"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."
"Diecisiete"
Capítulo XXXIV: Errando el blanco
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Octubre avanzaba a buen ritmo. El bosque se tiñó de colores ocre y la brisa otoñal se tornaba más fría y cortante día tras día.
Los días eran más cortos y esto, sumado a las frecuentes inclemencias atmosféricas, hacía que cada vez hubiera menos turistas. Ya apenas alcanzaban la cifra de veinte visitantes semanales. El Royal Nature Park veía así acercarse el duro invierno, al que pocos eran capaces de acostumbrarse.
Sólo los que ansiaban la calma de verdad podían hallar belleza y serenidad en aquella época del año de bajas temperaturas y complicaciones constantes.
En el campo de práctica de tiro había el mismo ambiente de cada martes y viernes, la misma cháchara distendida durante la espera hasta el inicio de la clase.
Pero hasta el aire que se introducía en sus pulmones se volvía más denso cuando la silueta del instructor aparecía por el costado del edificio de los Rangers.
Diecisiete avanzaba con su característico y rápido caminar, con su fiel lobo trotando cerca de sus piernas, el cual, como ya era su costumbre, en cuanto estuvo bajo el tejadillo de la zona segura de tiro, se tumbó en un rincón, junto a la pared, y se dispuso a dormir la siesta.
—¿Eso es un Remington? —preguntó entre susurros uno de los cadetes a la rubia de cabellos rizados que solía situarse en las primeras posiciones de tiro. Ella frunció el ceño y asintió.
—Pero no es el rifle reglamentario... Fíjate bien —cuchicheó.
Diecisiete siguió avanzando hasta la mesa auxiliar más alejada, dejó sobre ella el rifle que traía al hombro, una caja de munición y el walkie, y miró a los cadetes con expresión de apatía.
Los alumnos tenían la vista fija en el arma que había traído el instructor consigo. Era un rifle de francotirador.
—No pienso repetir nada de lo que explique, ¿entendido? —rugió Diecisiete, provocando más de un respingo con el tono súbito de su voz.
Los jóvenes cadetes se pusieron firmes automáticamente al oír su bufido y se hizo un silencio sepulcral.
—Los rifles se caracterizan por dos factores: un cañón largo, de mínimo sesenta centímetros que genera un tiro parabólico, y munición de gran calibre que produce gran potencia de disparo, mucha fuerza de retroceso y un tiempo largo de rectificación. La parábola que describe la bala provoca una desviación vertical que varía según la distancia de disparo.
»Está mejor explicado en las cajas de munición, ahí siempre viene escrita la distancia del primer cero, así que no voy a perder más tiempo con esto...
Diecisiete levantó la caja de municiones que había traído y les mostró el lugar en la tapa donde se podía leer "1st 0=25 meters".
—El cero es el centro justo del blanco. Y la desviación vertical se puede rectificar regulando la altura de la mira, pero no hace falta que penséis en eso, bastante trabajo vais a tener intentando acertarle a la puta diana... —masculló.
El androide dejó la caja sobre la mesa alta, con gesto de fastidio, tomó el rifle y procedió a llenar el cargador.
—Ésta —dijo mostrando entre sus dedos índice y pulgar una bala alargada y bastante grande— es munición del tipo .300wm. Tiene mucha potencia y velocidad, por lo que la parábola es más plana y la desviación mucho menor que en las balas corrientes. Es más precisa, pero la fuerza de retroceso es muy alta, lo que impide disparar muy seguido si no se tiene el pulso suficiente para rectificar rápido —la bala de su mano entró en el cargador y Diecisiete tomó otra más y repitió el proceso—. Esta munición es la más versátil, y la utilizan desde cazadores hasta tiradores de élite —explicó. Cerró el cargador y puso el seguro, antes de colocar de nuevo el rifle sobre la mesa—. Ahora escuchad esto bien —dijo, con tono amenazador, y señaló siete dianas colocadas en el campo de tiro a unas distancias preestablecidas desde veinticinco a trescientos metros antes de continuar—, si apuntara al cero de cada una de esas dianas sin rectificar la desviación vertical de la parábola: hasta los primeros veinticinco metros la bala iría por debajo del cero. A veinticinco metros haría blanco, a cien metros iría dos o tres centímetros por encima del cero y ese sería el punto más alto que alcanzaría la parábola. A doscientos metros volvería a hacer blanco, a doscientos cincuenta metros caería de dos a tres centímetros, y más allá de esa distancia la bala caerá casi seis centímetros. A partir de ahora no quiero escuchar una jodida alma.
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Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)
FanficDiecisiete despierta solo y en un lugar desconocido justo cuando le reviven las Dragon Balls. Deberá aprender a vivir creyéndose desposeído de cualquier rastro de humanidad y desconociendo que la vida que le aguarda es más grandiosa de lo que cree h...