"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."
"Diecisiete"
Capítulo XLII: A través de la mira de un rifle
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La Ley otorgaba una semana libre a los padres adoptivos para habituarse a la nueva situación familiar y poder comenzar a construir una buena relación con los niños.
Durante esa semana Ruby les llevó de visita a diversos lugares: al Observatorio para mostrarles el trabajo que hacían Alec y ella, a la Central de los Rangers para presentarles a los oficiales que trabajaban en la oficina, algunos de los cuales ya conocían: Jimmy, Flynn, Mot, el Jefe... Incluso tomaron chocolate en el bar de Yunpei, con Martha haciéndoles cientos de preguntas.
Visitaron también el pueblo más cercano, donde la zoóloga les matriculó en la escuela de Educación Infantil y Primaria a la que acudían los hijos de los oficiales de los Rangers y que se hallaba a las afueras, en un bonito paraje cuyo aspecto se asemejaba mucho a los bosques en los que vivían.
Era un edificio de tres pisos de altura, con las fachadas pintadas de color amarillo y ventanales amplios. Las aulas eran luminosas y disponían de amplias zonas de deporte y actividades al aire libre.
Los niños estaban entusiasmados. Nunca habían ido a una escuela "normal". Las clases, en el orfanato, se impartían en el mismo edificio que, a veces, se asemejaba más a una prisión que a una institución de acogida, debido a lo poco que los niños abandonaban las instalaciones.
Ruby pudo disfrutar de ellos aquella semana libre, pero Diecisiete no pudo librar esos días completos para estar con sus hijos.
Había tres cuadrantes en la reserva que, por un tema de distancia hasta la carretera, funcionaban sin los turnos de 12 horas normales. Por contrato, los Rangers responsables de dichos cuadrantes debían permanecer en una constante vigilancia que dependía enteramente de ellos.
Era un trabajo muy duro y exigente, y no había muchos oficiales que estuvieran capacitados para él.
El de Diecisiete era uno de esos tres cuadrantes, el más lejano a la Central, y el que estaba formado por mayor cantidad de zonas con terreno escarpado y de difícil acceso en las que el androide ya había registrado detenciones de cazadores furtivos, grupos organizados de tráfico de animales o criminales del mundo de la droga.
De modo que no servía cualquiera para sustituirle y Diecisiete no podía abandonar su puesto.
Pese a lo esclavo del trabajo, él siempre había sido independiente. Gestionaba su propio tiempo y solía hacer varias patrullas completas a diario: normalmente una de madrugada y otra al anochecer. Y durante las tormentas aún hacía otra más durante la noche. Además se mantenía en contacto constante con la Central, a donde debía acudir en caso de ser llamado. Si esto no ocurría sólo visitaba la oficina dos veces por semana para rellenar los impresos de control, una tarea a la que estaba obligado por normativa, y solían ser los mismos días que impartía las clases de tiro.
Aún en medio de la dificultad, Diecisiete se las ingenió para coincidir con los niños en casa. Aunque esto le suponía auténticos quebraderos de cabeza por lo complicado que le resultaba relacionarse con Blake y Auri.
Si alguien le hubiera dicho hacía cuatro años que sacaría tiempo hasta de debajo de las piedras para pasarlo con dos niños que acababa de adoptar, se habría reído en su cara.
Aunque una de las facetas más destacables que seguía compartiendo con su antiguo yo era que siempre hacía lo que le convenía a él. Y, en aquel momento, lo que le convenía a su salud mental era aprender a tratar con esos dos niños.
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Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)
FanfictionDiecisiete despierta solo y en un lugar desconocido justo cuando le reviven las Dragon Balls. Deberá aprender a vivir creyéndose desposeído de cualquier rastro de humanidad y desconociendo que la vida que le aguarda es más grandiosa de lo que cree h...