ojos, nadie era capaz de sostenerle la mirada.

Pero ella sí.

No podía negar que el momento fue muy extraño, y que sus oscuros ojos le enfrentaron sin titubear cuando se atrevió incluso a poner en tela de juicio su manera de actuar.

No sabía si aquella muchacha era valiente o simplemente una suicida.

...

Dos semanas habían transcurrido desde la discusión con Diecisiete, y Ruby se dirigía a la central de los Rangers conduciendo su quad a través de la pista principal del Royal Nature Park.

Estaba a punto de quedarse sin gasoil en el generador y se le había ocurrido una idea: comprar una garrafa pequeña, de unos diez litros tan sólo, acoplarla al quad y, así, poder ir ella misma a rellenarla a la base. Aunque tuviera que ir dos veces por semana. Lo prefería antes de tener que depender de él para llenar el bidón grande.