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•Josh•

Desperté desde muy temprano. Al fin terminaron las vacaciones de verano, ya no soportaba estar en casa todo el día, siquiera ahora pondré de pretexto al trabajo para estar lejos de aquí. Mi esposa aún dormía. Se miraba tan tranquila y calmada que no quería despertarla. Sin hacer ruido me dirijo al baño para tomar una ducha. Me quito los boxers y quedo completamente desnudo.

Mi miembro está erecto, siento como la punta de éste palpita. Es un problema común al amanecer para muchos hombres, pero también era causado por mi abstención sexual, hacía más de un año que no tocaba a Debby y era toda su culpa.

Antes de bañarme tomo un par de minutos para auto-estimularme. Tomo el miembro duro con fuerza con una de mis manos y comienzo a frotar de arriba hacia bajo. Cada vez con mayor intensidad. Mi cadera se contrae al sentir que me vengo, mancho la pared con pequeños chorros blancos, limpio y comienzo a bañarme.

Cuando salí me vestí rápidamente, Debs ya no estaba ahí. Me dirigí a la cocina para tomar una manzana o algo para comer antes de irme y me topé con mi esposa.

—¿Quién mierda es Rebeca, Josh?— Gritó molesta mostrando mi celular.

Me molesté por lo entrometida que era, ¿A caso ya no tenía privacidad?

—No tienes por que revisar mis cosas, Debs.— le quité el celular.— Rebeca es la chica de secretaria, me dió mi horario de clases, ¿Crees que si te engañara sería tan idiota como para tener el celular sin contraseña? Lo tenía así porque creí que nos teníamos confianza, pero veo que tus estúpidos celos pueden más que yo.— le reprocho con la voz fuerte.

Mi hijo comienza a llorar.

—Pues más te vale, Josh.— sigue gritando sin importarle nuestro hijo.— Si me llegó a enterar que...

—No empieces, mujer.— Interrumpo tomando una manzana y saliendo de la cocina.— Hoy no tengo tiempo para tus reclamos.

Sinceramente ya estaba fastidiado, los celos incontrolables de Debby me estaban volviendo loco.

En estos cuatro años y medio de matrimonio Debs me había hecho la vida de cuadritos; con peleas, reclamos y reproches de todo tipo, y todo por sus inseguridades. Yo la amaba, aún lo hago, pero si continuaba con lo mismo terminaría rompiendo con esta relación. Lo único que me detendría sería mi pequeño hijo, Chris, tan solo tiene tres años. Él no tenía la culpa de nada, merece crecer con su mamá y su papá. Por él sigo soportando a su madre.

Hoy es el primer día de clases, todos mis colegas tienen la cara larga, menos yo. La mayoría se ven amargados, como si interactuar con jóvenes les fastidiara, pero para mi es un respiro, mientas más tiempo esté lejos de casa mejor.

Llegué al salón antes que mis nuevos alumnos. Ver sus rostros llenos de ilusión me motivaba, sentía orgullo cuando algún alumno mío egresaba de la universidad con honores, varios de ellos me agradecían al terminar la ceremonia. Sonrío ante el recuerdo.

Sonó el timbre que dicta la entrada a clases. Veo los nuevos rostros alegres. algunos alumnos platicaban entre ellos, otros simplemente se dirigían a algún lugar sin llamar demasiado la atención.

—Buenos días Jóvenes.— Capto su atención.— Mi nombre es Joshua William Dun, pero pueden llamarme profesor o señor Dun, como ustedes prefieran, tengo treinta y dos años, y seré su profesor este curso.— Les ofrezco una un sonrisa. Algunos corresponden.— Ahora que yo me presenté creo que lo justo es que ustedes lo hagan. Rodeen el salón con las sillas, y de izquierda a derecha me dirán su nombre, edad y algo interesante de ustedes.

Todos obedecen sin oposición. Eso habla bien del grupo. Me agrada que sean tranquilos, bueno, al menos en el primer día.

La mayoría ya se había presentado, todos estaban contentos por la dinámica, sirvió para relajar los nervios del primer día de clases. Solo faltaba un chico. Por suerte, aún quedaba medía hora de clases, tendría el tiempo suficiente para hablar acerca de lo que haríamos en el curso...

El chico llamó mi atención.

—Hola a todos... Soy Tyler, tengo dieciocho años y soy nuevo aquí.— el chico sonreía un poco tímido.— Vengo de intercambio y pues no sé si les resulte interesante pero... Me gustan los chicos...— algunos alumnos murmuran ante la confesión. A mi me sorprendió la naturalidad con la que lo dijo.— Lo siento chicas, soy gay.— guiñó un ojo y algunos rieron, yo entre ellos.

—Muy bien... ¿Tyler?— el chico asintió.— Es muy valiente de tu parte el compartirnos esto, estoy seguro que todos nos llevaremos bien aquí. Cualquier cosa que necesites, no dudes en acudir a mi.— El castaño me miraba demasiado, sonreía ante mis palabras. ¿En realidad me miraba demasiado? ¿O solo estaba imaginando cosas por su confesión?

Como sea, lo siguiente que hice fue hablarles de lo que verían en mi curso. Yo les impartía programación básica, así que les mostré todos los temas que abarcaríamos en clases.

La mayoría tomaba apuntes de los temas en el pizarrón, otros pocos platicaban sin prestar mucha atención a lo que decía.

Otra vez ese chico... Desde que comencé a hablar no me quitaba la mirada de encima, lo sé porque lo miraba de reojo. Me ponía incómodo. Pero... ¿Por qué? Honestamente no lo sé. Después de todo, es normal que los alumnos vean al profesor dar su clase... Sin embargo, el me miraba de otra manera. Me puse nervioso al entrelazar miradas con él.

—Bu-bueno... Creo que será todo por hoy... Un gusto conocerlos, chicos.— Todos comienzan a guardar sus cosas.— Sean bienvenidos a la universidad.

Todos se van. Algunos se despiden de mí con una sonrisa, la cual decido corresponder. Ya no queda nadie en el aula, solo yo y el castaño. Estoy algo nervioso. Se acerca a mí con una sonrisa que dudo en corresponder.

—Un gusto conocerlo, señor Dun.— Me extiende la mano la cuál aprieto. La encierra poniendo su otra mano encima. Mi piel se erizó. ¿Qué pretende este chico?— Cualquier cosa que necesite de mi, de igual manera, no dude en pedirlo.— dijo sonriendo para después salir del lugar, sin esperar respuesta de mi parte.

Tragué en seco.

SEDUCTION [Joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora