Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)

17. Porque te quiero

"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."

"Diecisiete"

Capítulo XVII: Porque te quiero

..::::..

—¡TÚ!

Ruby se sobresaltó al oír el grito. Ambos se giraron de repente. Tras ellos había un agente uniformado, de baja estatura, de pie en medio del pasillo, señalando a Diecisiete como si fuese un fantasma.

No podía ser. No se lo podía creer.

Entre todos los encuentros fortuitos con cualquier persona del mundo, aquel era uno de los que menos le apetecía vivir. Diecisiete necesitó pestañear varias veces para asegurarse de que no estaba viendo visiones, fruto de la falta de reposo de su procesador.

Al final, esbozó la peor de sus sonrisas macabras.

—¿Qué tenemos aquí? ¡Pero si es el enano calvo! ¿Para esto has quedado, luchador de pacotilla?

Ruby le miró, completamente escandalizada con sus palabras.

—¡Diecisiete! — exclamó, con el ceño fruncido.

El androide miraba con frialdad al agente sin pelo que aún no salía de su asombro.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —masculló Krilin.

—Deberia preguntar lo mismo —replicó Diecisiete con voz tranquila y amenazadora.

Los ojos de Ruby volaban de uno a otro sin comprender qué ocurría y de qué conocía Diecisiete a aquel policía.

—¡Yo trabajo aquí! —aclaró el agente, señalando el suelo en un gesto que le reafirmaba en el lugar—. ¿Por qué apareces de repente? —preguntó, la sospecha no tardó en asomar a su rostro—. ¿No habrás venido a buscar a Dieciocho?

La expresión de Diecisiete cambió por completo. Ruby sólo le había visto una vez así, el día que Diecisiete detuvo a los traficantes y ella avisó a la Central para que acudieran en su ayuda. Podía verlo perfectamente, Diecisiete estaba cabreado.

—¿Que sabes tú de Dieciocho? —siseó el androide entre dientes.

El agente relajó los hombros y lo miró un instante antes de soltar la bomba.

—... Dieciocho es mi esposa.

Diecisiete entornó los ojos y siguió observando al policía bajito con profundo odio.

—... Ya he tenido bastante de esta mierda —masculló entonces.

Agarró el brazo de Ruby y la arrastró tras él hacia la salida.

—¡Eh! —exclamó ella.

Pero él no se detuvo. Continuó caminando por aquel pasillo abarrotado de gente extraña y Ruby miró atrás, buscando al misterioso policía que ahora miraba hacia otro lado con el ceño fruncido.

Diecisiete bajó los escalones a toda velocidad, provocando que Ruby trastabillara un par de veces y sin soltar su férreo agarre.

Se alejaron de la comisaría y giraron la esquina sin detenerse un segundo, y cuando cruzaron la calle y Diecisiete entró en un parque cercano, Ruby sacudió su brazo.

—¡Diecisiete, para! ¡Basta! —gritó ella.

Él se detuvo y la soltó sin mirarla una sola vez. Ella respiraba con dificultad debido a la forzada carrera que había tenido que correr tras él.