38. El error de Ruby

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"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."

"Diecisiete"

Capítulo XXXVIII: El error de Ruby

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Aquella tarde, Diecisiete llegó a casa más pronto de lo normal. Desde el salón le llegaba claramente el sonido del agua corriendo en la ducha y la voz dulce y desafinada de Ruby, cantando.

Diecisiete repitió el ritual acostumbrado: despojarse de la cazadora y dejarla en el gancho junto a la puerta, arrojar las llaves sobre la mesa y, por último, descargar la escopeta y colocarla en el soporte de la pared.

El androide suspiró, como había hecho decenas de veces durante el trayecto de regreso de la Central, y el lloriqueo de Tristan llamó su atención. No tenía comida en su plato.

Tras llenar el cuenco del lobo, se sentó en una silla y apoyó los antebrazos sobre la mesa del comedor.

Pensativo y lúgubre. Así se mantuvo todo el tiempo, hasta que Ruby salió del baño envuelta en una toalla y con el cabello enroscado en un turbante.

—¡Hola! —le saludó.

Diecisiete miraba sus propias manos en aquel momento y no le respondió. Ruby desenvolvió su cabello del turbante y procedió a frotarlo para retirar la humedad. Concentrada en esta labor, no detectó la actitud preocupada de Diecisiete.

La chica desapareció en el dormitorio para vestirse y ,mientras escogía su ropa, comenzó a relatar lo que Adler le había dicho en el Centro de Recuperación.

—... pero yo creo que está exagerando, no hace tanto tiempo de la última observación... ¿dos meses, quizás?... —decía ella.

Se había vestido con un pijama, uno de los más viejos que tenía y, para colmo, estampado con cientos de cerditos vestidos de superhéroe. Era el favorito de Ruby, el de la suerte según decía, y Diecisiete se había sentido tentado de prenderle fuego innumerables veces, pero siempre lograba contenerse.

Con el cabello húmedo cayendo sobre su espalda como una cascada y luciendo aquellas pintas que representarían la descripción gráfica perfecta del término "antisexy", si este existiera, Ruby volvió al salón, narrando aún las conclusiones a las que había llegado con la conversación con Adler.

—... y tampoco es que me pase todo el día gestionando documentación. Además estamos en el cambio de estación y siempre hay que clasificar más cosas. Hay más tormentas, vienen más furtivos, y...

Silencio.

Ruby alzó las cejas al reparar en Diecisiete. El androide estaba recostado sobre la mesa, con la cara enterrada en los antebrazos. Era el mismo reflejo de la depresión.

Ella olvidó por completo el tema sobre el que hablaba y se precipitó hacia él.

—¿Qué te pasa? —susurró, asustada.

Frotó su espalda con cariño y apartó el pelo que tapaba su rostro. Los ojos de él miraron un punto en la pared.

El androide lucía una expresión de tremenda apatía.

—La madre de esos niños... —comenzó a explicar. Y luego calló.

Ruby frunció el ceño. ¿Era eso lo que había causado ese estado de ánimo en Diecisiete?

Guardó silencio y esperó. Como siempre que algo le rondaba la mente, Diecisiete se bloqueaba. Y ella, también como siempre, podía ver su preocupación, podía sentir la tensión que le embargaba al no ser capaz de expresarse.

Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora