"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."
"Diecisiete"
- Epílogo -
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El hombre de la gorra roja retrocedía, arrastrándose por el suelo. Los dientes rechinando por el miedo y el cuerpo atravesado por temblores.
El "Vigilante", como llamaban al Ranger que desde hacía ocho años les hacía la vida imposible, avanzaba lentamente, acortando la distancia por más que él tratara de alejarse. Una mano enguantada en la cintura y la otra oscilando, relajada, junto a su cuerpo.
—Os lo he dicho muchas veces. Rendíos ya... o, si lo preferís... traed los tanques —sugirió con voz aterciopelada.
—¿L-los tanques?
El "Vigilante" chasqueó la lengua.
—No finjas que no sabes de qué hablo... Ahórrate la vergüenza.
Diecisiete se detuvo a meros pasos del mercenario y sonrió de medio lado. Aquel gesto viniendo de él, que era considerado como un extraño prodigio, era escalofriante.
El hombre barbudo de la gorra roja, tragó fuerte y reprimió un quejido.
—¿A qué esperas? Huye —murmuró Diecisiete, y borró la sonrisa al ver que el hombre no se movía—. ¿Prefieres que cuente hasta diez? Una vez lo hice...
La sugerencia teñida de amenaza activó el sentido de supervivencia del hombre de la gorra, que se levantó y echó a correr ladera abajo, en dirección a la bahía.
—Que tengas suerte —musitó Diecisiete, pese a que ya no podía oírle—. Esa es la ruta que lleva directamente a la cueva del bégimo...
Volteó y negó con la cabeza. Miró a su alrededor e hizo una valoración de daños. No había demasiados destrozos pese a que aquella vez habían llevado un lanzamisiles de mano. No estaba mal, parecía que comenzaban a tomarle en serio. ¡Ya era hora!
Desde que comenzó a trabajar en la isla sólo había amenazado la paz, de forma repetida, un grupo de mercenarios que atacó, estratégicamente, en varias zonas a la vez, tratando de aprovecharse de la superioridad numérica en vistas de que Diecisiete era imposible de vencer. Con aquel grupo de furtivos estuvo lidiando durante tres meses, y no porque no pudiera acabar con ellos, no. Tardó tanto porque le parecía divertido verles volver cada vez que les expulsaba de la isla.
Pero al final se aburrió... Bueno, para ser sinceros, lo que sucedió fue que Ruby le advirtió que si seguía jugando debería amonestarle. Como zoóloga al cargo del control de la isla, su muchacha frágil y diminuta era implacable, y Diecisiete trabajaba con ella codo con codo. Al sentido de la responsabilidad de Ruby no le gustó que Diecisiete se divirtiera a expensas de la seguridad de los animales que ella supervisaba y que rodeaban las zonas de los enfrentamientos del androide con los cazadores.
Amenazado por su propia esposa... ¡Aquello estuvo bien!
Desde entonces, múltiples habían sido los grupos armados de cazadores furtivos que habían intentado hacerse con algún ejemplar de los que él protegía. Incluso se las había tenido que ver con piratas espaciales, aunque sólo sucedió una vez, casi al principio de todo. Esos sólo tenían dos botines en mente: el bégimo o un minotauro.
Desde hacía un mes recibía constantes visitas de unos mercenarios cuyo cabecilla acababa de perdonar la vida antes de enviarlo a una posible muerte por ataque de bégimo. ¿Qué podía hacerse? Al menos Diecisiete le había dado pistas para que, si regresaban, lo hicieran ofreciéndole algo más de resistencia. Últimamente notaba sus músculos oxidados...
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Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)
FanfictionDiecisiete despierta solo y en un lugar desconocido justo cuando le reviven las Dragon Balls. Deberá aprender a vivir creyéndose desposeído de cualquier rastro de humanidad y desconociendo que la vida que le aguarda es más grandiosa de lo que cree h...