44. La debilidad de Diecisiete

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"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."

"Diecisiete"

Capítulo XLIV: La debilidad de Diecisiete

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Diecisiete conducía en completo silencio por la pista forestal enterrada en nieve.

En su mente se reproducía la escena que debía estar sucediendo en casa en aquel preciso instante: Blake recibiendo un buen rapapolvo. Nunca antes había visto aquella expresión tan severa en el rostro de Ruby.

Pero él no veía tanta gravedad. Estaba completamente convencido de que era una travesura, una gamberrada propia del niño que era Blake. No había que darle tantas vueltas, si él era así, ¿qué podía hacerse? ¿Tanto le molestaba al mundo que hubiese gente diferente con aficiones peculiares?

El mismo Diecisiete era bien extraño, y no solo respecto al hecho de ser un androide con base humana. Era extraña su forma de pensar, de actuar, de hablar... ¿Qué problema había?

Además era muy probable que Blake actuara así a causa del aburrimiento. Sí, no tener motivaciones podía provocar que la gente cometiera estupideces... A Diecisiete le pasaba cuando se aburría.

La motivación era necesaria...

—Diecisiete...

—¿Qué?

—¿Qué has hecho hoy?

Como siempre que tenía ocasión, Auri se disponía a bombardearle con una ristra de preguntas aleatorias.

—Pues... Trabajar —respondió él.

—Y, ¿qué haces en el trabajo?

—Muchas cosas...

Diecisiete suspiró y miró los vivarachos ojos grises de Auri reflejados en el espejo retrovisor central. Una vez que esa niña comenzaba con sus preguntas ya no tenía fin. Pero, según Ruby, no era bueno para ella ser rechazada de forma grosera. Y Diecisiete estaba seguro de que se refería a su habitual forma de expresarse: ácida y mordaz. No, con Auri era necesario suavizar las maneras.

Además, sólo tenía cuatro años. Estaba descubriendo el mundo...

—¿Qué cosas? —insistió ella.

—Impedir la caza, guiar a la gente por el bosque, vigilar... —enumeró él, en el tono de voz más calmado con el que era capaz de hablar.

—¿Vigilar el qué?

De nuevo miró de soslayo el reflejo de la niña.

Sí, había que suavizar el tono con ella, pero también había que encontrar la forma de parar aquel machacamiento...

—Vigilar que no se los coma el mismo oso que te comerá a ti, si no te callas —masculló él.

El reflejo de la niña cerró la boca de inmediato.

La brisa que se colaba a través de la ventana abierta desordenó el negro cabello de Diecisiete y el androide colocó algunos mechones detrás de sus orejas.

La calma reinó, después, durante un tiempo bastante largo: unos cinco minutos.

—Diecisiete...

De nuevo a la carga...

—¿Qué?

—¿Por qué llevas aretes?

Auri le observaba con atención a través del espejo. En su propio reflejo, Diecisiete veía los pendientes de sus orejas. Nunca se los quitaba, pero tampoco recordaba la razón por la que se los debió poner, siendo aún Lapis.

Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora