11. El estímulo adecuado

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"El amanecer es siempre una esperanza para los hombres."

"Diecisiete"

Capítulo XI: El estímulo adecuado

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Había pasado una semana y Diecisiete aun no podía sacarse de la cabeza aquel extraño temblor.

Tal como prometió, ella no le había contactado y él, bueno, estaba demasiado confundido como para hacerlo. No tenía ni idea de porqué, pero el hecho de pensar en tenerla delante le repelía de un modo inexplicable. La evitaba.

Diecisiete sentía que algo había empezado a desmoronarse en aquella máquina de matar.

O quizá no. Quizá algo había germinado en aquella máquina de matar. No estaba seguro pero ambas opciones le parecían preocupantes por lo desconocidas ¿Sería ese el defecto de fabricación del que siempre se había lamentado el Doctor Gero?

Diecisiete se levantó de su mecedora y, mientras se colocaba la cartuchera que rescató de la barandilla, de nuevo pensó en el beso... En los besos.

Él nunca se había propuesto descubrir qué era besar. No le llamaba la atención en absoluto. Pero ahora que lo sabía, no estaba seguro de si le había gustado o le había horrorizado. Fuera como fuera le intrigaba. Lo que sintió fue demasiado fuerte.

En cualquier momento del día Diecisiete se sorprendía pensando de repente en ella y en aquella sensación terrorífica, en aquel temblor que le invadió. ¿Qué extraño poder era aquel que poseían las mujeres?

Era un poder desconocido que influía sobre la máquina de matar perfecta...

Chasqueó la lengua. De nuevo se había quedado mirando la nada... Entró en su cabaña y escogió la escopeta, esta vez. Rescató las llaves del coche y el walkie, y emergió de nuevo.

No podía continuar así: tratando de ignorar lo que había pasado y pensando en ella a la vez. Aquello era un contrasentido estúpido. Le haría una visita y le diría que ella ganó la apuesta. Y ya.

Arrancó su coche y puso rumbo directamente al Observatorio.

Y cuando paró el motor en la explanada ante el refugio se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que iba a decirle.

Rodó los ojos.

—Da igual, improvisaré... —gruñó, fastidiado.

Salió del coche y se acercó a la puerta. Las contraventanas estaban cerradas. Era raro, ella siempre las dejaba abiertas, incluso de noche.

Diecisiete golpeó la puerta con los nudillos y esperó.

Silencio.

Miró a su alrededor. El quad no estaba por allí. Estaba claro que Ruby había salido.

Diecisiete suspiró y se recostó sobre la puerta.

De algún modo, se sentía aliviado... Pero la comezón seguía estando allí.

Se irguió y caminó hacia el coche. Tenía que encontrarla, no podía seguir posponiendo aquello, era absurdo...

Aquí Central, llamando a Diecisiete.

Oyó el sonido del walkie a través de la ventanilla abierta mientras se acercaba al 4x4. Diecisiete tomó el intercomunicador al sentarse ante el volante.

—Aquí Diecisiete.

Ha llegado la munición que pediste. Calibre 51... A ver... Una, dos... cinco cajas. Puedes pasar cuando quieras a recogerlas.

Diecisiete (Dragon Ball Z/Z-Awards 2017 - Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora