"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."
"Diecisiete"
Capítulo XLIII: Una llamada de socorro
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El mes de enero hizo su entrada con un frente polar como no se había visto en años. Ahora sí que podía decirse que había llegado el invierno.
Y con el frío extremo que en la última noche había alcanzado a los -18º, para muchos niños había sido imposible llegar a la escuela. Era más seguro quedarse en casa.
Pero Blake y Auri no tuvieron tanta suerte. No había excusa posible para ellos ya que era Diecisiete quien les llevaba cada día en la aeronave, y no existían dificultades climatológicas que impidieran el vuelo de aquel vehículo.
Por más que habían rogado y suplicado al Ranger que aquel día hiciera una excepción y les dejara quedarse en casa, no habían obtenido de él ni tan sólo una breve mirada compasiva. Ni un sólo símbolo de flaqueza.
Para Auri no había sido tan duro, a fin de cuentas, la niña era bastante conformista. Pero Blake recorría con parsimonia el acostumbrado camino hasta su aula, sintiéndose el niño con peor suerte del mundo por tener que soportar las clases en un día como aquel.
El frío se colaba en su cuerpo y llegaba hasta su misma alma. Se sucedían los días y Blake aún no se sentía parte de aquella nueva rutina. A diferencia de su hermana, él no conseguía asumir como propia la vida que acababa de iniciar.
Y como cada día, al recorrer aquel camino de los penitentes que parecía la ruta hasta su aula, la papelera hermética que había en el pasillo y que desembocaba en el conducto de la pared llamó su atención. ¡Qué curioso era ese sistema!
Se detuvo a medio camino del aula y regresó sobre sus pasos. La tocó. Tapadera, cuerpo y conducto eran de metal frío. Le dio un par de golpes que resonaron a través de aquel conducto.
Miró a lado y lado y se mordió el labio. Ya los pasillos se hallaban desiertos.
Pulsó el botón de apertura del chisme y contó los segundos que tardaba en abrirse y cerrarse. Cinco en total.
Y la mecha de lo que llevaba en la mochila se consumía en siete.
* * *
A pesar del continuo paso de las máquinas quitanieves durante toda la noche por la carretera, el uso de cadenas era obligatorio desde el final de la delimitación del pueblo, donde estaba situada la escuela, hasta la Central de los Rangers.
Y allá, el nivel de nieve virgen había llegado tan arriba en las pistas forestales que ningún vehículo de los habituales podía circular en ellas. Era simplemente imposible: se hundían. Sobre todo en los caminos de los cuadrantes más alejados y situados a mayor altura, donde ya habían tenido problemas con los 4x4 desde hacía un par de semanas.
No habían tenido más remedio que recurrir a otras formas de locomoción. De modo que habían rescatado del hangar de la Central los vehículos que tenían reservados para situaciones de emergencia como aquella: las orugas.
Así pues, tanto el 4x4 de Diecisiete como el pequeño todoterreno de Ruby quedaron olvidados en el cobertizo de su casa hasta que llegaran nuevos tiempos de bonanza. Su lugar habitual frente al porche de la casa pasó a estar ocupado por un par de vehículos oruga.
El del androide era una camioneta tipo pick up. Diecisiete se la había agenciado en cuanto la vio y él mismo le hizo la puesta a punto. Su interés se debía a que la reconoció instantáneamente cuando la vio aparecer bajo la lona de plástico que la había protegido del polvo y de su vista durante todo aquel tiempo. Era la misma camioneta pick up en la que él había llegado a la Central cuatro años atrás justo después de despertar en el bosque, desorientado. La misma que el Jefe precintó tras la detención del cazador furtivo al que pertenecía y que, finalmente, había terminado formando parte del parque móvil de los Rangers, tras sufrir algunas modificaciones.
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Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)
FanfictionDiecisiete despierta solo y en un lugar desconocido justo cuando le reviven las Dragon Balls. Deberá aprender a vivir creyéndose desposeído de cualquier rastro de humanidad y desconociendo que la vida que le aguarda es más grandiosa de lo que cree h...